-Adivina a quien eligió Huang Hua para ser su dama de honor...-comentaba Ezarel al vampiro mientras caminaban por el sendero de los arcos.
-Mmm... cuando dices eso lo primero que se me viene a la mente es Erika.
-Pfff... -sonrió divertidamente el elfo-... a ti siempre se te viene a la mente ella.
El vampiro se detuvo para mirar a su amigo seriamente.
-Pero si es verdad- prosiguió el peli azul mientras seguía caminando- en fin... si, la eligió a ella.
-Era de esperarse, ella es una verdadera joya –comentó el vampiro mientras alcanzaba al líder de la Absenta.
Esta vez fue Ezarel quien se detuvo para mirar burlonamente al pelinegro. –Ves porque te digo que te la pasas pensando en ella...
-No es por eso... -se sonrojó- solo digo que su calidad de humana la hace ser valiosa, ¿me entiendes?–Al decir esto miró al elfo quien no podía aguantar la risa – ¡si me entiendes!, no se puede hablar contigo.
-Si entiendo... -comenzó el elfo- andas muy susceptible últimamente... ¿Será por la falta de cariño?- murmuró
-Definitivamente no se puede hablar contigo –dijo enojado el vampiro mientras se dirigía a paso firme hacia el C.G alejándose así de su amigo, quien no podía parar de reír.
Pasando por el quiosco central se detuvo para ver como Alajea saltaba, literalmente, en un pie de felicidad. Comenzó a acercarse a ella para preguntarle que le ocurría cuando de pronto el viento le acarició la cara trayendo consigo el más delicioso aroma que había sentido en su vida. Obviamente él ya sabía a quién le pertenecía ese rico olor así que pasó de la sirena para caminar hasta el cerezo centenario, el lugar de donde provenía aquel aroma.
Al llegar, lo primero que vio fue a Erika quien llevaba un hermoso vestido nuevo, seguramente lo había comprado en honor al fénix, además, el vampiro notó que en su cabeza portaba una hermosa diadema con joyas rosadas. Era un conjunto maravilloso donde ella era sin duda la modelo perfecta para lucirlo. Al lado de la humana se encontraba la Fenghuang, ambas conversaban y reían. Huang Hua le preguntaba a Erika acerca de su vida mientras que Erika preguntaba por Eldarya. Se notaba a lo lejos que las dos se llevaban muy bien.
Se acercó más para hacerse ver. Ambas chicas pararon de hablar mientras miraron como el líder de Sombra se acercaba. La Fenghuang se paró efusivamente para abrazar al pelinegro mientras este le correspondía felizmente.
-¡Nevraaa!- Exclamó la fénix- ¡tanto tiempo!
-Jajaja- se reía el vampiro- pero si nos vimos hace poco, cuando fui a tu región por la misión.
-Igual fue hace mucho- dijo la morena mientras se soltaba del abrazo. –Conocí una amiga nueva.
-Así veo –miró con una sonrisa picarona a Erika- también somos buenos amigos.
La chica humana solo se limitó a mirarlo.
-Bueno éramos –dijo tristemente- a pesar de todo ambas se ven hermosas, no sabría decir cuál de las dos es más guapa- al decir esto último se acercó a Erika y le susurró al oído –pensándolo mejor, me quedo contigo preciosa –nuevamente la humana no hizo nada.
El vampiro se despidió de ambas para luego caminar hasta el interior del C.G.
Al ver el último mechón azabache del vampiro perderse en el camino, Huang Hua se volvió a sentar al lado de Erika.
-¿Ocurrió algo entre ustedes?- dijo mirando a la chica.
-No nada- respondió inmediatamente.
-Mmm, bueno si ocurrió algo no estas obligada a decirme. Aunque... puedo asegurarte de que él brilló mucho cuando te vio. –dijo felizmente la fénix.
-¿A qué te refieres?
-Pues... más tarde te lo explicaré.- contestó con una sonrisa apacible en su rostro.
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Mientras el vampiro caminaba, pasó por fuera del mercado donde varios comerciantes promocionaban distintos tipos de cachivaches en honor a la fénix. Entre articulo tras artículo, logró divisar un pequeño collar dorado con gemas rosadas, muy parecido a la cofia que portaba Erika.
-¡Cuesta 60 manas! –exclamó Purriry
-Iré a buscar los manas y vuelvo –contestó el pelinegro para luego caminar hacia su habitación.
Con el dinero en el bolsillo se dirigió hacia el mercado cuando de pronto apareció Karenn.
-¡Hermano, que bueno que te veo! –soltó la chica- se me acabaron mis raciones de comida ¿me podrías dar de las tuyas?
-Sabes que tienes que guardar bien tu comida...-suspiro el vampiro- ... bueno, saca de las mías.
-¡Gracias hermanito eres un amor!, vamos- le dijo tomándolo de la mano.
-¿Para dónde?
-A la cocina.
-Pero yo no quiero comer.
-Si tú no me das la comida frente a Karuto él no me creerá.
-Mmm... bueno vamos- caminó indeciso.
Conversó con el fauno hasta que este accedió a entregarle la comida a Karenn, no sin antes darle un sermón a la adolecente, regaño que por cierto se lo tenía bien merecido.
-Bueno hermana yo me voy –se despidió besándola en la mejilla.
Nuevamente se acercó a la plaza del mercado. Al preguntar por el collar se llevó la decepción de saber que alguien más ya lo había comprado. Si conseguía el abalorio tendría una gran excusa para acercarse Erika, pero lamentablemente no lo tenía. Miró el cielo, y vio que el sol ya se estaba escondiendo, la familia Fenghuang ya estaría dormida por lo tanto la humana estaría libre. Se armó de valor y decidió ir a hablar con ella, tratar de arreglar las cosas, desde hace una semana ya que la joven no le dirigía la palabra a menos que fuera para saludarlo.
Caminó en dirección a la habitación de la humana cuando vio que alguien nuevamente se le había adelantado.
Se escondió entre uno de los pilares que adornaban el pasillo para ver lo que ocurría.
La escena se veía realmente bien desde la posición del vampiro. Un muy sonrojado Leiftan conversaba muy coqueto con una sonrojada Erika. De pronto, de la chaqueta, el rubio sacó un pequeño collar dorado con pintas rosadas. Era el mismo que le iba a regalar él. La chica se dio vuelta y dejó que Leiftan le pusiera la joya en el cuello.
Más enojado no podía estar el vampiro quien para no hacer una escena de celos de la cual se arrepentiría más tarde caminó hasta su pieza y de un tirón cerró la puerta dando un sonoro portazo que se escuchó en todo el C.G.
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Te recuerdo
RomanceEl líder de la guardia Sombra era el típico hombre apuesto que utilizaba sus virtudes para hacer caer a las jovencitas que lo perseguían día y noche... al menos era eso lo que él quería aparentar. El C.G se impregnaba de nuevas reclutas, entre ellas...