VIII - Steve Rogers

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8.- Fear


Romanoff miraba atentas las cartas que sujetaba entre sus manos, mientras Wanda y Clint esperaban a que lanzara una de ellas para continuar con el juego. La rusa sonrió airosa, dejando una de sus cartas que amenazó con hacernos perder y terminar el juego.

-Nunca dijiste que fueses buena para jugar. -Le dije, tirando una de las cartas al centro de la mesa, junto a las demás desechadas.

-Sí, y tú nunca me dijiste que estabas embarazada. -Atacó. -Todos tenemos secretos que, tarde o temprano se saben.

-Vale, pero esto es diferente. -Me defendí. Solté un suspiro, dejando todo el mazo que tenía en mis manos sobre la mesa, terminando mi juego.

-Pero aún no terminamos. -Me dijo Clint, frunciendo levemente su entrecejo. El arquero dejó a un lado sus cartas para rodear mis hombros con sus brazos y acercarme a él. -¿Aún no te habla?

-Me evita cada vez que quiero hablar con él. -Confesé. Wanda y Romanoff alzaron la vista y se miraron entre sí. -Creí que me quería... -Murmuré apenas. Mi mentón comenzaba a temblar al presionar el llanto en mi garganta, buscando reprimirlo.

-Te ama. -Dijo Wanda. -Lo he pillado observándote los últimos días.

-Debes entenderlo, __________. -Intervino Romanoff. -Rogers viene de otro tiempo, es antiguado y bastante llevado a la antigua. -Wanda asintió a su lado al igual que Clint. -De seguro piensa que cometió alguna falta moral al dejarte embarazada. -Se encogió de hombros. -Es Steve después de todo, y no me extraña que tenga miedo de asumir un cargo tan demandante como el de criar a un niño.

-Ha tenido que lidiar con Tony. -comentó Clint. -¿No es cómo tener a un niño en el equipo? -Inquirió dubitativo. Las dos muchachas lograron sonreír, más yo me limité a permanecer callada, ensimismada en poder encontrar una forma viable para poder hablar con Rogers.

Un mes había pasado desde que le di la noticia al capitán, siendo, al parecer, lo peor que él habría escuchado en toda su vida. Nunca me manifestó lo que pensaba, sólo salió de la habitación y nunca más me volvió a hablar. Me dolía verlo tan arisco conmigo después de haber conocido su lado tierno y protector. Era un cambio bastante drástico, logró descolocarme y cuestionarme si él realmente logró amarme como él decía y aseguraba.

Subí al laboratorio para encontrarme con Banner. Éste se encontraba observando sus experimentos sobre una de las mesas metálicas. Nunca logré saber qué hacía realmente, pero me parecía interesante instruirme como su mano derecha. Parecía ser un buen profesor a la hora de enseñar sobre la materia.

-¿Cómo te has sentido, _________? -Me preguntó en cuanto me vio entrar. -Te ves bastante bien.

-Tengo que estarlo, Bruce. -Sonreí. -Por mi hijo o hija.

-¿Rogers aún no te habla? -Indagó. Frunció sus labios en cuanto asentí en respuesta. Se quitó los lentes de su rostro para sobar el puente de su nariz. -Ven, vamos a ver cómo están tus signos vitales.

Me indicó una camilla para que pudiese recostarme sobre ella. Me pidió que levantara mi polera y con un estetoscopio comenzó a examinar mi corazón. Luego observó mis pupilas y finalmente me anunció que Tony había conseguido un ultrasonido para darme el lujo de escuchar a mi pequeño que ya contaba con tres meses en mi interior.

-¿Lo ha conseguido para mí? -Alcé una ceja, sin poder creer que Tony, siendo un personaje empedernidamente narcisista y egoísta tuviese la empatía para conseguir tal cosa para mí. Bruce asintió y ambos reímos. Tal parecía que el genio tampoco podía creer que Stark tuviese un corazón palpitando bajo su pecho.

-¿Y qué tal va el pequeño mocoso? -La voz de Tony se hizo escuchar en cuanto entró al laboratorio con carpetas en mano. -¿Ya te ha dicho de qué equipo es?

-Del equipo al que pertenezca su padre. -Le dije y Tony chasqueó la lengua.

-Patrañas -Bufó Tony. -Será de mi equipo cuando sepa que tendrá un tío estupendamente asombroso. - Dijo con todo el ego que su cuerpo le permitía generar. -A todo esto, Bruce, tenemos trabajo que realizar. -Le mostró las carpetas en sus manos.

Tony volvió a salir del laboratorio y Banner se dispuso a presentarme los latidos del corazón de mi hijo. Un sinfín de ruidos repetitivamente rápidos era lo que se sentía cada vez que Banner deslizaba el transductor por mi vientre. Mis ojos se llenaron de lágrimas y deseé que Steve estuviese a mi lado para presenciar lo maravilloso que era escuchar a la pequeña vida que se desarrollaba en mi vientre.

-Tenemos visita. -Avisó Banner, dando un vistazo hacia la entrada. El cuerpo de Rogers permaneció rígido sobre sus pies, observando detenidamente mi cuerpo tendido en la camilla y el monitor que emitía la imagen nítida de nuestro hijo.

Se acercó a pasos lentos y temerosos y se situó a mi lado, sin tocar mis manos ni observarme directamente. Banner le enseñó lo que se veía en el monitor, logrando que el capitán embozara una leve sonrisa en sus labios como así también, indicios de las primeras lagrimas abordar sus ojos.

-Tus signos vitales y los del bebé están perfectamente bien. -Anunció Bruce. -Si sientes que algo anda mal, no dudes en buscarme, __________.

Asentí, volviendo a acomodar mi ropa para irme del laboratorio. Steve, sin embargo, sujetó mi brazo antes de que me fuera, pidiéndole a Bruce que nos dejara un momento a solas. Banner abandonó el laboratorio llevándose consigo las carpetas que Tony había dejado minutos atrás sobre una de las mesas de metal.

-Lo siento, _________. -Fue lo primero que dijo.

-Entiendo, Steve. -Murmuré. -Entiendo si no quieres incluir en tu vida la dicha de ser padre. Estamos en otros tiempos, tú eres capitán de los vengadores, en ti recae mucha responsabilidad. No hace falta añadir los llantos de un bebé. -Sonreí a medias, luchando contra las lágrimas que amenazaban con salir a flote. -No pienso obligarte a hacerte cargo de algo que no quieres.

-Pero quiero hacerme cargo de esto. -Expresó. Sus ojos se volvieron acuosos, haciendo brillar su mirada tras las lágrimas que deseaban salir. -Me comporté como un idiota, ________. Estaba aterrado cuando me dijiste que íbamos a ser padres. ¡Imagínate! ¿Yo ser padre? ¿A mis noventa años?

-Steve, basta con que tienes noventa años. Las cosas ocurren, ¿sí? Somos adultos, podemos superar esto. -Sonreí, alzando mi mano para acariciar la tersidad de su piel. El rubio soltó un suspiro lleno de abatimiento, mostrándose temeroso ante lo que se nos aproximaba.

-Si te llegase a suceder algo...

-No me sucederá nada. -Dije. -Estoy contigo, capitán. Estamos a salvo a tu lado. -Y poniéndome de puntillas tomé su rostro entre mis manos y besé sus labios con ternura, recordando la primera vez que nos besamos; bajo la luz de la luna, en aquel parque después habernos confesado nuestro amor.

S. Rogers - C.Evans || One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora