Te amo

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Holas, he llegado –hace un baile triunfal- esta semana he empezado mis clases así que los capítulos irán demorándose un poco más. No quiero hacerles esperar, pero las responsabilidades universitarias son más importantes. En fin, aquí les dejo el nuevo capítulo, espero que lo disfruten c:

Imaginen, disfruten, voten y comenten.

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Te amo

Aún se sostenían el uno al otro mientras se abrazaban frente al océano iluminado. Erika lo miraba fijamente perdiéndose en cada una de las maravillosas sutilezas que componían el rostro del pelinegro, por otro lado, él dejaba acariciar sus dedos en base al contorno del cuerpo de la faelienne, una caricia que terminó en el delineo de la comisura de los labios de la mujer. Al sentir los dedos del vampiro en su boca, ella decidió hacer lo mismo con él, con total dulzura acercó su mano izquierda al rostro del crepuscular para posarlos encima del labio inferior de su amado. Embelesados, poco a poco comenzaron a acercarse hasta unirse en un beso que ambos esperaban desde hace semanas.

Un beso tímido que luego pasó a ser más demandante. La mano del nocturno se movió hasta el mentón de ella para sujetarla desde ahí, mientras que, por otro lado, ella rodeó el cuello del vampiro para así comenzar a acariciarle la cabeza. Cuando sintieron que el aire les comenzó a faltar, la pareja se separó para tomarse un pequeño respiro.

-¿Qué pasará con las chicas? –se atrevió a preguntar mientras se volvía a acurrucar en el pecho del azabache.

-¿Qué pasará de qué?

-Tú dijiste que debías mantener una reputación y...

-Que se vaya al carajo la reputación. –le sonrió.

-Pero ¿y tu alimentación?

-Hay hierbas suplementarias, puedo además conseguir sangre en la enfermería.

-No me molesta que te metas en otro cuello, creo que lo que sí me molestaría sería que estuvieras coqueteando para conseguir el alimento.

-Lo sé... -de pronto sintió que las manos de la faelienne pasaron por encima de su cabeza para finalmente sacarle el parche.

-Me gusta verte a los dos ojos.

-Ya me lo has dicho preciosa. –le besó la mejilla. –Entonces... -su mirada tierna cambió a una mirada más picarona- Con respecto a la oferta...

-¿Qué oferta?

-Eso de... ya sabes... Lo de tocarte.

-¡Jamás! –se negó.

-¿Por qué jamás? –comenzó a reír.

-Porque... pues... porque eres un pervertido.

-Erika –la miró con una sonrisa triunfal- tú siempre mal interpretas las cosas. Te digo de tocarte la espaldita, –comenzó a enumerar- el cuellito, los brazos, tu hermoso pelo... a ese tipo de manoseos me refería yo. –comenzó a molestarla. –Tienes la mente muy sucia Erika...

-¡Mentira, no te referías a eso!

-¿A que me refería entonces? –se rio.

-Pues... tonto –se molestó- siempre me dejas a mí como una pervertida.

-Porque lo eres...

-Tú eres el pervertido.

-¿Por qué dices eso? –alzó una ceja- yo soy un santo...

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