Nosotros | Serie Curioso amor - Libro 1 [+18]

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¡Finalmente llegamos! ¡Esto es increíble!

Emocionada al ver la cama recién hecha, me lanzo hacia ella rebotando un par de veces mientras me río a carcajadas. Me incorporo y miro alrededor.

La habitación es preciosa, con una ventana de vidrio corrediza que va desde el suelo hasta el techo. Desde donde estoy, puedo ver el mar. La ubicación del hotel está a solo unos metros y eso lo hace perfecto.

Me levanto y camino hacia el baño. Sí, es idéntico a las fotografías del sitio web del hotel que visitamos. No puedo resistirlo, me acerco a la ventana corrediza, la abro y salgo al pequeño balcón. La vista es asombrosa. El extenso azul del mar se pierde en el horizonte. No hay ni una sola nube en el cielo.

El cálido viento acaricia mi piel, los diferentes olores se mezclan en el aire, la música lejana llega hasta donde estoy, la gente, todo, absolutamente todo se siente bien. Estoy emocionada. Esperé mucho por este viaje. Desde que les conté la idea, no pude dejar de pensar en los planes que podemos llevar a cabo en estas ocho noches para disfrutar al máximo.

Escucho voces procedentes del pasillo. Volteo y veo a los gemelos entrando a la habitación. Dejan sus maletas a un lado y cierran la puerta. Sonríen al verme mientras avanzan hacia donde estoy.

—¡Increíble la vista! —dice Santino. Se para junto a mí, apoyando la cadera en el balcón mientras cruza los brazos. Me encanta cómo los músculos de sus brazos se tensan bajo la remera que lleva puesta—. Tenías razón. Todo está cerca.

—Yo creo que deberíamos bajar a la playa. Aún es temprano y podemos disfrutar de la tarde. ¿Qué opinas, cariño? —Sebastián me besa en la cabeza mientras coloca una mano en mi cintura, atrayéndome hacia él en un abrazo cariñoso. Levanto la vista—. A menos que tengas otros planes en mente.

—Yo pensé que podríamos estrenar la cama y luego ir a la playa.

Santino a mi lado suelta una fuerte carcajada. Volteo para ver la razón de su risa. Sacude la cabeza.

—Te volviste insaciable, pequeña y dulce Hannah. Pero, ¿quién somos nosotros para negarte el placer?

— ¿En serio? ¿Me volví insaciable? —pregunto, con inocencia.