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Jueves 24 de abril

Una mujer siempre necesita un mimo al alma.

Así que aquí estoy, perdida entre la ropa interior de encaje buscando algo bonito y sexy. Tengo conjuntos sensuales, pero nada atrevido como el que acabo de meter en el canasto para comprar.

Me llaman la atención el azul, negro, blanco y melocotón. El ganador es un delicado conjunto en color vino.

En mi imaginación soy capaz de fantasear con la mirada ardiente de los gemelos. Quiero que se vuelvan locos y que sus erecciones crezcan nada más quitarme la ropa.

Deambulo por la tienda de aquí para allá. Busco algunas cositas que llamen mi atención. Me doy el gusto de comprar lo que me agrada.

Con la canasta llena voy hacia la caja registradora. Minutos después salgo de allí con una enorme bolsa. Disfruto el camino de regreso al departamento con la cálida tarde de verano.

No tuve la oportunidad de ver a los gemelos. Los días pasan y la tentación de llegar de sorpresa al taller, es inmensa. Entiendo que están ocupados, pero me parece extraño no estar junto a ellos.

No me quiero convertir en una novia asfixiante o dependiente, por lo que me repito, que es ansiedad por lo que nos espera el sábado.

Sí, de eso se trata. ¡Ansiedad!

Para cuando llego a mi vecindario, Hugo está de pie fuera del edificio.

—De compras, ¿eh?

Su sonrisa astuta crece. Me acerco, lo abrazo e ignoro la manera con la que intenta sonsacarme información. El muy picarón sabe de dónde vengo. La bolsa con el nombre de la tienda me manda al frente.

— ¿Todo en orden por casa?

—Sí. Nada de qué preocuparse.

—No tuve la oportunidad de hablar con papá. Eso a mí me preocupa.

—Hannah, mamá te dijo que tengas paciencia.

—Sinceramente hermano, no sé cuánto voy aguantar.

—Como siempre quieres que todo se solucione ahora, ya, en el momento. — asiento dándole la razón—. Por cierto, ¿le pasa algo a Jess?

—¿Porqué? — pregunto curiosa.

—Está actuando extraño.

—¿En qué sentido?

—Nada, nada. — dice, sacudiendo la mano para restar importancia a lo que sea que iba a decir—. ¿Entramos?

—Sí. Vamos, te invito algo para comer.

—Mas vale que así sea o asalto tu heladera.

Hugo se queda conmigo el resto de la tarde. Terminamos en la sala sentados en el suelo con una enorme bolsa de papas fritas mientras vemos una película.

Habla de tantas cosas a la vez que por un rato me olvido de los gemelos. Disfruto de su compañía. Charlamos de su vida sin mencionar de nuevo a Jess o a Bruno.

No soy tonta, algo está sucediendo con mi hermano, mi mejor amiga y mi amigo de la infancia. Sin embargo, me guardo esos pensamientos, si Hugo no quiere hablar, lo entiendo.

Esa noche antes de dormir, observo los detalles de la ropa interior que compré. Estoy absolutamente enamorada del color vino.

Sé lo que va a suceder en casa de George. Sé la manera en la que me van a reclamar. Las fantasías que me vienen a la mente me hacen temblar de anticipación.

Los pezones se me endurecen bajo la remera del pijama. Un cosquilleo agradable viaja justo en el centro de mis piernas. Tengo calor. Estoy ardiendo.

¡No lo puedo soportar!

Los gemelos me aseguraron que harían todo lo posible para vernos el día de mañana. Tengo la sensación de que eso no va a suceder.

Puedo poner las manos al fuego y afirmar que lo que están haciendo es aumentar la tensión sexual de nuestro encuentro para el sábado.

Pueden soportar esta locura ¡Yo no!

Es por esa razón que termino con la mano dentro de la prenda interior, mientras que con la otra mano jalo mis duros pezones que protestan por atención.

Sí, necesito esto. No se siente tan bien, pero estoy segura que los gemelos se van a encargar de solucionar esto para el fin de semana.

Nosotros | Serie Curioso amor - Libro 1 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora