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— ¡Hannah!

Fuera del edificio encuentro a Bruno. Se acerca al ver que me detengo y nos abrazamos cuando le tengo de frente.

—Hola, ¿Qué haces aquí? —sonrío, emocionada.

—Estaba de paso y quise venir a visitarte.

—Justo estoy de camino a casa de mis padres.

—La próxima entonces voy a tener que enviarte un mensaje.

—Deberías. ¿Me acompañas? —Asiente.

Entrelazo mi brazo al suyo. Caminamos juntos por la enloquecida ciudad. Es la hora pico así que todos están locos de regresar a sus hogares.

—Estás linda, Hannah.

Me decidí por una simple camisa básica sin mangas en color verde agua, los vaqueros negros y zapatillas, por lo que su cumplido me hace reír.

—Gracias. Por cierto, ¿Dónde andabas?

—Vengo de ver a un amigo.

Un pequeño resoplido me hace ver a Bruno. Tiene la vista fija al frente. Va tan perdido en sus pensamientos que no se da cuenta que puedo percibir la rigidez que emana de su cuerpo.

Está en tensión y tiene el ceño fruncido. Creo que, si no fuera porque voy guiando el camino, entonces seguiría sin rumbo siendo atropellado por las personas que pasan junto a nosotros.

Nos detenemos al borde del cordón de la vereda esperando a que el semáforo cambie hasta que al fin se da cuenta que lo observo. Sonríe, pero no parece querer hacerlo. Una vez que cruzamos la calle, le obligo a detenerse.

— ¿Qué sucede?

—Es lo que quiero saber. Estás demasiado perdido.

Esconde su intensa mirada azul. Algo le está incomodando y no lo sabe cómo afrontar para decírmelo a la cara. Espero paciente, pero parece no decidirse hablar.

—Bruno, ¿algo anda mal? —Asiente.

—Hannah, ¿esto no te parece extraño?

— ¿Qué cosa? —Digo, confundida.

—No te veo desde lo que sucedió con tu madre. Me parece un poco raro que me vuelvas a tratar como tu mejor amigo cuando me comporté como un imbécil. Quiero decir, no solucionamos las cosas.

—Oh... es eso.

— ¡Sí, es eso! ¿Por qué lo tomas como que nada sucedió?

—Bruno, ese día casi ejecuto un asesinato porque la verdad es que te quería matar por lo que hiciste. Sí, no te comportaste y metiste tu nariz donde no debías. Sí, también mi mamá fue a parar internada, pero...

— ¿Pero? —murmura, aterrado.

—Cometiste un error. Todos lo hacemos. Incluida yo. Debí confiar más en mí misma. Si hubiera ido de frente con mis padres, nada de eso pasaría. Ya no estoy enojada con vos. Ese día te grité porque estaba furiosa. Lo siento porque en serio no tenías ni idea de lo que estaba pasando y como un buen amigo solo quisiste cuidarme.

Nosotros | Serie Curioso amor - Libro 1 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora