39.

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- ¿Qué se suponía que hiciera? - le pregunté a Mark mientras cenábamos en mi apartamento.

- ¿Enviarle un mensaje de texto? - replicó, como si fuese lo más obvio del mundo. - Sé que quieres hablar con él, ¿por qué no le escribes?

- Porque tengo un ego enorme. - tomé un poco de mi comida con mis palillos y me lo llevé a la boca mientras Mark reía.

- Tu no tienes un ego enorme, lo que tienes es miedo. - me corrigió, apuntándome con su cuchara. - Dame tu teléfono, yo le escribo.

- ¿Quieres morir? - le amenacé, antes de que el timbre del apartamento sonara.

- ¿Invitaste a Hye Moon y Dae Hyun? - negué con la cabeza y el ceño fruncido. - Yo no he invitado a nadie, lo juro.

- Qué extraño. - murmuré al levantarme de mi sitio y comenzar a caminar hacia la puerta.


Puse la mano en el picaporte y lo giré lentamente,  recordando que la última vez que algo así había pasado, Jin estaba del otro lado y había armado un escándalo porque Jimin estaba dentro. Sacudí mi cabeza, intentando alejar el pensamiento y me recordé que eso ya no era posible. 


- ¿Quién es? - pregunté al abrir, por fin, y unos ojos cristalizados me respondieron con una mirada triste.


Me quedé congelada cuando lo reconocí y antes de que pudiera decir algo, esa persona me envolvió con sus brazos y atrajo mi cabeza hacia su pecho. Yo ni siquiera pude responder el abrazo, ni siquiera podía moverme, así que solo me concentré en continuar respirando.


- No me dejaste explicar. - le escuché decir y solo entonces parecí volver a la realidad, como si su voz fuese mi ancla en medio de una tempestad. Me separé lentamente de él y busqué sus ojos, todavía aturdida por su abrazo, y cuando los vi, noté que estaba rojos, como esa misma mañana en el estudio de fotografía.

- ¿Ji...? ¿Jimin? - balbuceé, a lo que él respondió con una débil sonrisa.


No podía creerlo. Había querido verlo con tantas ganas que en ese momento, las palabras se habían desvanecido y no podía hacer más que apretar los labios para que no viese lo nerviosa que me había puesto su presencia.


- Ese día, cuando te dije lo que había recomendado el manager y vi lo mucho que te había afectado, me arrepentí de inmediato. - explicó con tranquilidad, mientras mi cuerpo intentaba volver a la normalidad. - No quería perderte, pero tampoco sabía qué hacer con BTS y Jin. Tu eres todo lo que siempre soñé, pero BTS también es algo que anhelé desde pequeño y Jin siempre fue como un hermano. Estaba confundido, pequeña, tan confundido que cometí la mayor estupidez del mundo. - continuó y sus manos subieron hacia mis mejillas para acunarlas con suavidad. - Sé que no hay suficientes palabras en este mundo para expresar cuán arrepentido estoy, pero esta última semana ha sido una tortura, mucho peor que cuando decidí alejarme de ti para que pudieses estar con Jin. Extrañaba todo de ti, tu perfume, la suavidad de tus manos, tu sonrisa y ese hoyuelo en tu mejilla, tus ojos tan bonitos y brillantes cuando me miraban, tu cabello, todo. - con cada palabra, sentía como las piezas de mi corazón comenzaban a unirse, nuevamente. - Te lo dije en Busan y te lo vuelvo a repetir ahora, Emma-ssi, estoy enamorado de ti. Y si decides perdonarme, te juro que no habrá ni un solo día en el que no me esfuerce por enmendar mi error.

- Jimin-ssi, no sé qué debería decir. - admití con dificultad por la forma tan violenta en la que mi corazón latía.

- Solo di que me perdonas. - pidió. - Di eso y yo me encargaré del resto.

- ¿Qué hay de tu manager? - Jimin negó con la cabeza y se permitió reír por unos segundos.

- ¿Cómo es que puedes seguir haciendo latir mi corazón con tanta fuerza? - aquello me hizo sonreír, no solo por sus palabras, sino porque de esa misma forma me estaba sintiendo yo. - De él no te preocupes, yo me encargaré de solucionar todo. Tú solo perdóname y acepta ser mi novia.

- Espera, ¿qué? - pregunté sin poder creer lo que acaba de decir. Jimin sonrió de esa forma tan bonita en la que sus ojos se ocultaban casi por completo.

- ¿Quieres ser mi novia? - tragué saliva, nerviosa, y aunque quería responder, no pude pronunciar una sola palabra.

- Eh, que ella no puede tener novio si no lo apruebo yo. - habló Mark desde dentro del apartamento y Jimin volteó a verlo al instante. Yo lo imité, justo a tiempo para ver a mi mejor amigo apuntar sus ojos y luego los de Jimin. - Te vigilo, Park. Le haces una de estas cosas de nuevo, y me olvido de que eres un idol.

- Sí, señor. - bromeó Jimin e hizo un saludo de militar. Mark asintió y luego, volvió al comedor. - Tu mejor amigo da miedo.

- Bastante. - afirmé. - Pero lo hace porque me intenta proteger.

- Lo sé. - Jimin acercó su rostro al mío e hizo que la punta de nuestras narices se rozaran. Cerré los ojos ante el tacto y sentí una corriente recorrer todo mi cuerpo. - Entonces, ¿aceptarías ser mi novia? - reí. Era un chico persistente.

- Sí. - susurré muy, muy cerca de sus labios.

- Perfecto. - celebró y solo le bastó moverse un par de centímetros para hacer que nuestros labios se unieran en el primer beso.


Cuando nos separamos y abrí los ojos, me esperaba su rostro sonriente, pero con mejillas empapadas por las lágrimas. Mis dedos no esperaron ni un solo segundo para secar cada una de ellas y cuando terminé, me acerqué para besar suavemente ambas mejillas.


- Te quiero. - le escuché decir y sentí mi corazón saltar.

- También te quiero, oppa. - Jimin se llevó una mano al pecho.

- Basta, eres muy tierna. - pidió dramático, provocando mi risa. - ¿Te puedo pedir algo?

- Claro.

- En realidad, son dos cosas. - se corrigió, enseñándome dos dedos. - La primera es que nunca, nunca dejes de mirarme como lo haces justo ahora, porque de esa forma sé que te importo, que me quieres y me confirma que estás conmigo. ¿Harías eso por mí?

- No tienes que pedirlo. - repliqué y me puse de puntillas para besar la comisura de sus labios. - ¿Cuál es la segunda cosa que quieres pedirme? - Jimin soltó una carcajada.

- Pero no puedes decir que no. - arqueé una ceja al instante.

- ¿Por qué? - pregunté, cruzándome de brazos. - ¿Qué me vas a pedir? - Jimin no dejó de reír y me di cuenta del efecto tranquilizante que tenía en mí aquel gesto.

- Nunca vuelvas a dejar que alguien roce la punta de su nariz contigo, eso es algo solo de nosotros. - estallé en carcajadas sin poder evitarlo y Jimin terminó uniéndose al cabo de unos segundos. - Cuando te vi allí con Dae Hyun, quise separarlos en ese mismo segundo. No creo poder tener tanto control si pasa de nuevo.

- Veremos que se puede hacer, oppa. - repliqué antes de darle un fuerte abrazo.


Finalmente.

Take Me To Busan | BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora