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* SEBASTIÁN *


— ¡Sebastián!

Estoy furioso. Es la primera vez en mi vida que no sé cómo afrontar una situación. No ayuda escuchar cómo ella me grita una y otra vez como una loca. No quiero, pero tengo que hablar con ella. Doy media vuelta y la encuentro de frente.

— ¿Qué es lo que quieres Karina?

— ¿Dónde te vas dejándome así?

Se tambalea y tropieza con sus propios pies. Está borracha, tiene el cabello despeinado y sus ojos miel están rojos por culpa del alcohol.

No dice nada así que intento hablar civilizadamente, no puedo porque me sorprendo cuando la palma de su mano se estrella contra mi mejilla.

— ¡Cómo te atreves a dejarme hablando sola! ¡A mí! —me empuja con nada de fuerza y como no consigue lo que quiere, lo vuelve a intentar, pero se balancea hacia atrás. Le sujeto del codo para estabilizarla—. ¡Suéltame! Puedo conmigo misma, cretino.

No quiero estar en este lugar. Lo único que quiero es llegar hasta donde está Santino, porque desde que Hannah nos dejó afuera del club, hace más de dos horas, mi hermano decidió beber como si no hubiera un mañana.

Lo descuidé cinco minutos para ir al baño y al regresar a la barra, se había ido. Lo busqué por todo el puto club. Le llamé, envié mensajes y nada.

Cuando salí a la fría noche de la madrugada para ver si no estaba en la calle, recibí un mensaje suyo que iba hacia donde estaba el auto. ¿Y dónde se nos ocurrió estacionar? En la esquina del edificio donde vive Hannah.

Tenía dos opciones en mente de lo que podría hacer Santino. Que haya ido hasta el edificio para hablar con Hannah o que suba al auto en estado de ebriedad pura para conducir a casa.

Rogaba a todos los dioses que haya ido en busca de Hannah porque no me iba a perdonar nunca si algo le pasaba por conducir en ese estado.

Nada de esto hubiera pasado sino la hubiéramos visto salir con un hombre del edificio, justo cuando llegamos para hablar con ella.

— ¿Me estás escuchando lo que digo?

— ¡Carajos, sí! Claro que te estoy escuchando. Es solo que me estás sofocando. Desapareciste nueve meses... ¡nueve meses! Y ahora pretendes que te haga caso en tus caprichos.

— ¿Caprichos? ¡Estás loco! Sabes perfectamente que te amo. Lo mío no es un capricho.

—Entonces ¿qué es?

—Amor por ti. — Ignoro la profundidad con la que dice amarme y volteo para marcharme, sin embargo, puedo escuchar cómo me sigue—. Sebas, cariño mío.

Nosotros | Serie Curioso amor - Libro 1 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora