4.

26K 1.5K 183
                                    

* * *  

* * *  

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

4

— ¿Arrodíllate, Santino? —repito con diversión—. Ya me quedó claro quién es el jefe —las palabras salen de mi boca sin permiso, culpa de los nervios.

Como castigo, Sebastián me da un fuerte azote en el trasero. Su otra mano sujeta mi cabello rojizo. Da un suave y firme tirón que me obliga a echar la cabeza hacia atrás.

Expone mi cuello para su tentadora boca, que no tarda en marcar un camino de pequeños mordiscos hasta llegar al lóbulo de mi oreja, donde lo atrapa con los dientes y luego lo chupa.

Todavía no tengo la menor idea de lo que van a hacer conmigo, pero sí sé que su respiración caliente contra mi piel me enciende y hace temblar. Lo que no ayuda a calmar mi curiosidad y deseo de ser compartida.

—Bueno, ya que sabes quién es el jefe. ¿Tengo que recordarte cuál es tu lugar? Porque estoy seguro de que mi hermano entiende cuál es el suyo. Así que... ¿algo que quieras preguntar, Hannah? —recibo un azote mucho más fuerte que el anterior.

—Sí, ¿Cuándo vamos a comenzar a jugar?

—Te estás pasando de viva, pequeña traviesa.

—¿No dijiste acaso que te gustaba que fuera directa y decidida?

Jala mi cabello y me hace mirar hacia el suelo, donde su hermano está arrodillado. Los ojos grises de Santino se encuentran con los míos y no hay nada más excitante que ver cómo humedece sus labios como si estuviera a nada de comer el mejor dulce de su vida.

— ¿Puedo empezar? —pregunta con ansiedad.

—No lo sé... está siendo muy atrevida.

—Entonces lo mejor es que me vaya a casa. —ataco.

—Eso no va a suceder y lo sabes. Estás tan desesperada como nosotros.

—¿Pueden dejar de discutir por quién es más idiota que el otro? Los dos están actuando como niños. Por si se olvidaron, sigo acá esperando por mi premio.

Sebastián me obliga una vez más a levantar la cabeza. Le miro con la misma fiereza. Está equivocado si piensa que me voy a dejar intimidar por su prepotencia. Puedo ser tan cabezadura como él. Sonríe. Le devuelvo la sonrisa siendo igual de insolente.

—Hazlo —dice, sin romper el contacto visual —Quiero ver cómo Hannah se corre en tu boca.

Santino no pierde el tiempo. Prácticamente entierra la cabeza entre mis piernas. Sebastián me suelta, así que bajo la vista para no perder ningún detalle. Lo único que puedo ver es el cabello corto del hombre que está arrodillado en el suelo.

Me gusta la manera lasciva en que su lengua se desliza con lentitud por mis muslos. Ni siquiera está cerca de donde realmente quiero sentirlo, pero ya me tiene suspirando de placer.

Nosotros | Serie Curioso amor - Libro 1 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora