15
La tarde del jueves en la casa de los gemelos se siente tranquila y agradable. Estoy leyendo de nuevo el periódico en busca de más ofertas de trabajo ya que en la mañana no conseguí ninguno de los que señalé cuando de pronto escuchar a Sebastián refunfuñar me obliga a mirar en su dirección.
—Hay un jeep wrangler sahara negro estacionado frente a tu casa.
—Es el jeep de Bruno. —Digo al reconocer de quién se trata.
— ¿Y por qué tiene que vestir como un idiota arrogante? —Me sorprende su tono de reproche. Me levanto del sillón y voy hacia la ventana donde se encuentra—. Se ve totalmente ridículo.
Bruno viste un traje de tres piezas en color azul marino, camisa blanca, corbata del mismo color que el traje y unos brillosos zapatos negros. Como siempre luce majestuoso, imponente y seguro de sí mismo. Impecable de pies a cabeza.
—No tiene nada de malo. Le queda bien, y estoy segura que ustedes vistiendo traje serían una delicia para la vista.
Gruñendo Sebastián se aleja de la ventana. Sube un poco más el volumen del equipo de música y se deja caer sobre el sillón. La voz de Axel Rose cantando Welcome to the jungle llena el espacio de la sala.
Cierro la cortina y me voy a sentar donde está. Lo observo divertida. Parece un niño pequeño haciendo una rabieta. No sé cuál será la reacción de Santino con Bruno, pero estoy prácticamente segura que no le va a caer tan mal como su hermano.
— ¿Qué te sucede? ¿Por qué no te agrada?
— ¿Agradarme? ¿Por qué razón iba a perder mi tiempo con él?
Antes de poder reprochar su infantil comportamiento, Santino interrumpe nuestra conversación cuando entra a la sala. Me guiña el ojo. Su expresión cómplice deja en claro que escuchó cada palabra desde la cocina.
—Yo creo que mi hermanito gemelo sigue enfadado por lo que sucedió semanas atrás. Ya sabes, cuando Bruno azotó tu dulce trasero justo en frente de nuestras narices.
—No tenía derecho. Hannah es nuestra y la tocó.
— ¡Oh, Sebastián! El tipo ni siquiera sabe que Hannah está con nosotros. Ya deberías olvidarlo. Te conozco y sé lo que eres capaz de hacer.
— ¿A qué te refieres? —Le pregunto.
—Sebastián es demasiado celoso e impulsivo. No es de esperar que un día de estos le salte directo a la yugular.
— ¿Serías capaz? —Pregunto mirando fijo a Sebastián. Aparta la mirada—. El que calla otorga. Es el mejor amigo de mi hermano. Bruno jamás me vería con otros ojos. Si no sucedió nada entre nosotros cuando éramos unos adolescentes con las hormonas en ebullición, entonces menos ahora.
—Es que entre ustedes nunca sucederá nada.
—Sebastián, no me agrada el tono de tu voz. No soy idiota. Entiendo perfectamente lo que estás intentando hacer. Quieres que me aleje.
—Sí, Hannah, quiero que te alejes.
—Le conozco desde los doce años. Bruno es mi mejor amigo. Es parte de mi familia. No puedes pedirme que lo aparte de mi vida solo porque eres inseguro.
—¿Se pueden tranquilizar? —Dice Santino.
— ¿Inseguro? —Sebastián carcajea. Se pone de pie y clava sus ojos grises en los míos—. ¡No soy inseguro!
— ¿Entonces qué? ¿Son celos? —Escupo sin darme cuenta de que ya estoy también de pie enfrentándolo.
— ¡Chicos por favor! —Interviene Santino.
— ¿Y qué si lo estoy? —Continúa ignorando a su hermano—. Tengo motivos suficientes para estar molesto y celoso. Cuando una persona quiere a alguien, no le gusta que otros coqueteen con ella.
Está tan enojado que estoy segura que no ha captado la profundidad de sus palabras. Lo acaba de admitir, ¿cierto? ¿Ha dicho lo que creo?
— ¿Me quieren? —Murmuro.
— ¡Sí, te queremos! —Gruñe rabioso. Solo segundos después su mirada se suaviza al entender lo que ha dicho en voz alta. La tensión ha desaparecido por completo dando paso a un ambiente cálido y agradable.
Los gemelos me observan esperando mi reacción. Miro de Sebastián a Santino y de regreso a Sebastián. Mi corazón no deja de latir frenético contra mi pecho. Estoy nerviosa. Puedo incluso sentir que mis manos tiemblan sin control por lo que cierro los puños apretándolos con fuerza. No puedo ocultar la sorpresa de dichas palabras. No puedo entender cómo es que ha sucedido esto en tan poco tiempo.
Intensos y ardientes ojos grises me observan con atención, impaciencia, nerviosismo y entusiasmo. De pronto me encuentro aterrada, confundida y excitada.
Frente a mí tengo a dos hombres que esperan por una respuesta. Sé lo que quiero, cuándo y cómo, y juro por dios que estoy dispuesta a decir sí a todo lo que me propongan, sin embargo, las palabras se encuentran ahogadas en mi garganta impidiéndome hablar.
Santino y Sebastián son los culpables de introducirme en un mundo lleno de placer y explosivos orgasmos. Ellos están dispuestos a entregarse por completo para hacerme feliz. Entonces ¿Cómo rechazar la oferta?
Una llama de deseo se enciende en mi interior calentándome el cuerpo. Necesito seguir disfrutando de esta experiencia y sé que solo puede suceder si me quedo a jugar con los gemelos.
¡A la mierda ser igual a todos!
Nosotros tenemos un secreto. Nosotros somos tres.
Y entonces me doy cuenta que mi corazón no necesita elegir. Me puedo quedar con los dos. A ellos no les molesta. ¿A mí? ¡Mucho menos!
—Hannah. — Levanto los ojos encontrando la mirada de Santino. Luce bastante preocupado por mi reacción muda. Sé que estoy abriendo y cerrando la boca como un pez fuera del agua. Repite mi nombre.
—Lo siento. Me quedé perdida en mis pensamientos. —Murmuro mientras intento sonreír. Estoy nerviosa, las manos me sudan y el corazón me late desbocado.
— ¿Se puede saber que estás pensando? —Pregunta un temeroso Sebastián que se encuentra pálido.
—Yo solo...—Trago saliva. Decido dejar de lado mis miedos y sonrío ante sus miradas impacientes—. Solo quería que sepan que los quiero de la misma manera que ustedes. Sé que al igual que yo, presienten mi terror sobre el que dirán, pero necesito que me den tiempo para mentalizarme que lo nuestro es... real. Me gustan. Demasiado.
Dan los pasos que restan para tenerme rodeada entre sus brazos. Respiro hondo y cierro los ojos disfrutando de sus fuertes cuerpos a mi alrededor. Nos quedamos así por un largo tiempo. Santino es el primero en alejarse, acunar mi rostro y besar mis labios. Lo correspondo con las mismas ansias y deseos. Sebastián reclama mi boca justo después de que su gemelo me deja ir.
—Tengo que irme. Hay algo que debo resolver en casa.
Asienten a mi inesperada petición. Vuelvo a besar a Sebastián y a Santino para despedirme. Salgo de la casa de los gemelos y cruzo la calle hacia mi hogar. Hay algo que tengo que solucionar con Hugo. Sé que le preocupa algo y estoy bastante segura que su malhumor tiene que ver con sus amigos.
—Hola Hannah. —saluda Bruno, cuando me ve entrar.
Le sonrío, correspondiendo el saludo. Los dos se encuentran sentados en el sillón y me observan con una mirada curiosa. Bruno tiene esa carismática sonrisa pintada en los labios. Hugo por su parte clava sus ojos verdes en mí como el más feroz animal.
— ¿Podemos hablar? —Digo sin dejarme intimidar por su mirada. Ya no quiero atrasar esto. Necesito hablar con alguien antes de explotar. Y no hay nadie en quién confíe más que mi hermano mayor.
ESTÁS LEYENDO
Nosotros | Serie Curioso amor - Libro 1 [+18]
RomanceY entonces comprendí que mi corazón no necesita elegir. Me puedo quedar con los dos. A ellos no les molesta. ¿A mí? ¡Mucho menos! 🏆 𝐏𝐑𝐄𝐌𝐈𝐎🏆 𝐒𝐮𝐧𝐫𝐢𝐬𝐞 𝐀𝐰𝐚𝐫𝐝𝐬 𝐒𝐮𝐦𝐦𝐞𝐫 𝐄𝐝𝐢𝐭𝐢𝐨𝐧 𝟐𝟎𝟐𝟎 - 𝐒𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐋𝐮𝐠𝐚𝐫 💭𝐎𝐏𝐈...