Cuando huir se convirtió en regreso

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Huir tampoco es fácil,
huir es saber que te gana el miedo,
que estás dejando algo grande,
más grande que ese miedo que ya es inmenso.


Que probablemente te arrepientas,
y que el arrepentimiento vendrá a visitarte todas las noches como fantasma,
que se meterá en tu ventana y en tu piel,
que te saludará con una sonrisa de fuego.


Y lo sabes y lo sientes y te duele,
y

te duele como una primavera de hielo.
y lo sientes como un beso en el precipicio,
y lo sabes cómo lo sabe la luz de la aurora que termina cuando anochece.


Pero es como si no pudieras dejar de correr,
como si tus piernas no pudieran parar,
quieren pero no pueden, lo intentan pero no paran.


Como si tu corazón hablara en susurros,
y sólo pudieras escuchar los gritos de tu cabeza,
y tu cabeza sólo pudiera decir: vete, corre, huye...

Y eso haces;
huyes, pero tropiezas,
te vas, pero te caes,
corres, pero te golpeas muy fuerte,

y entonces lo recuerdas,
justo ahí en el piso, más rota que nunca,
en ese momento compruebas que;

puedes huir de todos,
menos de ti.

Cien maneras de romperse y volverse a armar. PoemarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora