Cómplices...

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Hola :3, como siempre, espero que estén súper bien... Gracias a las personas que comentan como siempre, un agrado poder compartir con ustedes C:

Lamento la demora, pero he estado llena de cosas en los estudios, además he tenido algunos problemas personales que me han hecho "distraerme" del fic. A penas termine de solucionar todo, volveré recargada ;)

Aquí les dejo el capítulo, como siempre, voten y comenten, pero por sobre todo, disfruten la lectura ;)

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Cómplices...

Eweleïn lo observaba con cautela, él lo notó por el rabillo de su ojo. Al sentir su mirada se sintió preocupado, por alguna razón sabía que había algo que no andaba bien, este exceso de preocupación se acrecentó al sentir una corriente gélida recorrer su medula espinal.

La enfermera lo observaba en completo silencio hasta que él decidió encararla. Sus ojos chocaron y fue en ese momento en el cual, el vampiro, se dio cuenta de que aquellas cautelosas orbes celestes, de la elfa, demostraban decepción, tristeza y rabia; sentimientos mezclados que a él lo hacían retorcerse de miedo.

-¿Ocurre algo? –preguntó, el azabache. -¿Por qué me miras así?

Ella negó, luego alzó la cara de manera altiva.

-¿Por qué lo hiciste?

-Yo... -susurró sin saber que responder. Cerró los ojos, deseaba asimilar aquellas palabras cargadas de información no explícita que él trató de descifrar y comprender a medida que pasaron los segundos. -¿Qué fue lo que hice, Eweleïn? –habló con los ojos cerrados y para cuando los abrió, ya no había nadie frente a él... estaba solo en aquella fría sala.

Se miró las manos que temblaban mientras el miedo se sumergía por su cuerpo. Salió de la enfermería, y mientras su cabeza llevaba miles de interrogantes que se amontonaban una encima de otra, su espalda y brazos se congelaban debido a las palabras de su vieja amiga.

Sus pies lo llevaron por el largo y extenso pasillo de la guardia. Caminó por fuera de varias puertas hasta que de pronto alcanzó a esquivar el ataque de su propio familiar. Shaitán, era aquel animal que hace años, el azabache, había encontrado en el bosque; sus ojos tornados de ira y su hocico no hacía más que botar aquella espuma que reflejaba cuan preparado estaba para atacar nuevamente.

-¡Nevra! –gritaron de fondo, era Miiko. –Controla a tu familiar.

Para cuando volvió a volcar la atención en su familiar, este estaba brincando encima de él. Ambos tumbados en el suelo, él tratando de defenderse y el can tratando de morderlo.

-Shaitán... -murmuró. –Contrólate. –susurró cansado mientras tratada de repeler con las manos al gran Gallytrot.

De pronto, el familiar se detuvo y lentamente se dio la vuelta para irse por los pasillos hasta meterse en una habitación, habitación que el oji gris reconoció de inmediato. Se levantó para correr tras el perro, y rápidamente se acercó al cuarto para abrir la puerta...

Ante sus ojos la vio a ella sentada en el suelo mientras se apoyaba encima de la cama. Sus brazos temblaban a la vez que su espalda sufría de pequeños espasmos... desde ahí se notaba que estaba llorando.

Ante sus ojos se vio a él mismo frente a Erika, era como una escena de teatro en donde él era el espectador y a la vez el actor. Aquel actor sostenía la daga que siempre llevaba en su cinturón, y frente a él, en el suelo, estaba Erika inclinada mientras que con sus manos se cubría el rostro.

Te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora