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Mientras preparo café, puedo escuchar con claridad como mi madre tranquiliza y agradece su preocupación a los gemelos.

No tuvimos oportunidad de hablar. Reconozco que es mejor así porque, aunque suene estúpido, todavía no sé cómo enfrentar lo que sucedió.

A todo esto, le tengo que sumar el enfado de Jesica. Su mensaje fue: "Espero que tengas una razón lógica para dejarme sola esperando"

Por lo que pasó olvidé por completo nuestra salida de ayer por la noche. La dejé esperando y me siento una mala amiga. No me gustaría que alguien me cancele sin dar un motivo y es por eso que tengo otro tema que solucionar.

El principal está justo en la sala. ¡Los gemelos!

— ¿Necesitas ayuda?

Doy un pequeño brinco al oír su voz. Volteo hacia él.

—No, todo está bien.

Es evidente que se encuentra malhumorado, cansado y ofendido. Silencio incómodo nos rodea. Las enormes manchas oscuras en el rostro lo hacen lucir peligroso.

—Hannah, ¿qué sucede?

—Nada. Estoy preparando café.

—Sabes muy bien que no me refiero a eso.

Le dejo de ver, termino lo que estoy haciendo y temblando coloco las tazas llenas en una bandeja y antes de poder salir de la cocina, lo tengo justo al frente irrumpiendo mi camino.

—Por favor, ahora no. —Le suplico.

—Entonces sí está sucediendo algo. —Afirma.

—Sebastián, ¡claro que sucede algo! Es solo que no es momento de hablar. Cuando estemos a solas les voy a decir lo que pasó. ¿De acuerdo?

— ¿Estás segura? Porque no has hecho otra cosa que escapar de nosotros. —El reproche en su voz es innegable.

—Tengo mis razones.

—Quiero, no, necesito que me las digas en este instante.

—No me exijas hablarlo. No es momento.

— ¡Hannah! —Implora aterrorizado y confundido.

— ¡Basta por favor! —Digo, con la voz entrecortada. No me quiero derrumbar y llorar cuando mi familia está en la sala—. Esperan por el café. Te prometo que luego les diré todo. ¿De acuerdo?

—Bien. —Asiente.

Juntos nos vamos hacia la sala. Dejo la bandeja en el centro de la mesa ratonera de madera. Papá, Hugo y Santino agarran cada uno de sus tazas. Sebastián se sienta donde se encontraba antes de asaltarme en la cocina con la excusa de ayudarme.

Mamá me observa de reojo y debe notar mi silenciosa señal porque no dice nada por el estado que llevo encima. No sé qué haría si la mujer que tanto amo deja de estar en mi vida así que me acomodo a su lado y le sujeto de la mano con suavidad.

Nosotros | Serie Curioso amor - Libro 1 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora