XLIII - Steve Rogers

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43.- Pupilas III (Continuación OS XXXIX y XLI ) 


Tomé mi cabello y lo amarré en una coleta alta. Sonreí y me posicioné en mi lugar; Manos al frente, puños cerrados y piernas separadas. Mi contrincante me miraba fascinado, en la misma posición, listo para dar inicio a otro día más de práctica.

—No lloraras, ¿cierto? —Le pregunté antes de realizar cualquier movimiento. Sonreí burlona. El ojiazul frunció el ceño y lanzó una risotada.

—Muñeca, los hombres no lloran —Comentó divertido. Avanzó un paso y yo brinqué, alerta. Bucky carcajeó.

—Bueno, la última asumo que llorabas de risa. —Alcé las cejas, mofándome acerca del día en el que logré hacerle una llave en su brazo humano. Lo tenía contra el suelo, totalmente inmóvil. —Y si mal no recuerdo, ibas a ser mi empleado por una semana.

—Esta pelea lo decidirá todo. —Propuso y yo negué entre risas.

—Eres un patán, James Barnes. —Reí y, acto seguido, me abalancé contra él.

Desde que rompí con Steve no me había sentido tan feliz en mi vida. Creí que después de haber terminado toda nuestra relación, jamás podría sentir felicidad alguna. Fueron días críticos sin duda, donde la mayor parte de mis días la pasaba acostada, llorando y rumiando mis pensamientos en silencio.

Renuncié por unos meses a SHIELD. No soportaba ver al capitán con Sharon. Me hacía mal y él bien lo sabía. Más la rubia, haciendo caso omiso a mis sentimientos, se encargaba de restregarme en la cara, con acciones muy notorias, que ahora el capitán era de ella.

Pero, ahora todo había cambiado, tanto para mí como para quien fue mi ex novio. Bucky había vuelto a la torre, dejando su vida como fugitivo en el pasado, lo cual realizó un cambio notable en Steve al recibir nuevamente a su amigo; pero ello también, significó el cambio para mí. Después de un año de luto, entre lamentos constantes, volví a volar. Y todo ello comenzó cuando Bucky me dirigió la palabra por primera vez.

Habíamos congeniado bien. Demasiado bien para el gusto de Steve pues, que yo forjara un vínculo con su amigo significaba el alejamiento de éste. Más no me importó en absoluto. En mí recaía la sed de venganza; pese a que no era de ese estilo, tuve la necesidad de serlo con él.

—¿Es lo mejor que tienes? —Cuestioné entre risas. Bucky había aterrizado en el suelo, y no de la mejor forma. —¡Vamos! ¡Hasta mi abuela se mueve más rápido! —Me burlé. El ex soldado me lanzó un golpe con su mano de metal, el cual, sin prever, aterrizó en mi abdomen. Volé, literalmente unos metros lejos de él.

—¡__________! —Exclamó el castaño, alarmado.

—Creo que te subestimé. —Musité algo adolorida para luego, lanzar una risita juguetona.

—¿Te lastimé? —Preguntó con preocupación. Negué. Tendió su mano para poder ayudarme a ponerme de pie. La tomé, sin desaprovechar la oportunidad de ser yo la que lo botara al suelo. Rápidamente me subí sobre él e inmovilicé sus brazos. Bucky rio juguetón. —Lección número uno... —Murmuró. —Nunca creas en una mujer.

—Grábalo muy bien, Buck. — Sonreí socarrona. El ambiente se silenció, nos quedamos mirando por unos minutos, embelesados y con una sonrisa boba en nuestros semblantes. Sus ojos azules eran un aspecto de su rostro que me encantaba, podía mirarlos por horas; nunca me iba a aburrir. Le iba a besar, pero una voz nos interrumpió.

—Ups, que incómodo. —Romanoff yacía de pie frente a unos estantes para poder abrirlo. Sacó algunos vestuarios y elementos de lucha y esbozó una sonrisa coqueta pero también socarrona dirigida a nosotros. — Con esto me queda claro que ustedes dos no son amigos.

S. Rogers - C.Evans || One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora