XXII - Chris Evans

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22.- The violin Girl


El vaso con cerveza viajó a mi boca mientras escuchaba atento cada palabra que a Stan se le ocurría emitir; mi buen amigo y colegia no dejaba de demostrarse frustrado por no tener chances con la muchacha que los meses anteriores, había llamado su atención.

Anthony Mickie asentía cuan psicólogo profesional demostraba poseer oculto en su alma, dándole uno que otro consejo para apaciguar el malogro de nuestro amigo. Dispuse a palmear su espalda con motivos de hacerle sentir un poco mejor y acompañado por nosotros, bien sabía él que las palabras de consuelo no eran lo mío. Al menos no tanto como lo demostraba Mickie.

—Opino que tienes que levantar tu trasero de ese asiento y buscar a tu muchacha ideal en este bar. —Dijo Mackie para luego tomar un sorbo de su cerveza. Dirigió su mirada hacia a mí y yo asentí, apoyando su iniciativa.

—Has caso a Mackie. Él es el hombre. —Opiné, logrando hacer reír al moreno.

—El consejo va para ti también, Evans. —Aclaró Anthony. Fruncí el ceño y negué. —¡Oh sí! los dos tienen que salir de aquí y conocer gente. Al menos eso haré yo justo ahora. —Y tomando el ultimo sorbo de su cerveza, se levantó y, dirigiendo una sonrisa a ambos, añadió: —Sebastian, tienes que superar el fracaso, es normal que no le seas atractivo a alguna mujer. —Le dijo al rumano, logrando que éste, abriera sus ojos sorprendidos por tales palabras dándole de lleno a su ego.

—Que buen psicólogo serías. —Murmuró Stan con ironía.

—Bueno, por algo soy actor. —Soltó una carcajada captando el sarcasmo del rumano. Luego me miró a mí y me apuntó con su dedo índice, acusándome. —Evans, ya es hora que superes a Mia. Sólo eso, el consejo es para los dos; levántense y conozcas mujeres. —Y dicho aquello, se fue quien sabe dónde con una amplia sonrisa decorando su rostro.

—Debe saber que lo odio. —Suspiró el rumano con pesadez. —Pero tiene razón, después de todo.

—La tiene. —Asentí tan abrumado como Sebastian quien, esta vez se perdió entre el show que nos ofrecía el bar.

Un grupo de músicos pop se presentaron sobre el escenario, deleitándonos con sus temas, generando un ambiente ameno entre las personas quienes parecían disfrutar de las canciones interpretadas por los cuatro talentosos jóvenes. Me limité a disfrutar de mi cerveza mientras mis pensamientos inquietos surgían en mi mente. ¿En qué momento las cosas con Mia comenzaron a resultar tan mal? Estaba seguro que la relación iba a la perfección. Teníamos planes de conformar una familia, incluso habíamos hablado la posibilidad de tener hijos una vez ella pudiese sacar el doctorado que tanto deseaba tener. La apoyé y estuve dispuesto a esperar el tiempo que fuese necesario. Pero lo que nos habíamos propuesto como pareja nunca se concretó; Mia decidió dar término a nuestra relación sin un argumento claro.

Mickie tenía razón. No podía aferrarme al pasado.

—¿Y qué te pareció el show? —Me preguntó Stan, volviéndome a la realidad. Asentí sin si quiera haber prestado total atención al talento de los muchachos que se despedían del público.

Las luces se apagaron dejando un ambiente con luminosidad tenue. Las personas comenzaron a susurrar entre sí, generando aquel sonido similar a un panal de abejas; molesto e inquietante. Fue el momento en el que una única luz iluminó el centro del escenario, mostrando la silueta de una mujer con lo que parecía ser un violín.

—Esto se pone bastante bueno. —Comentó Sebastian, acomodándose sobre su puesto, sin sacar su vista del escenario. —Es guapísima. —Manifestó el rumano en cuanto las luces iluminaron por completo a la mujer quien comenzó a tocar el violín a un ritmo bastante rápido y melódico. Una mezcla de música electro se hacía presente acompañando el dulce sonido del violín entre sus finos y talentosos dedos.

La muchacha se movía de un lado a otro sobre el escenario, moviendo su cuerpo al ritmo de la música interpretada. Observé embelesado cada movimiento ejecutado por su anatomía; sus piernas se movían cuan muchacha ensayaba ballet. Delicadas como si fuese una mariposa posándose sobre alguna flor. Me costaba trabajo digerir la interpretación de aquella muchacha que, viéndola por primera vez, había causado estragos a nivel fisiológicos en mi persona.

—Debo conocerla. —Murmuré para mí.

—Pues ve. —Me alentó Sebastian entre risitas divertidas. —Mackie ya te hubiese llevado donde ella. —Dijo y ambos carcajeamos.

La interpretación de la muchacha duró veinte minutos. Agradeció la disposición del público y se alejó del escenario, dejando a todos los asistentes encantados con su inefable talento. Me levanté del asiento y me despedí de Sebastian quien, me deseó suerte antes de iniciar mi aventura.

Caminé hacia la entrada entre la gente que se aglutinaba cada vez más en el recinto. Más de alguno logró reconocerme y pedir una foto, lo cual no negué en ningún momento, aun cuando en mí se generaba cierta ansiedad por alcanzar a la muchacha del violín.

Fuera del lugar, el tumulto se generó y fui abordado por varias personas deseosas de fotografía y autógrafos. Puse mi mejor cara y complací a mis fans, haciéndome la idea de que, el tiempo trascurrido ya habría hecho que la mujer abandonara el bar.

Caminé por la acera con el sabor amargo de la decepción una vez todo había terminado.

—Chris Evans, ¿no? —Preguntaron tras de mí. Una voz dulce y melodiosa logró captar mi atención de inmediato. Volteé sobre mis talones, un tanto curioso, pero también ansioso por querer saber quién llamaba mi nombre de tal manera. Sin embargo, la escasa luz de la noche me privó el total reconocimiento de mi fan.

—El mismo. —Sonreí. Me acerqué unos pasos reconociendo de inmediato el estuche del instrumento que portaba en su mano derecha. Esbocé una sonrisa triunfal, pero cuidando de no ser muy obvio frente a ella. —La chica del violín. —Mencioné y ella soltó una risita tierna armonizando el ambiente.

La misma. —Carcajeó sutilmente. —Me habían dicho que estabas en el bar, pero no lo creí hasta que te vi en la mesa. —Comentó. Removió un mechón rebelde de su frente, escondiéndolo tras su oreja. —Estaba nerviosa. —Confesó entre risitas tímidas.

—¡Bah! ¿En serio? —Dije, haciendo reír a la muchacha.

—¡Vamos, eres Chris Evans! — Exclamó moviendo sus manos con somera alteración.

—Me ha gustado tu presentación. —Sonreí. La muchacha desvió su mirada hacia el suelo. —De verdad, tienes talento.

—Gracias. —Murmuró, sin quitar su mirada de la acera. Sonreí ante lo tierna que se veía. Podía imaginarme el color rojizo invadir la piel de sus mejillas. —Vendré la próxima semana con temas nuevos. —Anunció. — El día jueves. Quizás n-nos p-podamos servir a-algo. —Propuso. —Si quieres, claro. —Se apresuró en decir. —Si no te incomoda...

—El jueves. —Acepté.

—A la misma hora. —Sonrió la mujer, esta vez alzando la mirada. Sus ojos fueron iluminados por el brillo del foco perteneciente al poste a nuestro lado. Eran un tono verde, profundo e hipnótico. Pude percibir algunas pecas decorar su rostro, alrededor de sus mejillas y sobre el puente de su nariz. La muchacha se despidió con una sonrisa en sus labios, no sin antes desearme un buen dormir.

Esa noche no pude dormir recreando una y otra vez su anatomía moverse sobre el escenario, la melodía invadir mis sentidos auditivos y sus llamativos ojos verdes fijos en mí. 






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¡Jelou pipul! <3. ¿Alguien mas ama a Lindsey Stirling? *-* !Yo la amo! qué decir jeje. Me inspiré en este OS cuando estaba escuchando uno de sus temas <3.

Escuchen la canción de arriba, es uno de sus temas clásicos *-*


S. Rogers - C.Evans || One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora