30.

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Corrí las cortinas de la habitación principal, en cuanto entré, y me acerqué a la cama de dos cuerpos, en la que descansaba un joven rubio, para intentar despertarlo. Lo escuché quejarse y luego, se cubrió con las frazadas, provocando mi risa. 


- Vamos, oppa, lo prometiste. - le recordé mientras observaba su figura debajo de las frazadas. - Dijiste: Mañana te llevaré a pasear en bicicleta. 

- Pero no tan temprano, no cuando la noche anterior fuimos a un karaoke. - se quejó, pero vi como las frazadas fueron bajando y permitiéndome ver parte de su rostro. Jimin no tenía mucha confianza cuando no llevaba al menos un poco de maquillaje, así que sabía que no me dejaría ver su rostro completo. Una lástima porque a mi me parecía que Jimin podía verse bien hasta vestido de payaso. - ¿Por qué no duermes un poco más?  

- Porque si no vamos ahora por ese paseo, no tendremos tiempo, luego. - repliqué, cruzándome de brazos. Jimin rió a modo de respuesta e hizo exactamente lo que siempre hacía: sorprenderme. Estiró los brazos por encima de la frazada, la bajó hasta su pecho y alcanzó mi muñeca tan rápido que no me di cuenta de lo que estaba haciendo hasta que yacía recostada a pocos centímetros de su rostro. 


Fuck.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza al ver los ojos de Jimin, de ese color café tan brillante, tan cerca. Podía, literalmente, ver todo lo que él estaba sintiendo en ese momento, y pensé que a eso se refería la frase "los ojos son el espejo del alma". Podía, también, sentir su respiración cada vez que su pecho subía y bajaba debajo del mío. Y podía sentir el tacto de sus dedos en mis brazos, lo que hacía que una corriente recorriera mi cuerpo. 

Jimin, en medio de la batalla que se libraba en mi mente, sonrío de esa forma tan maravillosa que él tenía. Sus ojos estaban casi cerrados, podía ver sus dientes y el hoyuelo en su mejilla. Se veía tan tierno, tan lindo.


- ¡Hyung! - escuché detrás de nosotros, acompañado de unos pasos, que se detuvieron al instante. 


Fuck. 

Giré hacia un costado para poder levantarme de la cama y arreglé un poco mi cabello mientras daba unos pasos lejos de Jimin. Dirigí la mirada hacia mi ropa, asegurándome que estuviese bien, que no estuviese arrugada o cualquier cosa por el estilo. Solo entonces, levante la mirada hacia el hermano de Jimin, el mismo al que yo le había abierto la puerta, minutos antes. 


- Jihyun-ah. - saludó Jimin, aunque sonó más como un reproche. - ¿Qué...? ¿Qué haces aquí? - su hermano me dirigió la mirada y comenzó a reír. Pero al ver el color rojo que tenían mis mejillas, dejó de verme y volteó hacia su hermano. 

- Eso quiero preguntarte yo a ti, hyung. - replicó Jihyun. - ¿Por qué no nos dijiste que estabas en Busan? - mis ojos buscaron los de Jimin al instante y rogué que no le dijera a su hermano que habíamos terminado allí por el problema con Jin. 

- Necesitaba un descanso. - se limitó a decir el rubio mientras se levantaba de la cama y arreglaba su cabello. - ¿Ya se conocieron? - preguntó, esa vez dirigiéndose a mí. Asentí. 

- Le abrí la puerta para dejarlo pasar, hace un rato. 

- Vine porque mamá y papá quieren que vayas a casa a cenar, hyung. - intervino Jihyun. - Tú y Emma-ssi. - una vez más, mis ojos buscaron los de Jimin, y cuando los encontré, me di cuenta que no era la única sorprendida por lo que había dicho Jihyun. 

- ¿Mamá y papá invitaron también a Emma-ssi? - preguntó Jimin. - ¿Cómo sabe que ella está aquí? - su hermano sacó su teléfono al instante, buscó algo y nos lo enseñó. Desde el momento en el que lo vi tomar su celular, supe que habrían problemas. 

- Cuando vayan a dar un paseo por la playa, que no sea a la que siempre salgo a correr. - dijo Jihyun al extendernos su teléfono y en cuanto Jimin lo tomó, corrí a su costado para ver de qué se trataba.


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Sentí el alma volver a mi cuerpo en cuanto vi que la foto no era de algún artículo publicado en internet, sino una en el teléfono de Jihyun. Cuando volteé hacia Jimin, él lo hizo también hacia mí, y ambos soltamos un suspiro al mismo tiempo. 

Nadie debía saber que estábamos juntos en Busan, mucho menos la cercanía que habíamos desarrollado en los primeros días allí. Sin embargo, si se llegaba a saber, sería solo culpa nuestra porque, aunque sabíamos que podrían vernos en la calle, continuábamos saliendo a restaurantes o a caminar por la playa. 

Era extraño. Sabíamos que si una sola persona nos veía y fotografiaba, esa pequeña acción, causaría un catástrofe enorme. Efecto mariposa. Pero, a pesar de ello, no queríamos quedarnos encerrados, queríamos disfrutar de cada momento en Busan porque sabíamos que en unos días tendríamos que regresar a Seúl, a nuestra realidad. 


- ¿Estás seguro de esto? - le pregunté a Jimin por enésima vez desde que habíamos dejado su casa, rumbo a la de sus padres. Yo estaba hecha un manojo de nervios, pero él parecía tranquilo, lo que comenzaba a desesperarme. - Yah, Jimin-ssi, ¿podrías mostrar alguna emoción? - él volteó a verme con los ojos abiertos, pero al instante, comenzó a reír. 

- Solo vas a conocer a mis padres, pequeña. - replicó, restándole importancia. 

- ¿Solo...? - presioné el puente de mi nariz con dos dedos, intentando evitar un dolor de cabeza, y luego, volteé a verlo una vez más. - ¿Quieres morir? - pregunté tan seria que hice que Jimin se detuviese. 

- Emma-ssi, no hay de qué preocuparse. - insistió una vez más al alcanzar una de mis manos. La sostuvo entre las suyas, como si de oro se tratase, y la envolvió, trasmitiendo un calor agradable. - Es una cena en familia a la que estoy llevando a una amiga. 

- Amiga. - repetí, intentando convencerme de que solo era eso. - Entonces, ¿por qué me siento tan extraña? - Jimin sonrió y solo entonces me di cuenta que lo había dicho en voz alta. 

- ¿Emma-ssi, te estoy comenzando a gustar un poquito? 


Take Me To Busan | BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora