Pasado

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Es corto, pero es navideño. Aprovecho de dejar en claro que lo que leerán a continuación es algo tipo spin off, puesto que ni yo sé el final de la historia. Considérenlo un punto paralelo, algo que no sabemos si ocurrirá, un quizás.

¡¡Disfrútenlo y feliz navidad!!

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Nievedad

La vida no es un juego, sin embargo, quizás, si se toman las decisiones correctas, en algunos años o en un plano diferente a la realidad que he contado, una pareja esté frente a la chimenea en un día de nieve, una pareja sentada en un sillón hablando de cosas triviales como la vez en la que ella se tiró en trineo junto a Jamón, así como la vez en la que él le regaló una bufanda por la primera nievedad.

-Es Navidad. –sonrió ella, mientras se acariciaba el vientre.

-Mentira, es nievedad, no intentes cambiar las cosas, Erika. –sonrió galán.

Al ver la insistencia del vampiro, ella negó mientras sonreía, porque a pesar de todos los años, él seguía siendo la misma persona que hacía de todo para hacerla reír, y además, porque el término "nievedad" le parecía mucho más tierno.

-Entonces, ¿mañana a quién invitaremos? –preguntó, el azabache.

-Karenn, Moyra, Katriel, Andwin, Mathyz, Ezarel, Eweleïn, Valkyon... -ella comenzó a enumerar.

-¿No crees que son muchos? –Nevra levantó una ceja.

-No, son nuestra familia después de todo. –contestó feliz.

-Mmm... -murmuró, el pelinegro, mientras agachaba la cabeza para mirar de frente la panza de Erika. –Si tú eres feliz, yo también lo soy. –besó tiernamente el vientre de su esposa. –Te ha crecido mucho... -balbuceó para al fin levantarse del sillón.

-Sí, supongo...

-¿Sabes qué? –ella lo miró con atención. –te haré una confesión. –sonrió, el vampiro.

-Soy toda oídos. –ella levantó una ceja, las confesiones de Nevra siempre significaban dos cosas, o un zapatazo por la cabeza del infantil vampiro, o las lágrimas producto de una emoción.

-Tú no me gustaste cuando te vi por primera vez... no me gustaste realmente cuando me empujaste o cuando me tratabas de caliente...

-¿A no?

-No...

-¿Cuándo comencé a gustarte entonces? –indagó, la castaña.

-Lo hice cuando supiste que eras faelienne y te encerraste en tu habitación, una vez que te llevé tu comida porque tu no querías comer... ese día te hablé de la familia porque vi tu dolor, el mismo que una vez sentí yo... empaticé y te vi como una igual. –confesó.

Ella terminó por sonreír mientras se le llenaban los ojos de lágrimas.

-Te amo... los amo. –se acercó a la castaña para dejarle un beso en los labios para al fin ubicarse fijamente frente al vientre de su amada... -feliz nievedad Caleb... pase lo que pase, siempre estaremos junto a ti. –apegó su oreja a la distancia de su futuro hijo.

-No es Caleb... es una niña. –la faérica, lo corrigió.

-Es un niño. Perdónala Caleb... -comenzó a jugar mientras ella rodaba los ojos. –de vez en cuando, tu mamá no sabe lo que dice.

Te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora