Confianza, última parte

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He estado escribiendo algunas ideas sueltas y vi que esto no conectaba con el nuevo capítulo... tómenlo como una continuación del capítulo anterior. Nos vemos dentro de poco... Cuídense :3

...

Confianza

-Te amo. –susurró entre sus labios mientras dejaba una mano en su cintura y la otra en su rostro. –quizás algún día podamos confiarnos para finalmente unirnos y volvernos uno.

-¿Unirnos en qué sentido? –sonrió divertida. Pasó sus dedos por el cuello del crepuscular.

-Eres muy vivaracha. –sonrió mordaz. –Sabes perfectamente a qué me refiero.

-No lo sé, –coqueteó. –por eso te pregunto.

–Vamos al C.G. –cambió abruptamente el tema. -Si te quedas con esa ropa te resfriarás, no quiero que después me culpes de tus resfríos. –la besó en la mejilla.

-Espera... -acercó su mano mojada al rostro del crepuscular- hay algo que debo decirte.

-Te escucho.

-Sé que ahora estamos bien, pero también sé que posiblemente volvamos a tener problemas más a futuro. –desvió la mirada de los ojos del vampiro. –Quiero que sepas que tienes toda mi confianza y mi apoyo, quiero que sepas que si necesitas hablar de algo no dudes en hablarlo conmigo, siempre estaré ahí para escucharte. Así como yo te entrego parte de mi confianza quiero que tú hagas lo mismo.

-Confío en ti, amor.

-No, no confías en mí. Se te nota demasiado... –suspiró pesadamente, preparándose para decir lo siguiente. –No quiero que terminemos alejándonos por culpa de lo poco que confías en mí.

-¡No nos apartaremos! –la miró con asombro y tristeza.- Recuerda que tenemos un lana roja en nuestros dedos.

-Te recuerdo que tú cortaste esa lana. –la castaña levantó una ceja.

-Ah verdad... la volveremos a trenzar. Discúlpame...

-Una vez que decida irme, las disculpas no servirán de nada.

-No dejaré que te vayas... haré una trenza resistente. –habló desesperado. -Si es necesario buscarte mil veces lo haré. –puso su boca en la oreja de la chica. -Prometo dejar de lado la desconfianza...

Ambos se miraron para luego sonreír, salieron del agua, se tomaron de la mano y caminaron rumbo al cuartel. Al verla mojada le tendió la chaqueta para que se cubriera encima de la ropa húmeda.

-Entonces... volviendo al tema anterior –sonrió- ¿unirnos en qué sentido? –volvió a preguntar, la faelienne.

-Pues... -alzó una ceja. –Cuando se me suelte la hebilla del cinturón de los calzoncillos te explico.

-Oportunista. –murmuró, la chica.

-Y así dices que no sabes de lo que hablo... -murmuró. -puerca.

Una vez que sus pies tocaron la ciudad de Eel, caminaron rápidamente hasta Purroy para dejarle las canastas.

-Que harás ahora. –Preguntó, el crepuscular.

-Iré a bañarme antes de rellenar el informe.

-¿Quieres bañarte conmigo? –se atrevió a preguntar.

-¿Ahora? –se sonrojó. -¿Aquí en las duchas?

-Si... -sonrió. –En ropa interior. –sugirió.

-Pues... si, ¿por qué no? -su cara ardía mientras él la miraba mordaz. –Podría ser con ropa interior... -esas palabras salieron solas, sin embargo, al escucharse a sí misma se arrepintió al instante, lamentablemente ya era tarde, pues inmediatamente, el pelinegro, tomó algunas cosas de baño, la tomó del brazo y la encaminó hasta las duchas comunes de hombres.

-¡Nevra!

Oyeron una voz detrás de ellos, era Leiftan.

-¡¿Qué?! –preguntó molesto, el vampiro.

-Miiko te está buscando... Erika, -miró a la chica- ese es el baño de hombres.

-Pues...

-¡Ya lo sabe! –habló, Nevra. –Íbamos a bañarnos juntos. –sentenció.

-Me alegra que las cosas les estén resultando bien. –respondió sarcástico, el lorialet. –Espero que te dure el amor, Nevra. –Dicho esto, el rubio, se volvió hacia el otro lado para irse.

-Nos bañaremos en otra ocasión. –Sonrió, el azabache. –Te amo. –la besó y se perdió en la misma dirección que el lorialet.

...

-Papá ¿Qué es una guerra?

-Es algo que tú nunca debes repetir...

Te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora