La insoportable levedad de los domingos

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Los domingos son esos días en los que me desconecto de todo,

donde no hay nada mejor que estar conmigo misma,

con mis pensamientos y mis inseguridades,

con mis preguntas sin respuestas,

con mis deseos y mis nimiedades,

con la música y mis letras.

Ese día que no quiero ver a nadie y que nadie me vea,

que estoy ahí flotando entre la desconexión y mis ideas,

que hay una mezcla de sentimientos; no estoy ni triste ni feliz,

solo estoy, así tan fácil como conjugar el verbo ir.

Ese día que me parece que no necesito a nadie para seguir,

que así como estoy me siento bien,

que el cielo y el viento y el frío y las aves están en su lugar,

que solo tengo ganas de caminar fluyendo sin parar,

que hay tanta calma que me asusta la tranquilidad,

que no espero ya nada, solo quiero respirar,

que no me interesa si se quedan o se van,

que la puerta está abierta para el que quiera salir y entrar,

que al menos por ese día no tengo nada que lamentar.

Y tampoco sé si sentir todo eso está bien o mal.

Últimamente todos mis días se parecen al domingo.

Cien maneras de romperse y volverse a armar. PoemarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora