Por más rota que esté siempre puedo armarme de nuevo

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He aprendido algunas cosas en mi vida,
cosas tal vez insignificantes pero que hoy puedo ver con claridad,
así como se ve la belleza de tu cabello despeinado.

He aprendido que decir tanto no cuenta si no se hace mucho,
porque las palabras son tan frágiles que el viento se las lleva
y a veces se pierden y ya no las puede regresar.

Que la risa es una de las mejores cosas que han existido en el mundo,
mucho mejor que dormir escuchando el murmullo de la lluvia,
que riendo parece que todo es más liviano,
que riendo se queda un sabor dulce en los labios.

Que hay que tener cuidado en quien se confía y se cree,
la confianza es un asunto muy serio,
de esos que no se regalan,
de esos que sólo se prestan.

Que las cosas que sí puedes regalar son innumerables,
puedo regalar un abrazo, un gracias, un te puedo ayudar y una sonrisa disfrazada de bondad,
un perdón y un lo siento, la felicidad compartida y mil años de verdad.

Que tengo que hacer más cosas nuevas,
aprender siempre y nunca dejar de hacerlo,
probar nuevos sabores y cambiar el pensamiento,
escuchar nuevos ruidos y cambiar los sentimientos,
moverme tanto como vuelan los pájaros en el cielo.

Que el miedo no es un buen amigo pero si un buen consejero,
que no tengo que dejarlo llegar muy dentro,
pero si tengo que escuchar lo que no se cansa de gritar.

Que los besos saben mejor cuando son el pretexto que el amor tiene para manifestarse,
que el cuerpo es un templo y cuando se entrega desnudo, el alma también va incluida,
y de nuevo, que si es con amor, es mejor, porque todo lo que lleve amor, se vuelve especial.

Que perder a alguien que amas no se puede explicar con palabras,
los poemas y las canciones se quedan cortos,
porque a veces lo único que sirven son las lágrimas.

Que siempre tengo que decir lo que siento,
tal vez no siempre con palabras, pero decirlo de alguna manera,
porque algún día puede ser tarde y el reloj de la vida nunca se puede atrasar.

Que el tiempo pasa rápido y siempre es hoy,
cuando menos se ve la hora, aquello ya pasó.

Que los sueños se alcanzan aunque parezcan más lejanos que el sol,
y que al alcanzarlos me doy cuenta de lo efímeros que son.

Que se vive mejor cuando se disfruta cada cosa,
cuando se camina por la sencillez
y se disfruta con fervor el paisaje.

Que las lágrimas son como lluvia en el campo,
sirven para limpiar y hacer más visibles los colores.

Que las caídas son inevitables, puedo caer en cualquier momento;
pero que por más rota que esté, siempre puedo armarme de nuevo.

Cien maneras de romperse y volverse a armar. PoemarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora