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Caminé de un lado a otro, intentando pensar bien en lo que acaba de pasar y en una posible solución, pero mi mente solo volvía a ese instante, al momento en el que Jin había aparecido con una bolsa de regalo en las manos que había terminado en el suelo en cuanto escuchó mi conversación con Dae Hyun.


- ¿Puedes calmarte? - pidió Dae Hyun y se colocó frente a mí para que me detuviese. - Él malinterpretó las cosas.

- Y por eso mismo estoy preocupada. - repliqué al llevarme las manos a la cabeza. - Me va a odiar, ¿verdad?

- No te va a odiar. - Dae Hyun, ignorando por completo la regla tácita de los coreanos, me tomó por los hombros. - Si te quiere enserio, escuchará tu explicación.

- ¿Explicación de qué? - intervino Hye Moon con los brazos en forma de jarra. - Ella no hizo nada malo, sunbae.

- La conversación fue sacada de contexto. - dijo él. - Solo debes decirle qué pasó y ya.

- ¿En qué momento? - me lamenté. - Tenemos grabaciones sin cesar.

- ¿Enserio lo quieres tanto? - preguntó Dae Hyun, todavía sosteniéndome de los hombros. Asentí. - Entonces, encontrarás el momento. Hoy las grabaciones no terminan tan tarde, puedes ir en la noche.

- Pero mañana comenzaremos temprano, sunbae. - le recordó Hye Moon y él volteó a verla con el ceño fruncido. - Solo cumplo mi trabajo. - dijo, enseñando las palmas.

- Podrás hacerlo, Emma-ssi. - me animó Dae Hyun. - ¡Fighting!


Intenté con todas mis fuerzas concentrarme en mi trabajo, después de todo, no podía mezclar eso con mis sentimientos. Como dijo Dae Hyun, habían cosas a las que debíamos renunciar al estar involucrados en esa industria, y una de ellas era la posibilidad de dejar que nuestros sentimientos nos controlaran. Cualquier otra persona en mi situación, se hubiese tomado al menos unos minutos para dejarse llevar por la tristeza o impotencia, pero si querías ser un profesional al que tomaran enserio, debías poder trabajar bajo cualquier circunstancia.

En cuanto las grabaciones acabaron, corrí a mi camerino para buscar mi celular. Jin no me contestaría, obviamente, pero había una persona a la que podía recurrir, una persona que era un tanto confianzuda, pero que me caía bien y en la que tal parecía, podía confiar. Así que busqué su número entre mis contactos y presione el botón de llamada.


- ¿Hola? - pregunté en cuanto contestaron la llamada y escuché un suspiro.

- Me va a matar por esto. - respondió la vocecita de Jimin.

- Oppa... - balbuceé.

- Emma-ssi, escucha, te lo dije cuando fui a buscarte, ¿recuerdas? - me interrumpió, evidentemente enojado. - Si no estabas interesada en él, no debías buscarlo.

- Jimin-ssi, las cosas fueron sacadas de contexto. - repliqué. - Jin interpretó las cosas mal, Dae Hyun y yo hablábamos de un consejo que me había dado.

- ¿Qué consejo?

- Él quería que tuviese cuidado con lo que hacía. - le conté, sin saber si eso ayudaría en algo, y luego, me quedé en silencio al ver que algunos actores entraban al camerino a recoger sus cosas. - Escucha, Jimin, sigo en el set. Quiero explicarle las cosas a Jin, pero necesito tu ayuda.

- ¿Por qué debería ayudarte?

- Porque... - balbuceé y escuché la risa de Jimin del otro lado de la línea, una risa irónica, burlona. - Porque le quiero, ¿bien? Quiero a Jin y de verdad quiero que las cosas estén bien entre nosotros.

- Envíame tu dirección. - exigió. - Estaré allí lo más pronto que pueda.


Esperé en la puerta principal mientras tamborileaba mi bolso con mis dedos. Felizmente, Dae Hyun y los actores más conocidos, ya se habían ido, por lo que las fans habían abandonado el lugar. Al final de la calle, un auto dobló con las luces encendidas y cuando estuvo a pocos metros, hizo que estas parpadearan.

Esa era mi señal.

Así que me acerqué lentamente a la ventana del copiloto, di un par de golpes con la mano y esta se abrió ante mis ojos. Adentro, el cabello rubio de Jimin fue lo primero que noté y su rostro, aunque no tenía la típica sonrisa que siempre traía cuando me veía, era él, un rostro familiar, y eso me tranquilizaba.

Jimin se mantuvo en silencio todo el camino y yo ni siquiera pregunté a donde íbamos. Quería tanto arreglar las cosas con Jin que no importaba si me estaban llevando al otro lado del mundo.


- Creo que ya sabes la regla de no traer chicas a nuestro apartamento. - me dijo al estacionar frente a una control de seguridad que ya conocía, el control del complejo de edificios en el que vivían los chicos de BTS. - Así que...

- Discreción, lo sé. - completé su frase y él asintió a modo de respuesta antes de adentrarse en el complejo.


Subimos en el ascensor hasta su piso y cuando las puertas de metal se abrieron, un rostro familiar se asomó: Yoongi.


- Oh, no sabía que vendrías hoy, Emma-ssi. - comentó mientras restregaba sus ojos. - Estaba tomando una siesta.

- ¿Una siesta en la noche? - quise saber y él asintió. - ¿No sería mejor solo dormir y ya?

- No, necesito avanzar con algunas canciones. - explicó. - Me concentro mejor de noche.

- Emma-ssi, por aquí. - intervino Jimin al señalar el pasillo y noté como a Yoongi le extrañó que su compañero no me llamara pequeña.


Jimin me condujo por un pasillo con varias puertas, supuse que eran los dormitorios y el pequeño estudio del que tanto alardeaba Yoongi mientras viajábamos a Tailandia, y se detuvo frente a una de ellas. La señaló con la cabeza, indicándome que esa era la que debía tocar, y luego, se alejó sin decir algo más.

Tomé una gran bocanada de aire antes de animarme a tocar y cuando lo hice, comencé a pensar en todas las cosas que podría decir para comenzar la conversación. Pero todo eso se esfumó cuando escuché el picaporte girar y la puerta se abrió frente a mí.

Un rostro familiar se asomó y miró a ambos lados, para buscar a la persona que había tocado. Pero cuando me vio, lo primero que hizo fue fruncir el ceño para luego cerrar la puerta.


- No ahora, Emma, enserio.

Take Me To Busan | BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora