Erika
-Ando cansado, como este lugar no es muy seguro tendremos que hacer guardia. Me iré a dormir mientras tú vigilas... ¿Te parece? –me preguntó.
-Si...
-¿Te duele algo?- me miró.
-No...
No hallaba el momento de que él se fuera a dormir para quedarme sola, sin embargo mi compañero parecía rehusarse a dejarme. Decidí no mirarlo pues cada ápice de "amabilidad" hacia mí me molestaba.
-Bien – se convenció al fin, entro a la carpa y para cuando creí que estaría sola él nuevamente llegó ante mí para ponerme el saco ,en el que yo dormía, encima de mis hombros, luego de esto se fue.
Comencé a apegar la cabeza en un árbol para mirar hacia el cielo cuando de repente un extraño calor comenzó a incorporarse a mi cuerpo, era Shaitán, quien se echaba al lado de mi pie herido, seguramente me vigilaba como había hecho durante todo el viaje, o quizás simplemente quería cuidarme, en cualquier caso agradecía enormemente la calidez que el animal me brindaba en aquel momento.
No me permití cerrar los ojos puesto que debía cumplir con mi deber, debía ser una buena vigía aunque tuviera a Shaitán a mi lado. Me alivie al darme cuenta de que el dolor en mi tobillo había desaparecido para dar paso al descanso por lo que comencé a mover el hueso lentamente para así cerciorarme de que todo volvía a la normalidad.
Suspiré cansada, abatida, puesto que el dolor que sentía en aquel momento era algo impalpable, un nudo en la garganta y una punzada en pecho que no me dejaban respirar libremente, para combatir esa incomodidad comencé a acomodarme mejor pero lamentablemente nada cambió. Acerque mi mano al pecho para poder ver si tenía alguna herida física, sin embargo mi búsqueda fue infructuosa. Inmóvil, esperé a que pasaran los segundos, los minutos y hasta las horas.
Quieta en aquella noche etérea, comencé de pronto a escuchar un rugido.
-Shaitán –lo moví -¿sentiste eso? –lo miré asustada.
A pesar de la inquietud palpable que sentía, el perro ni se inmutó, es más, pareció acomodarse mejor encima de mi pierna.
Comencé a asustarme cuando nuevamente escuche el ruido, este comenzaba a sentirse más fuerte, algo que pareció no importarle al perro puesto que seguía imperturbable. Moví mi pie para quitarme al animal de encima, me levanté y tomé un palo que tenía a mi lado.
-Estúpido Nevra debiste al menos dejarme un cuchillo para defenderme –susurré mientras me levantaba.
Al comenzar a caminar y apoyar el pie que me había herido lo hacía cojeando, sin embargo esto no era por el dolor, sino por una leve molestia que sentía. No quería que Nevra me viera cojear puesto que me querría cargar nuevamente y yo no quería eso, no quería volver a ser una carga para él, no quería que me hiciese sentir así de nuevo.
Lentamente comencé a acercarme a la carpa para advertir de los ruidos al líder de guardia, sin embargo paré en seco cuando sentí otro rugido casi gutural aún más fuerte. Los vellos de la piel se me erizaron al instante puesto que aquellos ruidos graves venían desde el interior de la carpa. No podía ser, siempre el "señorito" se jactaba de sus grandes dotes auditivos, a pesar de esto si algo había entrado para atacar a mi compañero iba a ser solo mi culpa puesto que yo era la que tenía la responsabilidad de cuidar de él. Aún con el palo en la mano abrí lentamente la puerta de la carpa, me quedé mirando hacia el interior sin encontrar nada sospechoso. Observé con presteza aquello que podía emitir ese áspero sonido cuando de pronto mis ojos se enfocaron en la cara del vampiro, y así nuevamente se escuchó el fuerte gruñido.
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Te recuerdo
Lãng mạnEl líder de la guardia Sombra era el típico hombre apuesto que utilizaba sus virtudes para hacer caer a las jovencitas que lo perseguían día y noche... al menos era eso lo que él quería aparentar. El C.G se impregnaba de nuevas reclutas, entre ellas...