27.

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- ¿Qué haces aquí? - le pregunté mientras el aroma a alcohol me embargaba. - ¿Estás ebrio? - añadí en tono de reproche, pero él negó con los ojos casi cerrados y una sonrisa boba en el rostro. 

- Quería verte. - se excusó, dejando ir mis brazos. Yo me quedé viéndolo sin poder creer que estuviese frente a mí en ese estado. Negué con la cabeza ante su mirada atenta y di un paso hacia atrás. 

- Esta no es la forma. - dije y lo rodeé para llegar a mi apartamento. Al instante, escuché sus pasos torpes detrás de mí y luego, un golpe seco contra una pared que me hizo girar al instante para asegurarme que estuviera bien. - ¡Jimin! - grité tan fuerte que me sorprendió que ningún vecino saliese a ver qué pasaba.


Jimin, sí, el mismo Jimin que me había dicho que se alejaría de mí, había ido a mi apartamento a verme y estaba tan ebrio que había tropezado y había caído al suelo. 

Me arrodillé a su costado y quité el cabello de su rostro para que pudiese ver bien, me alejé unos centímetros al darme cuenta que estaba muy cerca y noté que su mirada estaba fija en mí. 


- Emma-ssi, tú... muy tierna. - murmuró en coreano, por lo que se me hizo difícil comprender del todo. 

- ¿Qué dijiste? - Jimin se acomodó mejor contra la pared y extendió una mano hacia mi rostro, para hacerla descansar en mi mejilla. Sonreía de una forma tan bonita que sentí que comenzaría a temblar. 

- Eres muy tierna. - repitió en un tono de voz más alto. - Tierna, tierna, tierna. - añadió sin quitar esa sonrisa de su rostro, mientras sus dedos acariciaban mi mejilla. 


Eso estaba mal, muy mal. Así que tomé su mano y la alejé de mí antes de que pasara algo que no debería. 


- Estás ebrio, Jimin-ssi. - le dije antes de ponerme de pie. - Llamaré un taxi para que te lleve a...

- ¡No! - gritó y tomó mi mano al instante. - A casa no. - añadió en un susurro que me hizo voltear a verlo. Su rostro estaba completamente desencajado y la forma en la que sostenía mi mano me daba a entender cuán mal se sentía. - Los chicos no saben que estoy aquí.

- ¿Aquí en mi casa? - Jimin negó. 

- Creen que estoy en Busan. 

- ¿En Busan? - él asintió mientras intentaba ponerse de pie. - ¿Por que creerían algo así? 

- Porque me dieron un pequeño descanso. 


Si algo había aprendido de Jimin en el poco tiempo que nos conocimos, era que él no tomaba descansos. Él era uno de los más esforzados y dedicados a ensayar para ser mejor en lo que hacía, por lo que, si estaba tomando un respiro de todo, tenía que preocuparme. 


- Ven, necesitas café, Jimin-ssi. - dije al abrir la puerta de mi apartamento y hacerle una seña para que entrara. Él se llevó una mano a la nuca, dudando si debía o no entrar, pero luego de darle un vistazo a mis ojos, se animó. 


Dejé mi bolso en un colgador del pasillo principal y seguí con la mirada a un Jimin curioso que caminaba por mi apartamento. Parecía un niño pequeño en una dulcería y eso produjo una agradable y cálida sensación en mi pecho. 


- Siéntate, por favor. - pedí desde la puerta que conectaba con la cocina. - Voy a prepararte una taza de café caliente para ayudarte un poco. - añadí antes de entrar a la cocina. 


Puse el café molido y el agua en la máquina y presioné el botón de encendido, saqué dos tazas medianas, las coloqué sobre dos platos y coloqué todo en una bandeja. Tomé algunas galletas y las puse con lo demás, y cuando todo estuvo listo, lo llevé a la sala, a Jimin. 

Él estaba recostado en el sofá más grande, con los ojos cerrados y sus manos cubriendo parte de su rostro. Parecía estar durmiendo, así que cuidé de no hacer mucho ruido al dejar todo sobre la mesa de centro, pero cuando lo hice, sentí una de sus manos en mi hombro. 


- Gracias. - musitó mientras se sentaba. - Lamento tanto la escena que hice hace un rato. - yo negué con la cabeza, él no tenía que disculparse conmigo. - No estaba pensando bien las cosas cuando bebí de más, ni tampoco cuando decidí no subir al tren a Busan. 

- No estabas consciente de lo que hacías. - dije. - Al menos estás a salvo, Jimin-ssi. - cuando lo llamé por su nombre, esbozó una media sonrisa, pero no de felicidad, había cierto dolor en ella.  

- Antes era oppa, ahora es Jimin-ssi. - comentó y aunque intenté que no me afectara, terminó haciéndolo. - Yo lo causé, ¿no? Al alejarme de ti y decirte lo que te dije. 

- Era lo que sentías. 

- Es lo que siento. - me corrigió al levantar la mirada a mí y sentí mis latidos dispararse. - No encuentro otra razón para haber terminado en tu apartamento. 

- Tal vez solo me extrañabas. - dije, intentando hacer menos extraña la situación. - Antes éramos cercanos. - Jimin negó con la cabeza. 

- No puedo seguir negando lo que siento, Emma-ssi, es como intentar escapar del día o de la noche. 

- No sé qué esperas que te diga. - bajé la mirada hacia mi taza de café, deseando que la conversación no se hubiese ido por ese camino.  - Pero si te he extrañado cerca y sí me ha parecido extraño que no estés siempre fastidiándome por mi altura. - ambos nos permitimos reír con el recuerdo, pero al cabo de unos segundos, volvimos a la realidad y el silencio reinó. 

- Tú... - dijo Jimin, atrayendo mi atención. Cuando levanté la mirada hacia él, noté que no podía mantener la suya sobre mí y la había fijado en su taza de café. - No se lo dijiste a Jin. - negué con la cabeza. Claro que no se lo había dicho. - ¿Por qué? 

- No quiero que ustedes se distancien por mi culpa. - repliqué. - Además, Jin y yo no nos hemos visto en persona desde hace ya varios días. - Jimin entrecerró los ojos y se quedó en silencio, pensando, pero justo cuando quiso decir algo, alguien toco a mi puerta. - No espero a nadie. - murmuré mientras me levantaba para dirigirme hacia la puerta. 

- Te acompaño. - ofreció Jimin y enseguida se puso de pie y dejó su taza de café para seguirme por el pasillo. 


Las palmas comenzaron a sudarme ligeramente cuando estuve a pocos pasos de la puerta, seguramente por haber visto muchas películas de terror. Tomé el picaporte y cuando quise girarlo, la mano de Jimin se apresuró a cubrir la mía. No tuve que voltear para darme cuenta que estaba muy cerca de mí, así que solo quité mi mano lentamente y me hice a un costado para que él abriese. 

Mala decisión. 




Take Me To Busan | BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora