Mi verdad

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Estábamos sentados en la cantina esperando a la llegada de Valkyon y Ezarel. Habíamos tenido la dura misión de matar a la hamadríade loca del bosque, con la muerte de esta, notamos que Erika no se sentía del todo bien, obviamente los tres incluyendo a Miiko entendíamos su pesar, y por eso decidimos entre Ezarel, Valkyon y yo tratar de distraerla invitándola a la cantina con nosotros.

Antes de ir a beber, me dispuse a ir a mi cuarto para arreglarme un poco, siempre una salida significaba estar rodeado de mujeres de la guardia aunque a pesar de todo esta vez era diferente, a diferencia de otras veces solo quería estar con Erika, molestarla y tratar de subirle un poco el ánimo.

Al llegar no vi a nadie del grupo, así que decidí sentarme a esperar. En mi rostro se notaba mucho el cansancio y esto no pasó inadvertido por Karuto quien limpiaba frenéticamente las mesas.

-Día difícil parece.

Sorprendido por su advertencia lo miré por el rabillo del ojo. No había ningún gramo de sarcasmo en su comentario por lo que decidí volverme hacia él, aprovechando de que el fauno estaba abierto a entablar algún tipo de conversación.

-Si... –esperé dubitativo pensando si añadir algo más, hasta que por fin me decidí- una misión en el bosque.

-Mmm... ya veo, ¿y cómo les fue?

-Mmm... bien creo, la realizamos pero...- no quería contarle nada de los sentimientos de Erika con respecto al asesinato del enemigo.

-¿Pero?

-Nada Karuto, olvídalo.

-Y Erika ¿Dónde está?

¿Queee? Porque me preguntaba por ella.

-No lo sé- le contesté sorprendido. -¿Por qué lo preguntas?

-Noo, por nada- siguió limpiando el fauno.

Al escuchar esto, me di cuenta de que nuestra conversación había llegado a su fin por lo que decidí darme la vuelta hacia la mesa otra vez. De pronto sentí que la puerta de la cantina se abrió. Ahí venía entrando ella, usaba su hermoso vestido rosado con el que había llegado al C.G. La miré embelesado por su grácil figura que se hacía cada vez más presente con cada paso que daba hacia mí. Al mirar su rostro, vi en ella una enorme pena que la invadía.

Saludó a Karuto, quien al parecer, al ver el estado de Erika prefirió guardarse cualquier comentario molesto para luego perderse en la cocina.

Al verla me paré para saludarla, no sabía porque lo hacía, puesto que habíamos estado juntos casi toda la tarde. Era algo instintivo que me llevó a acercarme un poco más a ella antes de que se sentara, esto, con la expectativa de tomarla del mentón y abrazarla. Al darse cuenta de mis intenciones evitó todo tipo de contacto conmigo, algo que me dolió bastante, no solo porque siempre tenía lo que quería de la chica que quería, sino que también por el hecho de que era ELLA quien me estaba rechazando de esa manera tan cruel.

Se sentó frente a mí, y yo, aun parado, también decidí hacer lo mismo. La miré fijamente esperando a que hablara, porque era de seguro que algo me quería decir.

Esperé unos minutos, en los cuales ni siquiera dejo que yo le acariciara la mano.

-¿Ocurre algo?- le pregunté al ver que ella no profería ninguna palabra. Ningún sonido salía de su boca, pues mis sentidos solo captaban su acelerado corazón y respiración entrecortada.

-¿Hay algo que me quieras decir?- insistí preocupado- puedes decirme lo que sea.

-Entonces- comenzó por fin a hablar- ¿porque últimamente te acercas tanto a mí?

Te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora