12.- Little Mabel
Tony me observó poco convencido de aceptar el favor que le estaba pidiendo. Se tomó su tiempo antes de darme una respuesta, más, aceptó en cuanto le prometí que a mi sobrina la tendría totalmente bajo control.
Mi hermana me había pedido cuidar de su hija tras enterarse que, por asuntos de trabajo, debía viajar fuera de la ciudad por cuatro días. No tenía con quien más dejar a la pequeña, por lo que recurrió a mi ayuda. Acepté sin pensar en si podía o no cuidar de mi sobrina; era mi pequeña, ni luz, mi razón de ser. No le podía negar la ayuda a mi hermana si se trataba de Mabel.
—Si rompe algo, lo paga la tía o su mamá. —Me advirtió Tony. —Por nada del mundo permitas que llegue al laboratorio. Mantenla en su cuarto y alejada de las paredes si tiene un lápiz en sus manos. Sé lo que puede hacer un niño con un lápiz de color, y sé que ella, no dudará en utilizarlo contra las paredes. —Miró a mi sobrina con cierta incomodes. La pequeña le sonrió y estiró sus manos para poder tocar su rostro.
—Creo que le agradas. —Le dije y solté una risita divertida.
—Ya sabes, pequeña mocosa. —Le dijo Tony Stark a Mabel. —Sé que quieres rayar las paredes.
La pequeña carcajeó divertida.
Tony se retiró y me dejó con Mabel en el living. La dejé en el suelo y ella comenzó a recorrer el living en busca de diversión. Natasha y Clint fueron los primeros en llegar y tomar a la pequeña para jugar unos minutos antes de regresar a la sala de reuniones con Fury.
Luego se acercó Wanda, quien entretuvo a la pequeña con su magia. Pietro corría a su alrededor causando que, la manta azul que desprendía el platinado al correr, cautivara a Mabel. Jugó con ella mucho más que cualquiera en el equipo. Al parecer Pietro logró ser cautivado por la inocencia infantil de Mabel.
—¿Por cuánto tiempo la tendremos con nosotros? —Me preguntó Steve mientras observaba a la pequeña jugar en el suelo alfombrado del living.
—Cuatro días. —Respondí. —¿Estás dispuesto tener a Mabel entre nosotros por cuatro días? —Le pregunté.
—Si no me quita mi lugar a tu lado, creo que podremos llegar a un acuerdo. —Me dijo y esbozó una sonrisa. Le besé entre risas.
—No lo hará. —Le dije. —Creo que Mabel nos puede ayudar en caso de que queramos a un pequeño en nuestras vidas, capitán Rogers. —Comenté. Las mejillas de Steve se tornaron rojas.
—Creo que es un tema que debemos hablar con tranquilidad. —Murmuró cohibido.
Suspiré y acepté el hecho de que Steve no quería hablar sobre el tema. Algo totalmente esperable pues, en sus planes de vida nueva no habían niños a los que querer, cuidar y educar.
El resto de la tarde fue Pietro quien se hizo cargo de Mabel mientras yo le hacía un lugar en la habitación que compartía con Steve. Para cuando llegué al living en busca de mi sobrina, ésta, miraba embelesada sus juguetes flotar en el aire gracias a la magia de Wanda.
Tony observaba todo desde una esquina. Pude ver una pequeña sonrisa en sus labios. Después de todo, por muy duro que fuese con Mabel, no pudo evitar caer en los encantos de la pequeña que, por curiosidad, era al que más quería.
Recosté a la pequeña en su cama y traté de hacerla dormir con las canciones que mi hermana le cantaba en la noche. Más no logré mi objetivo; Mabel insistía en salir de la cama y jugar en el suelo de la pieza.
La puerta se abrió y la anatomía de Steve entró. Observó a Mabel quien, se acercó a él gateando, se sujetó de sus pantalones y se puso de pie.
—Creo que le agradas. —Le dije a Steve. Éste sonrió y la tomó en brazos, agazapándola en ellos.
—¿No puedes hacerla dormir? —Me preguntó. Asentí en respuesta. —¿Puedo intentar?
—¿En serio lo quieres hacer? —Inquirí con una ceja en alto. —¿Steve Rogers quiere hacer dormir a un infante? —Y reí suave.
—Si queremos un hijo debo saber hacerlo dormir, ¿no crees? —Se encaminó hacia la cama de Mabel y la recostó entre el edredón. Se recostó a su lado y, posando su mano en el vientre de la niña, sobó suave. Parpadeé atónita, sin poder dar crédito a lo que mis ojos veían. Una imagen extraña, pero perfectamente admirable. —¿Lo estoy haciendo bien?
—P-perfectamente. —Musité, viendo a Mabel comenzando a bostezar. Steve se acercó un poco más a su cuerpo, otorgándole su calor corporal.
—Creo que debemos hablar sobre el tema. —Dijo. Sus ojos permanecían fijos en Mabel. —Sé que he estado evitándolo, y sé que te decepciona saber que en mi vida no tengo planes de tener hijos. —Suspiró. Mabel tenía los ojos cerrados y suspiró dando a entender que ya estaba en su propio mundo onírico.
—Steve, no creo que...
—Escúchame. —Pidió. Se levantó de la cama y se dirigió a mí; tomó mis manos y las besó con delicadeza. Aquello logró robarme un suspiro. —Podríamos intentarlo.
—¿Qué?
—Eso. —Rio. —Podemos intentarlo. —Repitió. Parpadeé perpleja ante sus palabras. —Yo...estuve pensado y, a decir verdad, no quiero perder la oportunidad de tener un hijo. Tengo a la mujer que quiero, y no tener un hijo con ella sería un error enorme. —Soltó una risita. Más yo seguí sin poder decir nada. Sus palabras me seguían desconcertando. —Amor, quisiera tener un hijo contigo, si es que aún sigue en pie la oferta.
—Es extraño que hayas cambiado de parecer, Steve. —Le miré con recelo. Steve carcajeó, sujetó mi cintura y me atrajo a él. —Muy extraño. ¿Seguro que eres el mismo Steve? ¿Mi Steve? —Inquirí, mirándolo fijamente.
—Totalmente seguro. —Respondió juguetón. —¿Qué dices? ¿Lo intentamos?
—¿Ahora?
—Ahora. —Afirmó, convencido y dispuesto.
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S. Rogers - C.Evans || One Shots
FanfictionSteve Rogers || Chris Evans here One Shots.