La poesía de hacer(te) el amor

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A veces creo que ahí en tu cuerpo nacieron los poemas,

cuando tus ojos parecen puntos suspensivos que me dejan con ganas de más,

y esas ganas las compensas al tocarme con tus manos, sin dejar nada entre paréntesis,

así como quien tiene las nubes entre los dedos, y las hace a su medida.

Tu boca se convierte entonces en mi cita favorita,

y tú con tu lengua creas la mejor historia de amor, ahí entre mis piernas,

y mis piernas te dicen lo que anhelas escuchar y ya te lo sabes de memoria,

tú sonríes pareciendo que los ángeles existen y están justo en mi cama.

Y la cama se convierte en nuestro mejor cuaderno,

mis uñas clavadas en tu espalda te recitan ese poema que nos sabemos de memoria,

mis dientes en tu piel marcan las comas de nuestra historia inconclusa,

—y sí, amor, quiero que me comas.

Entonces nuestra piel es el pretexto para darle el final feliz al amor,

y a mí, amor mío, me encanta terminar en ti.

Y la cama pasa a ser reemplazada por cualquier lugar,

porque nuestros cuerpos no saben de tiempos verbales,

ellos sólo conjugan el amor en presente,

y tú lo sabes y yo lo siento y siempre es hoy.

A veces vamos en la calle y me observas

y me dices que todo el tiempo te dan ganas de hacer poesía en mi cuerpo,

mi cuerpo te entiende y sonríe,

se agita la vibración de mi ser,

y siento la tuya llena de letras,

tu piel se estremece a cada paso, con cada verso que nos damos,

y mi piel entonces, sólo espera el momento de escribir nuevamente ese poema.

Cien maneras de romperse y volverse a armar. PoemarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora