Abrazo

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No sabía cuánto rato habían estado pegados en esa caricia, lo único que sabía, era que en ese momento su cuerpo solamente irradiaba felicidad. Mientras caminaba hacia la sala de cristal, el joven de cabellos ébano llevaba en su rostro una sonrisa ancha y llena de satisfacción, satisfacción que no solo trastocaba su ego, sino que más bien, aquel abrazo había ido mucho más allá a aquello que se esmeraba por aparentar, una careta irrisoria para sus amigos y sensual para sus compañeras de trabajo.

Sin acallar sus sonrisas, y mientras caminaba, comenzó a recordar cual, o mejor dicho, quien era la razón por la cual en ese momento, él estaba tan feliz.

Erika...

Una chica humana que había llegado hace muy poco y que había acaparado rápidamente la atención del vampiro, eran constantes rechazos por parte de ella, que hacían que, en vez de alejarse, el pelinegro se acercara más y más.

A pesar de que el rechazo de la chica era constante, él, como un imán, la acechaba constantemente, como un depredador galante que se esmeraba lo más posible en sacar sus mejores cualidades frente a la chica castaña... su presa y como la presa no caía, el insistía.

Ninguno de los dos había comenzado con el mejor pie, pero, poco a poco, el azabache comenzó a ganar el agrado de la muchacha, eran pequeñas risas que salían de la boca de la castaña y que, a él, le alegraban completamente el día.

Dicho agrado y afecto que comenzó a ganarse el oji gris, fue coronado con aquel recibimiento de ese día... el mejor abrazo de su mujeriega vida.

Había estado fuera de la ciudad de Eel por más de dos semanas, dos semanas en las cuales había armado planes de estrategia junto a compañeros de la guardia Sombra, dos semanas en las cuales solo tenía mente para la misión. Cuando el grupo llegó, todos, incluyendo al propio líder, soltaron un suspiro de alivio producto de haber llegado por fin a casa.

Cada vez que él llegaba de una misión, muchas mujeres corrían hasta él para recibirlo, sin embargo, nadie lo acaparó ese día. Por la hora de llegada, asoció que todas estaban llenas de deberes, y las demás estaban llegando con él de la misión.

Ensimismado en sus pensamientos, no vio a una chica castaña que iba corriendo por el empedrado. Ensimismado en sus pensamientos, no vio que la joven se acercaba a pasos agigantados justo en dirección a él.

Poco a poco salió del trance cuando sintió unos brazos recorrer su espalda en un cálido abrazo. Cuando miró hacia abajo, distinguió inmediatamente a la oji violeta, si bien, el rostro de ella estaba enterrado en su pecho, aquel olor y aquella melena era inconfundible para el vampiro.

Sin saber qué hacer, se quedó mirándola por varios segundos, sintiendo como sus compañeros quedaban en silencio total alrededor de la pareja. Cuando al fin decidió corresponderle, la humana se separó bruscamente de él mientras que sus mejillas se tornaban cada vez más rojas.

-Lo... lo siento -tartamudeó nerviosa mientras se daba vuelta para huir y así despegarse de todas esas miradas estupefactas que la rodeaban, miradas de desdén, miradas de envidia, miradas amables y comprensivas, miradas sorprendidas.

Antes de que la chica huyera, el líder de la guardia Sombra la tomó de la mano.

-Adelántense -habló Nevra mientras su guardia comenzaba a caminar, algunas a regañadientes y el resto en silencio y con sonrisas de agrado.

-Perdón Nevra... yo... yo no quería -balbuceó la castaña.

-Puede que tu no quisieras -suspiró- pero yo si quería -sonrió y la abrazó cálidamente-... así que aprovecha -sonrió ladino.

Era un abrazo protector, abrazo con una mujer en el que por primera vez se permitió cerrar los ojos y sonreír, y en verdad que todo aquello era ilógico, un casanova de primera no podía estar disfrutando tanto un abrazo, sin embargo, lo estaba haciendo. Agachó la cabeza para poner el mentón en la cabeza de ella mientras que la chica se escondía en el pecho de él producto de la vergüenza que estaba pasando en ese momento.

Pasaron unos minutos aferrados el uno al otro, hasta que ella decidió romper el abrazo.

-Tan esquiva que eres conmigo y ahora tan cariñosa que andas preciosa. -susurró mientras llevaba esa sonrisa socarrona en su rostro.

-Karenn comenzó a preocuparse y de paso me hizo preocuparme a mí...

-Ya veo... y... ¿qué te parece Karenn?

-Me cae bien...

-¿No ha dicho nada en particular?

-No que yo sepa.

-Bien, más tarde te busco para que pasemos tiempo -volvió a sonreír.

-No creas que quiero pasar tiempo contigo -lo miró seria. - no te hagas ilusiones.

-¿Cómo no me voy a hacer ilusiones si llegas corriendo a abrazarme? –comenzó a molestarla.

-No llegue corriendo -se defendió mientras nuevamente los colores subían a sus mejillas.

-Si lo hiciste, te vi... acepta que me quieres. –le acarició tiernamente el pelo, con este gesto ambos se miraron con una sonrisa en sus labios.

Él se despidió al fin, excusándose del reporte que debía hacer ante Miiko. Él comenzó a caminar mientras sentía como la mirada de la chica se clavaba en su espalda, sin duda, tenía muchas ventajas ser un vampiro puesto que así percibía el mundo de una manera distinta reparando en pequeños detalles casi imperceptibles para el resto.

-Veo que te extrañaron eh...

-¡Valkyon!- exclamó sorprendido Nevra al ver a su compañero esperándolo con una sonrisa ladina. –Oye no me mires así- se defendió.

Te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora