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Viernes 25 de abril

¡Estoy que trepo las paredes de la impotencia!

Hoy, en el trabajo, fue uno de los peores días de mi vida. Estaba tan lleno el lugar que no me di cuenta que el cliente que estaba atendiendo, en un abrir y cerrar de ojos, se llevó consigo tres pares de zapatillas deportivas.

Irene, mi jefa, dio el grito en el cielo cuando se dio cuenta a través de la cámara de seguridad. Intenté razonar. Quise que entienda que no era mi culpa, pero no, ella estaba dispuesta a que cargue con lo ocurrido.

¡No fue justo!

Ella es la encargada de controlar las cámaras de seguridad, pero se encontraba tan entretenida hablando con una amiga que le cayó de sorpresa, que se descuidó.

Si hubiera estado haciendo lo que debía entonces atraparíamos al maldito desgraciado que se llevó las zapatillas.

Ramiro llegó mucho antes de su turno. Su presencia sin dudas fue un alivio para el viernes de loco que estaba teniendo. Lo único malo es que me iban a descontar el dinero del robo.

¡Estoy que trepo las paredes!

Mi padre sigue escapando. Bueno, en realidad no lo hace. Soy yo quién lo ve de esa manera. Es un gran error. No estoy siendo razonable y mucho menos justa.

Lo que sucede es que no encontramos un momento para hablar. Si yo trabajo, él trabaja o simplemente nos desencontramos.

Creo que esta charla está tardando más de la cuenta por alguna razón que solo el destino sabe.

Sé que está dolido, pero por ahora no puedo hacer nada. Al menos mamá mencionó que esta triste por nuestra discusión.

Eso solo deja en evidencia que papá, aunque no lo demuestre, intenta resolver las cosas.

¡Estoy que trepo las paredes!

Los gemelos me dejaron plantada. Hice una exquisita cena para los tres, pero me cancelaron con un mensaje en el grupo de WhatsApp.

Por lo menos tuvieron la decencia de admitir y confesar que todos estos días desaparecieron para que nuestra tensión sexual explote en el momento que estemos en casa de George.

Estoy ávida de deseo. Todo mi cuerpo pide, exageradamente, una liberación, un orgasmo que me quite los sentidos. Lo único que pude hacer durante estos días fue jugar conmigo misma.

Fantaseé con los gemelos una y otra vez. No ayudaba en absoluto los miles de mensajes que me enviaban los hermanos Ferrer con claras y sucias insinuaciones.

Esos hombres no están siendo justos. Me están volviendo loca. Bien podría cancelar la noche de mañana como castigo para ir a casa de George, pero si no lo hago es porque necesito el encuentro más que el aire que respiro.

Puede que me tengan donde quieren, en el punto más alto del clímax que por ahora solo puedo imaginar... pero eso no significa que no les voy hacer pagar por estos días del infierno.

Nosotros | Serie Curioso amor - Libro 1 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora