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¡No puedo más!

Todo mi cuerpo está cubierto por una leve capa de sudor. Puedo sentir el rostro sonrojado al rojo vivo quemando mis mejillas. El cosquilleo en mi bajo vientre se siente como si fuera a explotar justo en este instante. La tensión crece, crece y sigue creciendo. Soy capaz de oír mi acelerada respiración. El corazón me palpita a una velocidad vertiginosa. Es imposible detener el inminente placer que estoy a punto de recibir.

Jamás imaginé que tener sexo con los gemelos me haría tocar el cielo con las manos. Lentamente, pero con fuerza el orgasmo se va construyendo. Las piernas comienzan a temblarme. Toda yo tiemblo por las frenéticas embestidas acompasadas que colisionan en mi interior.

Santino, quién está debajo, me toma de la cintura para empujarme más cerca. Prácticamente me aprieta hasta tener mis duros pezones contra su torso. Escucharlo gemir en mi oído me enciende aún más. Esto es sublime. Ya no contengo los gritos que escapan de mi boca.

Sebastián sigue el ritmo de su hermano. Una de sus manos está sujetando mi alborotado cabello jalando en cada embestida. Se ayuda con su otra mano que la tiene en mi hombro para guiarme hacia él.

¡Y ya definitivamente no puedo más!

Sentir sus miembros moverse en mi interior con una pasión deliciosa es lo que me lleva a gritar de placer. Estoy prácticamente jadeando y buscando la boca de Santino para callarme a mí misma con un desaforado beso.

Es la tercera vez que me toman al mismo tiempo y con cada nuevo encuentro sexual me doy cuenta de lo mucho que me gusta. Me convierto con ellos en una mujer apasionada, depravada y hambrienta de sexo.

Un nuevo tirón en mi pelo rojizo y Sebastián me obliga a incorporar. Suelta mi cabello usando las manos para empujarme desde los hombros hacia atrás hacia su encuentro. Santino aprovecha la oportunidad de jugar con mis senos. Su boca va a uno y luego al otro. Los succiona, los lame y muerde.

Grito, tiemblo y cierro los ojos. Ya no puedo hacer nada por contener el inminente orgasmo. Me corro como si mi vida dependiera de ello. Mi mente fácilmente queda en blanco. Uno de los gemelos, no sé quién, maldice utilizando palabras muy sucias.

Me acomodan sobre la cama una vez que están fuera de mi adolorido y cansado cuerpo. Se acuestan cada uno a mi lado encerrándome. Siento sus manos acariciando mi piel erizada. Aun me siento sensible por el increíble orgasmo así que involuntariamente jadeo al rozar los muslos.

—Eres tan hermosa, Hannah. —La voz de Santino hace eco en la habitación.

Nos quedamos en esa posición un par de minutos y cuando me siento al fin dueña de mi cuerpo, decido cambiar de posición quedando boca abajo con los codos sosteniendo mi cuerpo. De esta forma puedo ver a los hermanos Ferrer en todo su esplendor.

Sebastián coincide con su hermano con respecto a que soy hermosa, pero agrega un comentario sexual que me hace sonreír y sonrojar.

—A mí lo que me gusta es lo linda que te ves cuando llegas al orgasmo. No hay nada más perfecto que ver tu rostro satisfecho de placer.

Nosotros | Serie Curioso amor - Libro 1 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora