Y a ti te quiero decir gracias

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Gracias por regalarme tantos años tu compañía, tus consejos y tus palabras cariñosas, porque me enseñaste a ver la vida como tú la veías: bonita, a pesar de todo.

Gracias por enseñarme a amar con cada una de tus palabras y acciones, con tu mirada cuando me viste por primera vez, con tu apoyo incondicional cada día de mi vida.

Gracias por enseñarme que el amor bonito existe y que, a veces, sólo se trata de dejarse llevar.

Gracias por dejarme ver a través de tus ojos de cielo, porque en esos ojos pude verme tal cual soy por mucho tiempo.

Gracias por enseñarme que al amor, a veces, también se trata de dejar ir.

Gracias por engañarme, mientras al mismo tiempo me decías que era el amor de tu vida, y que era la única que amabas, porque pude descubrir que no puedes amar a alguien que no conoces, y que sí, es cierto, a veces las palabras, las miradas, los besos y los actos mienten.

Gracias por haber estado cuando más te necesitaba, porque me demostraste que, al final, siempre está quien quiere estar y eso está bien.

Gracias por darme la espalda cuando más te necesitaba, porque me hiciste más fuerte, porque me hiciste darme cuenta que me tengo a mí y que con eso es suficiente.

Gracias por mentirme, porque descubrí que las mentiras tienen patas cortas, porque me di cuenta lo que se siente, y porque ahora sé de sobra que yo no le volvería a mentir a alguien, como tantas veces lo hice, incluyendo las mentiras que te dije a ti.

Gracias por no confiar en mí, por no valorar lo que hice, por no escucharme, porque aprendí lo mejor: a confiar en mí misma, a valorarme y a escucharme.

Gracias por cuidarme, por preocuparte por mí, por tenderme la mano, porque en ti vi aquello de que aún hay gente buena.

Gracias por decepcionarme, porque me di cuenta que tenía demasiadas expectativas puestas en ti, las cuales en cualquier momento iban a romperse y que es mejor no esperar nada de nadie.

Gracias por perdonarme, por hacerme ver que todos cometemos errores y que lo más difícil, siempre, es aceptarlo.

Gracias por pedirme perdón, porque aprendí que parte de ser mejor persona es aceptar que nos equivocamos.

Gracias por hacerme caer y por romperme, porque aprendí que no importa cuántas veces caiga, siempre puedo rehacerme.

Gracias por tus detalles, momentos y preocupaciones, porque a veces sólo se necesita una palabra de aliento para seguir adelante.

Gracias por tu risa, tus lágrimas, tus enojos y tus alegrías, porque me enseñaste lo que es estar vivo.

Gracias por querer hacerme daño, porque descubrí que también existe la maldad, porque aprendí a no ser tan confiada, aprendí a cuidarme y a ser cada vez más valiente.

Gracias por existir, porque por ti me he vuelto más humana.

Gracias por mis ojos grandes que pueden ver la luz y la oscuridad. Gracias por mis dos piernas fuertes que pueden mantenerme firme y recorrer lugares. Gracias por mis manos que me permiten tocar la cara de mi madre. Gracias por mis oídos que me permiten escuchar la música del viento. Gracias por mi boca que puede pronunciar palabras mágicas como este gracias.

Y así digo, gracias por tanto y por nada, por lo bonito y lo malo, por lo que ya está, lo que se fue, y lo que falta. Gracias a ti, a ella, a él, a mi padre, a mi madre, a mi abuela, a todos, y a todo; a los que sí y a los que no, a los que siempre, a los que a veces y a los que nunca, gracias a la vida. Simplemente, a ti, te quiero decir, gracias...

Cien maneras de romperse y volverse a armar. PoemarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora