XXVIII - Steve Rogers

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28.- Protected Innocence



Me encaminé hasta el living del complejo Stark con una caja repleta de cuadernillos y libros en manos. Me acerqué, esperando encontrar a Steve, quien me había dicho que me estaría esperando en ese lugar para ayudarme a ordenar todo. Pero en cambio, encontré absolutamente nada. Estaba todo en silencio, ni la televisión estaba encendida.

Fruncí el ceño, extrañada. Más no esperé y me senté en el diván, inspeccionando todo lo que fuese basura.

Libro tras libros, cuadernos tras cuadernos. Los fui amontonando a mi lado, separándolos con los que servían y supuse que a Steve le gustaría llevar consigo. Suspiré. Cambiarse de casa no era una tarea fácil.

Habíamos decidido dar termino a nuestra estadía en la Torre Stark; llevábamos tres años de relación y ahora, era momento de "volar" del nido y hacer nuestras vidas independientemente como pareja establecida. El capitán Rogers soñaba con darme una casa similar a la que Clint le tenía a su señora. Había quedado encantado cuando fue a visitarlos. No había sido en las mejores circunstancias, según lo explicado por mi novio, pero fue lo suficiente para saber que ese tipo de hogar, tranquilo y ameno, era lo que él quería para proteger a su futura familia.

Tomé un álbum de fotos entre el sinfín de cuadernillos que guardaba la caja de cartón. Soplé la tapa de éste ante el polvo que se presenciaba en la portada. La abrí, y encontré fotografías que jamás creí ver. Steve vestido de soldado. Tenía un aspecto delgado y enfermizo. Logré formar una sonrisa tierna ante tal fotografía. Podía ver la inocencia de su alma irradiar en sus ojos, la misma que se presenciaba cada vez que veía sus ojos azules, claros y sin ningún indicio de otro color.

Físicamente, no era el mismo Steve, pero lo era en cuanto a la esencia de su alma. Aquella que logró cautivarme. Su inocencia era algo que me gustaba y quería preservar.

—____________. —Escuché tras de mí. Desvié mi vista y miré a quien me llamaba con voz entrecortada. Me impresionó ver a Wanda con aspecto de preocupación. —¿Y eso? —Inquirió tras ver lo que llevaba en manos. —¿Es Steve?

Asentí.

—No tiene que saber que lo hemos visto. —Reí. —Nunca me quiso mostrar este álbum.

—Sigue siendo el mismo chico de Brooklyn. —Comentó la sokoviana sin quitarle la vista a la fotografía, figurando una sonrisa pequeña. —Misma inocencia... ¡Inocencia! —Exclamó de repente, obligándome a dar un pequeño salto desde mi lugar. — Esto no te va a gustar...

—¿Qué no me va a gustar? —Interrogué, alzando una de mis cejas.

—La inocencia de Rogers corre peligro. —Me dijo. —Deberías ir al laboratorio. Escuché cosas que...— Suspiró. —No puedo repetirlas. —Negó rápidamente, cerrando los ojos, como si así fuese la única forma de ahuyentar las palabras que había escuchado.

A mi mente, se me vino sólo un nombre. Una persona, un individuo que era quien más gozaba en pervertir a mi novio. Tony Stark. No me di el tiempo de intercambiar más palabras con la sokoviana; me levanté del sofá y emprendí camino, rápidamente, hasta el laboratorio.

Mis pasos eran firmes, y mi ceño se fruncía cada vez más al imaginarme las cosas que le podrían estar diciendo a Rogers. Alguna técnica para intimar conmigo, piropos subidos de tonos, etc. De todo fue lo que pensé e imaginé mientras el ascensor cumplía su labor en trasladarme hasta el tercer piso.

Me quedé fuera de la puerta y comencé a escuchar lo que decían:

—No, es que tienes que ser un poco más dominante... —Le decía Sam a Steve. —Ya sabes...Tomarla por sorpresa, tirarla a la cama y todo eso...

S. Rogers - C.Evans || One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora