Maneras para no llorar y seguir viviendo

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El mundo se está derrumbando, eso lo sé, lo sabemos todos, hoy ya no es ayer, hoy parece más bien un mañana que no alcanza a vislumbrarse bien, un mañana que parece lejano, como un amanecer, que está ahí pero que no alcanzo a palpar.

Y mis botas están desgastadas ya de tanto andar; siempre he usado botas, las prefiero por encima de cualquier otra cosa, pero me gustan también los vestidos, me gusta aquello que no se puede combinar, creo que por eso la idea de ti y de mí, siempre me encantó: fuego y agua, caos y orden, día y noche, tú y yo...

Así como escribo esto, así también soy; yo no tengo ni pies ni cabeza, pienso una cosa, pienso otra, me disperso como nieve en la montaña y eso es verdad, esto ni siquiera es poesía, no tengo intención de que lo sea, pero en serio,

¿el mundo se derrumba?

Y yo sólo quiero tomar tu mano y agarrarlo con fuerza, sostenme el mundo, ahí en tus pecas, en tus pestañas, sostenlo fuerte, no parpadees, por favor.

El mundo se ha convertido en límites, fronteras, banderas, naciones, todo sinónimo de separación, el mundo se derrumba, el cielo deja de ser azul; el azul ahora está convertido en gris intenso. Y hay estafadores, por todos lados los hay, susurran llamándose héroes, se proclaman y se dicen salvadores y lo único que hacen es dañar, ellos, ellos son el daño, se visten de poder y de falso amor, y sólo saben mentir, ellos malditos dictadores.

Las mentiras nos ahogan... en un mundo de mentiras, decir la verdad es casi una revolución.

Y dicen que debes pertenecer a un lado, que si eres diestro eres cerrado, que si eres zurdo eres libre,

¿no se dan cuenta que los lados son el problema?

En el amor no hay lados, en el amor cabe todo, el amor es más bien como un círculo, lleno, abarcador, total... Ahí en el amor cabemos todos.

Cabe aquel que aún sonríe aunque haya perdido todo. Caben dos manos de diferente color uniéndose poderosamente. Cabe aquel que le da la mano a ese animal que no tiene nada, pero que si tiene dos ojos que hablan y agradecen. Cabe quien no se rinde aunque tenga el corazón roto. Caben los despreciados por el resto, los extraños, los llamados locos. Caben los poetas que aún sueñan cambiar al mundo con sus palabras.

Sí, ahí en el amor, cabemos todos.

Y me dicen soñadora, se ríen de mí y de ti, se ríen de nosotros por soñar. Pero ellos arden, ellos se irritan porque seguimos soñando, porque amamos, porque ellos desconocen el amor. Ellos están llenos pero de odio, de dolor, de poder, tienen billetes pero no tienen sueños, ellos arden de vacío arrasador.

Y yo les respondo escribiendo, escribo para dejarlo ser; te escribo a ti, a mí, yo escribo porque las palabras necesitan ser dichas. Porque así como los sueños son efímeros, las palabras lo son igual, pero al quedar escritas, lo efímero se vuelve casi indeleble, así como tú y como yo; indelebles, perpetuos, inolvidables.

Nosotros tenemos el verde de las plantas; tenemos a los pájaros que cantan, tenemos las noches estrelladas, tenemos la vida y a final de cuentas la vida se trata de eso, de estar vivo, de vivirla, de sentirla.

Y sí ya sé, el mundo se derrumba, pero nosotros vivimos, y tal vez el mundo se derrumbe como avalancha y nos lleve con él a su paso, y no metamos siquiera las manos,

pero al final nosotros vivimos, al final mi amor, ya lo sabes, nosotros amamos.

Cien maneras de romperse y volverse a armar. PoemarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora