13.

17.9K 1.1K 72
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

13

No me doy cuenta de que aún tengo puestas las zapatillas hasta que me encuentro de rodillas en el sillón. Mi cuerpo, febril y tenso, aguarda ansiosamente lo que está por venir.

El cosquilleo en mi vientre se intensifica cuando los gemelos se acercan y se colocan justo detrás de mí. Aunque no me tocan físicamente, la sensación de sus miradas fijas entre mis muslos despierta una excitación que me hace mover las caderas, buscando su contacto.

¡Qué mala idea! No sé quién de los dos lo hace, pero siento un azote repentino en mi nalga que me hace gritar de sorpresa.

—Siempre tan ansiosa—La voz ronca proviene de Sebastián. Me acaricia el trasero y vuelve a estrellar la mano en un fuerte azote. Me encanta—. Por muy tentador y exquisito que esto se vea, hoy quiero tu boca. ¿Qué dices cariño?

Asiento, pero no conforme con mi respuesta silenciosa, vuelve a azotar mi culo para que hable. Un, "sí lo haré", sale de mi boca y eso lo hace gruñir de deseo.

—Bien. Significa que me voy hacer cargo de esta cosita preciosa—Dice Santino a la vez que azota mi vagina—. No te preocupes Hannah, voy a darte lo que necesitas justo ahora.

Unos segundos después, Sebastián se encuentra desnudo frente a mí, revelando su cuerpo con una presencia imponente. La luz tenue de la sala resalta los contornos de su figura. Con gracia, mueve su mano arriba y abajo a lo largo de su firme erección. 

Sus testículos están hinchados, su glande resplandece con el líquido preseminal que ansío probar. Mis labios se humedecen instintivamente mientras mi lengua se desliza tentadora por ellos, como si ya estuviera saboreando el deleite que está por venir.

Su masturbación se intensifica, su mano se cierra con rabia en torno a su longitud y sus movimientos se vuelven más frenéticos, como si estuviera ansioso por alcanzar el clímax que lo espera al final de este viaje de placer.

—No tienes la más mínima idea de lo que me haces sentir pequeña descarada. No creas que te voy a dar el gusto de ver cómo me corro en la mano. Todo lo que tengo guardado irá hasta el fondo de tu garganta y lo vas a tragar como una niña buena. Ven aquí cariño, necesito tu boca.

Nosotros | Serie Curioso amor - Libro 1 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora