Muy pocas veces él se dejaba perder por sus propias sensaciones. Y en verdad, que todo aquello era ilógico, pues su raza estaba basada en ver el mundo desde las sensaciones y las percepciones que lo rodeaban y que lo llevaban poco a poco al instinto.
Así como muchos, él se formó de aquel instinto, lo abrazó y se apropió de él, tal y como lo había hecho una vez su padre y el padre de su padre. Aquel instinto era lo que le permitía sobrevivir, algo innato que se desarrollaba más y más, algo así como la selección natural de la teoría de Darwin que Kero una vez le había mencionado, la cual decía que cada organismo competía por la adaptación, la evolución y la reproducción, aquel que lo hacía, simplemente sobrevivía, exactamente lo que hacía él, él se adaptaba al mundo, evolucionaba en todo momento y se reproduciría algún día, porque aunque no lo dijera abiertamente, en algún momento de su vida el sí tenía dentro de sus planes, ser padre.
Cuando llego a la ciudad de Eel, el pelinegro se tuvo que adaptar de otra manera, dejando un poco de lado aquella creencia de las sensaciones y las percepciones, para adoptar el sentido de la racionalidad. Incluso relegando su lado instintivo, aún se podía vislumbrar en él aquella chispa que lo hacía ser como había sido siempre. Después de un tiempo logró alcanzar popularidad en la guardia, se hizo líder de una de las ramas que constituían el C.G, y así gradualmente comenzó a ganar cierta fama con las mujeres, comenzó a usar la típica mascara de hombre seductor como un recurso para seducir a las chicas, y eso estaba bien, pues él era un ser que debía adaptarse a las nuevas condiciones de vida, tal como lo había dicho Darwin.
Conoció a muchas mujeres dentro de la guardia, las abrazó, las tocó con dulzura y con deseo, en aquellos momentos, él era alguien indefenso que solo utilizaba una máscara para poder existir.
Se enfrentó a grandes peligros, todo para conseguir a Shaitán, quien a pesar de dejarlo la mitad de ciego lo amó como un amigo. Comenzó a usar parches, recurso que, por algún motivo o circunstancia, lo hizo mucho más popular con las chicas.
-Que importa... más comida para mí- pensaba el vampiro.
Desde que llegó el familiar a la habitación muchas cosas cambiaron puesto que el can no permitía que ninguna chica, a excepción de Karenn, entrara en el cuarto de Nevra. Con el familiar ahí, el azabache debía ir como un nómada, de habitación en habitación solo para poder alimentarse. Cuando entraba en confianza con alguna mujer a la cual seducía, no tenía ningún tipo de pudores con respecto a sacarse aquel parche que protegía la herida de su ojo, sin embargo, había algo que él nunca se quitaba frente a ellas y esa era la máscara que había construido, mascara que protegía su ser.
La careta que utilizaba para esconderse y para protegerse se derrumbó a las pocas semanas de conocer a Erika, la humana que había llegado a Eldarya. Cuando comenzó a conocerla, empezó a experimentar sensaciones y percepciones nuevas, comenzó a sentir que era ella quien últimamente movía su mundo. Comenzó a verla como alguien inalcanzable, una mujer a la cual no se debía tocar, una chica a la cual se le debía tener confianza. Cuando este cúmulo de percepciones fue ganando territorio al vampiro le ocurrió algo muy ilógico, este comenzó a dejar de actuar frente a ella, mostrándole así su verdadera personalidad, una infantil, renegada para entrar al mundo adulto para cuidarse él mismo y a su hermanita. Empezó a quitarse la máscara sin llegar a tocar aquel parche que cubría la cicatriz más visible que tenía en su piel.
Para cuando se convenció de que la oji violeta no era una diosa, sino que más bien era una simple humana común y corriente, empezó a acercarse mucho más a ella, para acariciarla, abrazarla y besarla. Sensaciones comenzaron a surgir, algo que jamás había sentido en la vida... su máscara se había roto, ella veía su alma.
ESTÁS LEYENDO
Te recuerdo
RomanceEl líder de la guardia Sombra era el típico hombre apuesto que utilizaba sus virtudes para hacer caer a las jovencitas que lo perseguían día y noche... al menos era eso lo que él quería aparentar. El C.G se impregnaba de nuevas reclutas, entre ellas...