LXXVI - Chris Evans

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76.- Nice to meet you II (continuación Os LVIII) 


—¡Scottie! —Exclamé con los brazos abiertos, lista para recibirlo y abrazarlo con fuerzas. El rubio se quejó entre risas cuando logré rodear su anatomía, demostrándole mi encanto por verlo nuevamente.

—Qué comes, mujer por Dios. —Carcajeó. —No me gustaría recibir un puñetazo tuyo. De seguro me dejas knock out.

—Idiota. —Reí. El rubio volvió a abrazarme y a depositar un beso en mi frente que, bien recibí. Nos separamos ligeramente y nos tomamos del brazo para emprender camino hacia el centro comercial.

Después de aquel día en donde lo salvé de los sujetos que lo asechaban para burlarse de él, Scott y yo habíamos forjado una amistad de inmediato. Conversábamos vía mensajes todos los días, nos reuníamos en alguna cafetería para degustar algún café mientras hablábamos de la vida, luego, si nos aburríamos, caminábamos por la ciudad en busca de diversión.

Muchas veces lo invité a mi hogar con el propósito de ver una película y comer palomitas de maíz. Scott no ponía objeción; el aceptaba encantado, diciendo que amaba estar en mi casa pues, se sentía cómodo, aceptado y comprendido.

—¿Cómo va todo con Alan? —Me preguntó el joven Evans. — ¿Han arreglado sus problemas?

—Bueno, lo estamos intentando. —Me encogí de hombros.

—Eso en pocas palabras es un no. —Indicó. —¿Sabes? No creo que valga la pena seguir con una relación quebrantada. En estos momentos deberías estar con Alan y no conmigo, ___________.

—Contigo me divierto más. —Repuse.

—Entonces deberías terminar tu relación con él. —Aconsejó. —Si te gusta estar conmigo y no con tu novio, entonces da por finalizada tu relación. Lo normal en una pareja que se ama es pasar la mayor parte del tiempo con él, no con tu amigo. —Rio suavemente.

Medité su consejo, y llegué a la conclusión de que él estaba totalmente en lo cierto. Mi relación con Alan había llegado a su límite, y yo, ante ello, ya no podía hacer absolutamente nada más que alejarme y hacer mi vida en solitario. Pensé en la posibilidad de plantearle el tema a Alan durante la tarde, cuando decidiera visitarme. Y si es que lo hacía; Alan no aparecía en mi hogar desde hace ya más de una semana.

Nos adentramos a una cafetería una vez nos aburrimos de caminar. Pedimos un café a gusto propio y seguimos conversando de temas variados. Hasta que llegó su hermano, mucho más temprano de lo que previó Scott.

—Espero no interrumpir nada importante. —Se disculpó Chris.

—No, descuida. Justo íbamos a hablar mal sobre ti. —Le dijo Scott y rodó sus ojos azules en una mueca graciosa. —Has llegado antes...

—Me desocupé antes. —Le dijo su hermano. —¿Cómo estás, ___________?

—Bastante bien. —Sonreí, comenzando a sentir un ligero hormigueo en mis piernas. Su presencia me era algo que alteraba sin querer parte de mi fisiología. — ¿A dónde irán esta vez?

—A hablar con el dueño de un bar. —Me dijo Chris. —Resulta que es el cumpleaños de una de nuestras hermanas y queremos darle una sorpresa.

—Insisto, el bar no es buena idea. —Murmuró Scott. —Qué prefieres, ____________. ¿Una fiesta en un bar, o un almuerzo familiar? Considérate una persona relativamente tranquila, con gustos simple y no tan exquisitos.

—En definitiva, prefiero una fiesta en un bar. —Contesté segura de mi respuesta. Scott entre abrió la boca y enchinó los ojos, fingiendo indignación ante mi respuesta. —¿Qué? Yo me considero una persona relativamente tranquila, pero me gustan las fiestas. —Reí. —Creo que, a tu hermana, sin conocerla, le gustará bailar y ver a toda su familia en un ambiente no tan aburrido.

—¿Aburrido? —Cuestionó Scott. Chris carcajeó divertido, automáticamente llevando una de sus manos a su pectoral izquierdo. —Me siento traicionado.

—Gracias. —Me dijo Chris. —Gracias por darme la razón.

—De nada. —Reí e hice un ligero ademán con mi cabeza. —¿Y cuándo es la fiesta?

—En una semana más. Pretendemos tener todo listo antes del jueves. —Dijo Chris. —Ya sabes, queremos sorprenderla.

Tomamos nuestros cafés y salimos del local luego de pagar lo consumido. Me invitaron a recorrer la ciudad en busca del bar ideal para su hermana. Según la descripción que me dieron, ella debía celebrar su cumpleaños en un lugar acorde a sus gustos. Algo tranquilo, casi privado; un lugar en donde la gente no entrara con la intención de formar pleitos. Conocía un par de bares de esa índole, por lo que no dudé en dirigirlos a hacia ellos.

—Creo que nunca te di las gracias por lo que hiciste por Scott el día en el que se conocieron. —Me dijo Chris. Se posicionó a mi lado y camino a la par mientras su hermano iba adelante, hablando por celular. —Gracias por eso.

—De nada Chris. Scott es una buena persona, no merece pasar por situaciones así. —Le dije. Chris asintió. —Debía hacer algo por él.

—Bastante inteligente hacerte pasar por una amiga antigua. —Carcajeó. —Muy ingenioso.

—Fue lo único que se me ocurrió. —Me encogí de hombros y ambos reímos.

Caminamos en silencio, más, esta falta de palabras no se percibió tan molesta como creí que iba a ser. Era cierto, Chris me incomodaba, pero en ese momento en el que ambos caminábamos al lado del otro, me fue totalmente grato. Era extraño, tal parecía que los dos teníamos mucho de qué hablar, pero ninguno se atrevía a decir algo. Sólo nos limitamos a reír cuando veíamos a Scott gesticular con sus manos un poco exasperado, regañando con quien hablaba del otro lado de la llamada.

Sin embargo, más de una vez nos miramos a los ojos, pero ello sólo duraba segundos pues, desviábamos la mirada, ligeramente cohibidos.

Me detuve frente al escaparate de una tienda que vendía accesorios de arte mientras Scott entraba al local de al lado. Divisé el atril que me hacía falta para recrear obras de mayor dimensión. Bufé por lo bajo al percatarme que ello, sobrepasaba mis ingresos diarios.

—Asique eres pintora. —Me dijo Chris. Su anatomía seguía a mi lado, mirando los diversos implementos artísticos esparcidos por toda la vitrina al estilo Vintage.

—Pues sí, me dedico a eso. —Reí.

—¿Haces clases? —Inquirió.

—No, pero estoy pensando en hacerlo. —Volví a reír. —¿La vida del artista es dura, sabes? —Suspiré. —Mi padre debe tener muchas ganas de decirme "te lo dije" —Chris carcajeó al escucharme imitar la voz ronca de mi padre. —Pero no me arrepiento, es lo que quise hacer por el amor al arte.

—Me gusta tu actitud, ___________ Jones. —Chris sonrió, sin dejar de ver la vitrina y mi anatomía a través del cristal de ésta. —Te puedo ayudar. Tomé clases de pintura hace años atrás, te puedo dar el contacto de algunos profesores con los que aún converso.

—Eso es cierto, el idiota tiene talento. —Dijo de repente Scott, interviniendo en nuestra conversación. —Deberías mostrarle tus bocetos, Chris. —Propuso el rubio. —¡Ya sé! ¡Asiste a la fiesta de mi hermana! Así Chris lleva sus bocetos y te los muestra.

—Es una fiesta, genio. —Le respondió Chris con ironía. —Puedo mostrarle los bocetos otro día.

—Bueno, pero que asista a la fiesta de igual forma. —Volvió a insistir el rubio. Chris a su lado asintió, de acuerdo con su hermano. Más yo, negué repetidas veces.

Finalmente lograron convencerme, haciéndome prometer que me verían en la fiesta de su hermana. 





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Obviamente esto no queda así >:) 

S. Rogers - C.Evans || One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora