6.- It is time to go
-¡Vete a la mierda, Evans! -Espeté furiosa, tomando mi abrigo y bolso para irme de su hogar. Sin embargo, Chris sujetó mi brazo impidiendo que pusiera un pie fuera de su casa. Tomé su mano y la retiré de mi brazo. Abrí la puerta y decidida a irme, caminé bajo los efectos crecientes de la tristeza invadir mi anatomía.
-¡Me llamas cuando comiences a madurar! -Me gritó y fue lo último que escuché tras salir precipitadamente de su hogar.
La relación con Chris se había vuelto un tanto conflictiva los últimos meses. De las veces que quisimos entablar una conversación sólida y con contenido, siempre terminaban en peleas por diferencias mínimas. Me hacía sentir mal, después de todo, pelear con quien formaba una relación de dos años. Las únicas veces que no peleábamos y todo iba bien, era cuando hacíamos el amor que, por lo general realizábamos después de las reconciliaciones que teníamos.
Esta vez sabía que iba a ser diferente; algo en mi interior me decía que las cosas no iban a suceder como solían hacerlo. Él no iría a mi casa a pedir disculpas, y yo, no le perdonaría como siempre lo hacía. No pude evitar soltar algunas lágrimas en cuanto me percaté de lo que estaba sucediendo entre ambos. Tal parecía que Chris, ya no quería seguir a mi lado y yo, no podía obligarlo a quedarse. Era un ser humano libre e independiente, y ante ello, yo no podía hacer nada.
Laura me recibió en su departamento una vez le llamé y conté lo sucedido con Evans. La muchacha no dudó en recibirme durante la noche para consolarme y darme ánimos de que, lo más probable, es que todo fuese solo imaginación mía; ella estaba segura que Evans aún me amaba, pero su trabajo y el estrés producto de éste, le hacía reaccionar de aquella forma.
-Conoces a Chris. -Le dije a mi amiga. -él no era así; siempre fue tierno y compresivo. Siento que estoy saliendo con un extraño. -Murmuré, luchando contra las lágrimas rebeldes que querían salir de mis ojos. -Él nunca fue así, Laura. Algo le sucede...
-¿Nunca se lo has preguntado? -Inquirió.
-Nunca hemos llegado a hablar tanto. -Confesé avergonzada. -Al menos estos últimos meses nos hemos juntado sólo para discutir sobre temas banales.
-Ahí está el problema, __________. -Dijo Laura con voz tierna. -Tienen que hablar. La comunicación es la base de todo. Quizás Chris está pasando por un mal momento y no te lo quiere decir. -Se encogió de hombros.
-¡Pero si somos pareja! -Exclamé exaltada. -¿Cómo no me va a querer decir lo que le sucede?
-Sucede en todas las parejas, _________. -Explicó. -Me sucedió a mí con Mark. ¿No te acuerdas? Ya sabes la historia; Mark me quería proponer matrimonio. -Carcajeó con amargura. Aquel ejemplo no era uno muy bueno, considerando que el ex novio de mi amiga la dejó plantada en el altar. -Pero eso no quiere decir que Chris sea como Mark.
-Eso no lo sabemos. -Sonreí desganada. Tal parecía que mi situación era muy similar a la que Laura vivió hace años atrás. -Creo que es hora de irme de su lado, Laura. -Musité al borde del llanto. Tener que aceptar que la relación no era la misma, dolía inmensamente.
-¿Entonces todos esos momentos bellos que pasaste al lado de Evans los tirarás por la borda por una discusión? -Cuestionó, alzando una de sus cejas. -Lo siento ________, pero discrepo contigo. -Y tomó un sorbo de su cerveza, negado una y otra vez en negación a mi decisión.
-No sé qué hacer, Laura. -Lloriqueé. -Está muy distante.
-Ya te dije, _________. -Reiteró. -La comunicación es la base.
Y dicho aquello, Laura rodeó sus brazos en mi cuerpo, otorgándome un abrazo fraternal, asegurándome que todo saldría bien si me diera el tiempo de hablar con Chris y aclarar los malos entendidos.
Durante la mañana siguiente me levanté temprano y decidí dar aquel paso que tanto me aterraba dar. Caminé hasta su departamento, esperando que estuviese en casa. Toqué el numero perteneciente a su hogar y la maquinita emitió su voz ronca y somnolienta.
-Chris. -Murmuré avergonzada. -Hablemos.
-¿A las ocho de la mañana? -Gruñó. - ¡________, por favor!
-Chris, ya estoy abajo. -Gemí. -Será un rato, luego te dejo tranquilo. Lo prometo.
El rubio soltó un bufido; abrió la puerta del recinto, permitiéndome entrar. Subí las escaleras con mi corazón bombeando más de lo normal. Por cada paso que daba sentía que la situación empeoraría aún más, que la respuesta no sería la que había visualizado mientras iba de camino a su hogar. Me armé de valor y llegué hasta su hogar; golpeé la puerta. Chris la abrió, dejando ver su cuerpo semi desnudo y rostro somnoliento. Frunció el ceño y me hizo entrar.
-Siento si te he molestado. -Dije cabizbaja. Su cuerpo permaneció rígido.
-¿Qué me quieres decir? -Preguntó. Se sentó sobre uno de sus sofás, se cruzó de piernas y brazos y observó fijo, esperando a que hablara. Aquella posición altanera y hostil me hizo cuestionarme si realmente quería que él siguiera siendo mi novio. Su mirada azuleja y tierna ya no era la misma. Aquella que me proporcionaba el cielo y el destello innato de su mirada. La que, de alguna forma me había cautivado.
No, no era él mismo Chris que conocí algún día. En él prevalecía algo más; algo que, como dijo Laura, no era capaz de decirme.
-Necesito que seas sincero conmigo, Chris. -Pedí. Éste entrecerró sus ojos, removiéndose levemente en su asiento. -Las cosas van mal entre nosotros, lo sé. Ya no somos la misma pareja. Y lamento eso. -Murmuré, dolida. Luché por no romper en llanto allí mismo. -S-si tú tienes algo que decirme, creo que es hora de que lo hagas, Chris. Estoy abierta a todo tipo de comentarios. -Respiré hondo, aunque me costara realizar aquella tan simple acción. Mi pecho dolía, y mi garganta ardía producto del nudo que se originaba en mis cuerdas vocales.
Chris asintió, y ello me hizo temblar. Había conseguido su "confianza" pero no sabía realmente si quería escuchar lo que me tenía que decir.
-Conocí a alguien... -Confesó finalmente. Parpadeé un par de veces, decodificando sus palabras. -Hace meses, en un evento en...
-¿Hace cuantos meses? -Pregunté como pude. Mi voz logró quebrarse en medio del enunciado, dejando mi alma afligida al descubierto.
-¿Acaso importa eso? -Espetó.
-A mí sí. -Repliqué. -¿Hace cuantos meses?
-Tres. -Murmuró.
-Eres un idiota. -Mascullé furiosa. Mis lágrimas surgieron rápidamente. Me levanté del sofá, dispuesta a salir de su hogar. La respuesta era clara. Era tiempo de irse.
-Tú me pediste ser sincero contigo. -Exclamó al ver mis intenciones por abandonar definitivamente su casa.
-Y de qué otra forma me lo iba a decir, ¿uhm? -Espeté molesta. -¡Estabas viendo cómo la relación se terminaba y tú nunca dijiste nada! -Vociferé, golpeando su pecho repetidas veces. -¡Te odio, idiota!
-Lo siento. -Murmuró. -Lo siento tanto.
-Trágate tus lamentos y no me busque, Chris. -Le advertí. -Terminamos.
Y tomando mis cosas me apresuré en salir de su casa, esta vez, para siempre.