Dolor

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El cuerpo esculpido del vampiro se reflejaba en el agua gracias a la hermosa luna llena que adornaba el cielo. A su alrededor solamente se podían ver árboles, espesas plantas y algunas piedras que embellecían un pequeño pero hermoso claro de agua.

Desnudo en medio del estanque se encontraba el azabache. Sus manos mojadas rodeaban todo su cuerpo con el fin de limpiar la suciedad de la transpiración de aquel día agotador. Prácticamente ese día, el joven había hecho de todo, desde armar la carpa, recoger leños, cocinar, cargar con los bolsos y hasta incluso cargar con Erika. Esta última idea no le desagradaba en absoluto, es más, no tenía necesidad de llevarla en sus brazos, pero su alma atormentada incluyendo todos sus sentidos exigían impacientemente la dulce cercanía de la chica y el extraño calor que la misma desprendía... sin embargo, al paso de las horas, el vampiro estaba cada vez más arrepentido de las decisiones que, había tomado para con su amiga hasta el punto de meterse al agua solamente para poder de alguna manera deshacerse de aquel peso infernal que llevaba en la piel.

El joven se sentó en una piedra que residía bajo el agua aprovechando al máximo que el líquido le llegaba hasta el cuello. Poco a poco, el crepuscular comenzó a hundir su cabeza en el agua a modo de expiación por aquellos cagazos que se había mandado ese día. Al estar completamente sumergido comenzó a sentir las tranquilas corrientes acuáticas de aquel estaque, corrientes que le acariciaban la piel pero que lamentablemente no le quitaban el gran dolor que sentía. Al cerrar los ojos, comenzaron a llegar a él los recuerdos que había vivido ese mismo día con su hermosa Erika.

...

...

Si bien en la noche había sentido algo extraño en su cara, no le había tomado mucha importancia puesto que estaba demasiado cansado. No fue hasta que llegó el amanecer donde el vampiro despertó, al abrir los ojos se percató de la cercanía que tenía Erika hacia él, ambos frente a frente, si hasta podía sentir la respiración de ella en su cara, miró un momento su rostro apacible, cuando de pronto sintió que algo se removió nuevamente en su rostro.

Acercó lentamente su mano para quitar lo que había en su cara pensando que era algún insecto, cuando en vez de eso, sintió la tersa piel de la chica, era la mano de ella que estaba posada en la cara de él, la que lo acarició toda la noche.

-Erika despierta -le susurró dulcemente.

La muchacha se removió hacia el otro lado dándole completamente la espalda al vampiro.

El azabache decidió levantarse y salir de la carpa, lo primero que vio fue a Shaitán quien como todo perro fiel estaba durmiendo muy cerca de lo que había sido el campamento.

Caminó un poco más hasta contactar con el agua donde se dio un corto baño. Se vistió con su típica malla y pantalones, sin embargo, depositó en su mochila el kimono morado que siempre portaba puesto que sabía que la caminata sería igual de calurosa que la del día anterior.

Llegó nuevamente al campamento y al ver que Erika aún no se levantaba se metió dentro de la carpa donde observó cómo esta seguía durmiendo plácidamente. La miró unos momentos y una fuerza casi externa a él lo hizo subirse cuidadosamente encima de ella quedando frente a frente. La observó detenidamente unos minutos y comenzó a remover su pelo mojado en la cara de la castaña.

-¡¿Que esta...?! -gritó casi en un ahogo- Nevraaaaa.

-Es tu culpa -comenzó a reír -te llamé hace rato y tú no despertaste...

-Estoy segura que como eres ni siquiera me "despertaste". -dijo sentándose.

-Oyee si te traté de despertar -dijo aparentando enojo- pero al parecer... -comenzó con un tono más seductor -te gusta demasiado soñar conmigo -sonrió.

Te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora