Resfrío

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Si algo le gustaba al vampiro era llamar la atención de cada una de las mujeres que vivían en el C.G, este grupo, lo conformaban tanto las mujeres de la guardia de Eel como las del refugio. Muchas de las damas no lograban resistirse a los encantos del joven, mientras que por otro lado, la naturaleza del vampiro no impedía que este no recibiera con gusto cada gota de interés dirigida hacia él.

Hace dos días que el joven se sentía mal. Su cuerpo no le respondía de la misma manera, y sus perfectos sentidos vampíricos se habían embotado con el pasar de las horas.

Si mal no recordaba, hace tres días que el vampiro había estado en una cantina con sus amigos, recordaba cada momento de la noche, cada mirada, cada fibra de enojo en su piel y cada fibra de arrepentimiento. En resumidas cuentas, esa noche... no había sido SU noche. Al enojarse con Ezarel había cometido el terrible error de salir hacia el cerezo con algunos grados de alcohol en su cuerpo y esto hizo que sus defensas se debilitaran un poco.

Al principio comenzó como una simple jaqueca junto con pequeños escalofríos que recorrían su espalda y nuca. Luego siguió un terrible dolor de huesos. Posteriormente vino a él un fuerte dolor de garganta con una terrible mucosidad que obstruía la respiración nasal del chico, todo esto, hasta que finalmente, el vampiro cayó desfallecido a la enfermería. Aunado a esto, a los ojos de Nevra, su enfermedad se agravaba cada vez más al no tener el apoyo de Erika, quien después del incidente en el bar lo había ignorado completamente.

Desde hace dos días que el chico había caído enfermo, dos días en los que Eweleïn lo había tenido que soportar. Y es que era demasiado el ego y la paranoia que tenía el vampiro, puesto que a la enfermería llegaban montones de visitantes, en su mayoría mujeres, a ver al querido líder de la sombra, mientras que este, con pesar contaba las grandes penurias por las que estaba pasando al estar enfermo, esto solo hacía que las chicas que llegaban a verlo más le tomaran atención. Sin duda, Nevra era un estratagema en conquistas.

Lastimosamente para Eweleïn el periodo de tiempo de un resfrío para un crepuscular era más extenso que para otra criatura en Eldarya. El debilitamiento del cuerpo impedía que un vampiro pudiera cazar para alimentarse, por lo que la enfermera debía tener extremo cuidado con Nevra.

-Aaaah- se quejaba lastimosamente el vampiro por sexta vez en el día- no me siento bien.

-Ya te escuché Nevra, no tienes que volver a repetírmelo. –respondía cansada Eweleïn.

El vampiro ubicó su mano en la frente –Es increíble lo insensible que eres a veces... Yo aquí muriéndome y tu quejándote de mí. Debería haberme ido a mi pieza a descansar- decía míseramente.

-Si quieres- respondió la elfa- puedes irte... puedo pasar por tu pieza a constatar tu estado de salud y dejarte los remedios pertinentes.

-¿Pero quién me cuidará?

-Tienes muchas admiradoras que lo pueden hacer Nevra y tampoco es como que te vayas a morir. Es solo un simple resfriado- suspiró- todos nos resfriamos alguna vez.

-Tienes razón... pero se de una admiradora que no se presentará a mi pieza... a decir verdad, ni siquiera ha venido a verme...

-Eso debe ser porque a veces te comportas como un verdadero estúpido ¿sabías?- se detuvo la elfa para mirarlo a la cara mientras este le devolvía el gesto.

-Nadie puede negar una cita privada con tres chicas a la vez, además ¿de qué me alimentaría sino?

La joven enfermera rodó los ojos –no solo me refiero a eso. – al decir esto, volvió a sus actividades mientras el vampiro seguía en su estado de "agonía".

Te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora