- Este es. - dijimos Jimin y yo al mismo tiempo, y al darnos cuenta que pensábamos lo mismo, sonreímos.
Habíamos tenido una mañana pesada, visitando varios departamentos, pero si bien a Jimin le gustaba la mayoría, a mi no me convencían por el tamaño o por la ubicación. Hasta que, como si de la luz al final del túnel se tratara, llegamos al último departamento de nuestra lista. Era uno de dos habitaciones, con un pequeño estudio, perfecto para que Jimin ensayara o compusiera, una sala comedor lo suficiente amplia para nosotros y algunos amigos, un balcón con vista a un jardín y una cocina con lo necesario para que sobreviviésemos. La cereza del pastel era que estaba dentro de un complejo de apartamentos privado, como en el que vivía todo BTS, así que tendríamos la privacidad que queríamos.
Jimin había logrado convencerme de comprar el apartamento, en lugar de solo rentarlo. Así que, luego de hacer cuentas, gastamos gran parte de nuestros ahorros en ello. Me costó dar una suma tan grande de dinero, pero me repetí mil veces que ese lugar sería nuestro, que ya nadie nos podría mover de allí y que desde el momento que cruzáramos la puerta de entrada, seríamos libres de cualquier contrato o manipulación de las compañías, solo seríamos nosotros.
Para el fin de semana, tal y como lo habíamos querido, ya teníamos las llaves de nuestro apartamento y habíamos comenzado la mudanza. Llevar mis cosas no había sido difícil, después de todo, todo estaba empacado en casa de Hye Moon. El problema nos lo habían dado las cosas de Jimin. Él había tenido que decidir llevarse solo lo más importante y dejar en el apartamento de BTS el resto. Pero el domingo por la noche, cuando habíamos terminado de colocar nuestra ropa en el armario y habíamos terminado de arreglar la habitación principal, dejó de importarle lo que había dejado y se sintió feliz por lo que teníamos allí, en ese momento.
- ¿Cómo quieres decorar el estudio? - le pregunté a Jimin mientras ataba mi cabello antes de subir a la cama.
- Podemos poner un espejo desde el piso hasta el techo, de pared a pared. - replicó con ojos soñadores y con sus manos moviéndose para explicar mejor lo que quería. - Bocinas en cada esquina y un escritorio con consolas para reproducir música y crear pistas nuevas. - añadió cuando me acomodé a su costado. Él volteó a verme al instante, sonriendo y manteniendo esos ojos soñadores que me gustaban. Era feliz y eso me hacía feliz a mí. - Va a ser increíble.
- Bueno, JYP me quiere presentar algunos proyectos en los que quiere que participe, pero hasta que elijamos alguno, puedo encargarme de conseguir las cosas que quieras. - ofrecí, a lo que él respondió con una sonrisa mil veces más grande.
- No puedo creer que estemos aquí. - sus ojos recorrieron toda la habitación, cada centímetro de ese lugar con cada pequeño detalle que habíamos agregado para hacerlo sentir como un verdadero hogar. - Me gusta tener un lugar aquí en Seúl, pero me agrada más que sea contigo. - añadió al estrecharme entre sus brazos.
Esa noche, nuestra primera noche en el apartamento, pude dormir segura al lado de Jimin, pero en cuanto llegó la mañana, tuve que dejar que se vaya a continuar con su agenda del comeback. Su compañía no había puesto objeción en que se mudara, pero sí habían exigido que él cumpliera con cada evento que habían programado al pie de la letra.
Lo acompañé hasta la puerta, le deseé un buen día y lo vi marcharse. Yo regresé a la cama por un par de horas más, estaba extremadamente cansada, y cuando desperté por segunda vez, me obligué a alistarme e ir a JYP. Aunque no tenía una cita, esa era mi compañía y quería conocerla lo mejor que pudiese.
- Miren a quién me he encontrado esta mañana soleada. - escuché que alguien dijo a mis espaldas mientras caminaba por el edificio de JYP. Ni siquiera tuve que girar para saber que era Jackson Wang, miembro de GOT7 y el chino más tierno que había conocido.
- Jackson oppa, annyeong. - saludé con un abrazo que él correspondió. - ¿Cómo estás?
- Mejor que antes. - replicó, refiriéndose a los inicios del año, cuando había llegado a Seúl y lo había visto muy mal de salud. - Me dieron descanso de varias actividades, pero he vuelto.
- Me alegro. - dije sinceramente antes de que continuáramos caminando. - ¿Vienes a ensayar? - él asintió.
- ¿Y tú?
- Solo estoy visitando. - repliqué. - Quiero conocer un poco más la compañía.
- Cierto. Ahora somos compañeros. - dijo, empujándome ligeramente con el brazo. - ¿Vas a seguir con la actuación? Escuché por allí que estás incursionando en la música.
- ¿Dónde escuchaste eso? - pregunté nerviosa y automáticamente, desvié la mirada hacia el suelo.
- ¿Olvidas que soy amigo de Yoongi?
Fuck. Lo había olvidado.
Jackson movió sus cejas de arriba a abajo, de una forma un tanto burlona, pero buscando que le contara más sobre esa faceta de la que nadie, absolutamente nadie, sabía. El problema era que ni siquiera yo sabía que había pasado aquel día en el estudio de Yoongi.
Sí, yo había cantado su canción y sí, Yoongi me había halagado e incluso me había ofrecido ser la voz oficial que interpretara su composición. Sin embargo, yo le había hecho prometer que lo guardaría en secreto y que no le diría a nadie.
- ¿Vas a ser cantante, también? - me encogí de hombros. - Vamos, Em, puedes confiar en mí.
- No se trata de confianza. - repliqué. - Es que ni siquiera yo estoy segura.
- ¿Por qué?
- Lo mío es la actuación. - argumenté, intentando convencerme a mí de ello, en lugar de a Jackson. - Ser cantante es algo diferente.
- Pero puedes hacerlo en tus tiempos libres, aquí en JYP. Estoy seguro que no se opondrán. - sugirió. - Es más, deja que yo te ayude.
- ¿Enserio? - Jackson asintió con una sonrisa dulce, de esas que a sus fans les encantaban. - ¿Crees que pueda hacer ambas cosas a la vez?
- Puedes hacer lo que sea que te propongas. - afirmó y sacó su teléfono del bolsillo de sus jeans.
- ¿A quién llamas? - pregunté curiosa.
- A la tercera persona para el Team Beckett: Yoongi. - respondió al marcar su número en su celular. - Si vamos a hacer esto, vamos a hacerlo bien.
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Take Me To Busan | BTS
FanfictionHay personas que llegan a tu vida para marcarla y de las que no quieres alejarte jamás. Pero, por cosas del destino, Emma debe despedirse de esa persona y partir al otro lado del mundo. Nueve años después, ella regresa convertida en una mujer hecha...