9.- Never more
Un estridente y desesperado grito femenino fue lo que me hizo brincar de la cama en cosas de segundos. Despertar de aquella forma no era recomendable por las mañanas, y menos después haber bebido tanto la noche anterior.
Mi cabeza bombeaba, mis oídos clamaban por silencio y mis parpados se cerraban solos, pese a los intentos que realicé por mantenerlos abiertos. A tientas guie una de mis manos hacia la pequeña cómoda al lado de mi cama. Palpé, botando cosas al suelo mientras buscaba mi celular que, estaba seguro lo había dejado allí.
—Mierda. —Murmuré. La resaca comenzaba a amplificarse por toda la parte frontal de mi cabeza. Me incliné para tener mayor acceso a lo que estaba buscando. Pero al no verlo, me incliné al borde de la cama para buscarlo debajo de ésta. Fue cuando sentí la puerta de mi habitación abrirse y cerrarse de golpe. Bufé, cerrando los ojos, sufriendo el dolor que causó aquel sonido de la puerta al cerrarse.
Sus ojos y los míos se toparon y, esta vez fuimos ambos los que soltamos un grito sorpresivo y colmado de confusión. ¿Qué demonios hice? La profesora de mi hija estaba nada más que con una sábana envuelta en su cuerpo y su cabello rojo y rizado envuelto en una maraña que, estaba seguro le costaría desenredar. Me miró asustada, para luego dirigir su vista hasta la puerta, donde aparentemente se encontraba lo que le había hecho gritar de aquella forma.
—Yo ... c-creo que hay alguien que quiere verte. —Me dijo, apuntando la puerta. —Esto no debió suceder. —Se lamentó en un quejido colmado de arrepentimiento. Le seguí con la mirada mientras corría de un lado a otro en busca de su ropa. Su nerviosismo, pese a que no era un buen momento para pensar en ello, me era bastante tierno y lindo. No pude evitar soltar una risita divertida, la que llamó su atención. No dudó en reprenderme.
—Chris, no creo que tengas ganas de reírte después de ver quién está tras la puerta. —Me dijo seria, apuntándome con su dedo índice. Hasta aquel gesto me parecía adorable de su parte. —Esto no se tiene que repetir nunca más. —Añadió y tomó su falda. —No mires. Date la vuelta.
—¡Bah! pero si ya te he visto desnuda. —Carcajeé.
—Chris, lo digo en serio. —Suspiró pasando una de sus manos por su frente. —Vístete y sal a recibir a la mamá de tu hija.
Y tenía razón. Después de saber sobre la persona que esperaba tras la puerta, mi risa cesó
—Mandy. —Dije, y de un salto me incorporé. Me vestí rápido y salí de la habitación sin siquiera cerciorarme de la ropa que cubría mi anatomía. Aproveché de acomodar mi cabello mientras me dirigía hacia el living, donde seguramente se encontraría Mandy y su madre, mi ex esposa.
Mi vista viajó por todos lados en busca de mi hija. Más no la encontré sentada viendo televisión, como solía hacerlo cuando llegaba a casa. Su bolso estaba sobre el sofá, al igual que osito favorito de felpa, pero ella no estaba por ningún lado.
—Mandy está con Sam. —Sentí a mi ex esposa hablar tras mi espalda. Caminó hasta el bolso de Mandy y de allí extrajo una carpeta roja. —Los papeles para el divorcio. —Lo movió levemente antes de tirarlo sobre la mesa. —¿A sí que con la profesora particular? —Inquirió con sorna. —Debieron tener bastante prisa como para dejar la puerta entre abierta.
—¿Cuándo es la audiencia? —Interrogué, sin prestar atención a su pregunta. Lisa curvó la comisura de sus labios en una sonrisa leve.
—Te pudieron haber robado. —Comentó para luego reír. — Chris y su debilidad por las docentes. —Dijo con voz trémula. —Es un hecho, ¿no?