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Lunes, 14 de abril

Guardo la caja de zapatillas color negra y busco otra del mismo talle, pero en mostaza. Salgo del depósito y voy de regreso con la chica delgada de cabello oscuro como la noche.

—Aquí tienes. Espero que te queden.

Le entrego la caja y mientras se prueba las zapatillas, veo llegar a Ramiro. Me lanza una sonrisa traviesa y me guiña el ojo. Sé qué es lo que le divierte.

Ayer conoció a mi madre. Tuvimos algo así como una tarde de chicas. Delante de mamá, Ramiro dejó fluir su verdadera identidad. A ella mi amigo le cayó bien al instante en que él comenzó hablar como una vecina chismosa que no hace más que curiosear la vida de los demás.

Nos reímos, conversamos de la vida e incluso el atorrante tuvo el descaro absoluto de tocar el tema de los gemelos.

Sí, al principio me sentí un poco incómoda porque mi madre estaba con nosotros, pero luego cuando la mujer que me dio la vida sugirió juegos de tres que puedo compartir con mis vecinos, comprendí que cuando hay confianza no se puede ocultar nada.

Desde niña hay verdadera confianza entre nosotras. Y puede que suene extraño para algunas personas, pero yo sí la puedo llamar una mejor amiga. Agradezco que seamos así. Siento pena de solo pensar que hay madres e hijas que no se pueden comunicar.

—En vidriera hay una en color dorado. ¿La tienes en mi número?

La chica me regresa de mis pensamientos. Le regalo una sonrisa que no es sincera. Es la quinta vez que me pide cambiar el color. Comenzó con el azul, rojo, negro, mostaza y aquí voy de nuevo hacia el depósito.

—Alguien se encuentra de mal humor. Cariño, tu vibra negativa se nota de aquí a la otra punta del país. La chica te lo está haciendo difícil ¿eh?

—No me molesta que no se decida por un color o que tenga que ir y venir al depósito. Es el período quién hoy me quiere volver loca. Tengo un espantoso dolor de vientre.

— ¡Mierda! Eso es un problema.

—Lo sé. No te imaginas lo que algunas mujeres sufrimos.

—No me refiero a eso. Lo digo porque no vas a poder tener sexo con los ardientes gemelos. A no ser que tú seas de esas chicas a las cuales no les molesta...

—Te lo ruego, ¡no termines esa oración!

—Calladito me veo más bonito. —Su expresión me hace sonreír.

—Malditas zapatillas doradas.

—Hay personas que no tienen sentido del gusto.

—Lo dices porque eres la reina de la moda.

—Obvio, querida. — Coloca las manos en la cadera, levanta el mentón con orgullo y poza como si estuviera en una increíble sesión de fotos para la portada de la revista más importante del planeta tierra.

Nosotros | Serie Curioso amor - Libro 1 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora