21.- My hero
La noche prometía ser una de las más inolvidables que tendría. Durante semanas había planeado una salida nocturna con el muchacho al que tenía como novio.
Sin embargo, fue inolvidable sólo por una cosa y, ésta, era la feroz discusión que tuvimos en medio del bailoteo. Nuevamente, todo mi esfuerzo por mantener nuestra relación en pie, se vio afectada por los estúpidos celos que le carcomían su alma.
La razón fue la siguiente: al llegar, nos dirigimos a la barra por algo de beber antes de bailar. El barman se apresuró en pedir lo que queríamos y de paso, cometer el error de alagarme en presencia de mi novio. Pude sentir la rabia calentar la piel de mi acompañante. Presionó sus manos en un puño y miró fijo al muchacho.
Decidí que lo mejor era alejarnos de allí y bailar antes de que algo malo se desencadenara. Sin embargo, durante gran parte de la noche y del baile, éste, no dejaba de tomar mi cintura. Era fuerte y posesivo, e incluso prepotente con quien se acercaba a pedir algo de fuego para poder fumar.
—Basta, Drake. —Bramé, furiosa. Saqué sus manos de mi cintura, alejándolo de mí. —Me voy a casa.
—E-espera. Amor... —Dijo tras de mí. No presté atención, caminé entre la gente con la intención de adquirir aire fresco y así poder relajarme. —¡__________! —Gruñó mi novio.
—¿Hasta cuándo seguirás con tus celos, uhm? —Chillé. —¡Prometiste cambiar!
—L-lo haré, preciosa. —Musitó. —Pero es que... ¡mierda! ¡Todos esos hombres te miran con otras intenciones! —Habló entre dientes con una furia bastante notoria. —Me irrita ver que te miren así. No estás sola, estás conmigo. Y eres mía.
—No vas a cambiar nunca, Drake. —Suspiré, rendida al no ver cambio alguno en él. —No lo harás nunca.
—¿Estas terminando conmigo? —Inquirió y dio un paso hacia a mí. Uno duro y amenazante. Como acción opuesta, retrocedí otros pasos, temerosa. —Contesta, amorcito. ¿Estás terminando conmigo?
Cerré los ojos, evitando ver aquella mirada negra y sin expresión tierna alguna. Mis temores volvían a surgir, tal como lo hicieron meses atrás, cuando di por primera vez terminada nuestra relación. Fue un caos total, y una mala experiencia. Aún llevaba una cicatriz en mi brazo tras el arranque de ira que tuvo Drake al saber que no quería seguir a su lado.
—T-tranquilízate, por favor. —Murmuré. —Y-yo no he dicho eso.
—Pero lo pensaste. —Repuso.
—No, claro que no.
—Dime la verdad, ____________. — Insistió, con voz ronca.
Vi el peligro acercarse y desencadenar en otra desgracia. No hice más que correr y alejarme de él, pues, sabía que, si no lo hacía, la lastimada sería yo. Lo último que escuché fueron sus gritos ordenándome que volviera a su lado. Luego, al correr una larga distancia, su voz se disipó entre el silencio de la ciudad y mi respiración agitada.
Cansada, subí las escaleras. Me pregunté por qué decidí volver con él, después de todo lo que había sucedido. Después de sus humillaciones, de su completa falta de empatía. Recordé las palabras de mi hermana y lo indignada que estaba al saber que había retomado mi relación con el que, desde ese momento, se convirtió en el enemigo de la familia.
No había caso alguno seguir con la relación si Drake era el mismo. En el fondo, siempre supe que sería el mismo hombre; dominante y violento. Más, una parte de mí, siempre tuvo esperanzas de ver un cambio surgir en él.
—Vecina. —Me saludó el rubio de la habitación del frente. Alcé la mirada y le sonreí amable en respuesta a su saludo.
—Vecino. —Asentí cortamente. —¿Mucho trabajo? —Le pregunté.
—Lo de siempre. —Respondió Steve, en una sonrisa amplia y perfecta.
—Me alegro. — Volví a sonreír. —Que tengas buenas noches.
Me adentré a mi hogar y cerré la puerta tras de mí. Me derrumbé sobre el sofá y allí lloré hasta quedarme dormida. Había cometido un error, y ahora, no sabía cómo iba a salir de allí.
Sumida en mi mundo onírico, pude percibir ruido proveniente del exterior. Aquellos ruidos, fuertes y repetitivos me alarmaron de inmediato al reconocer que era la voz de Drake y sus puños golpeando la puerta de mi hogar. Me incorporé y temblé al imaginar su rostro lleno de cólera.
—Abre la jodida puerta, __________. —Exigía con voz ronca y notablemente ebria. Golpeó fuerte, haciéndome brincar. —¡Ábrela! ¡Sé que estas allí con otro hombre!
No, no, no. Me dije, entre las lágrimas invadir mis mejillas. A paso lento me acerqué a la puerta y en un impulso de idiotez la abrí, pensando en el sueño de los vecinos. La mirada de mi novio se ennegreció al instante, tornándose totalmente aterradora.
—Drake... —Musité, nerviosa. El sujeto se abalanzó contra mi anatomía y sujetó mi cabello con tanta fuerza, que por un momento creí que me arrancaría el mechón. Chillé adolorida, sujetando su mano y tratando de alejarlo de mí. —¡Drake, suéltame! —Gimoteé. —Por lo que más quieras...
—¿Por lo que más quiera? —Carcajeó y aumentó su fuerza. —Difícil, la verdad es que no quiero nada. Te fuiste, __________. ¡Me dejaste solo en medio de la calle, frente a todos esos imbéciles riéndose de mí! —Gritó, obligándome a cerrar los ojos. —Por tu culpa, _________. —Tironeó de mí y me botó al suelo. No abrí los ojos en ningún minuto, no quería ver cómo me golpeaba, ni tampoco ver su rostro mientras lo hacía.
Escuché vidrios quebrarse, como también gemidos denotando dolor corporal. Me incorporé y con sorpresa vi a Drake en el suelo y a Steve de pie junto a él. Drake se levantó del suelo y se abalanzó contra el rubio, quien, con un movimiento certero, propinó un golpe en su abdomen y lo derribar.
—Niño, no te quiero lastimar. —Le dijo el ojiazul. —Vete antes de que llegue el guardia.
Drake se levantó del suelo, mal herido y quejándose mientras caminaba hasta la salida de lo hogar. Me dirigió una mirada seria, dura y con un significado que logró remecer mi cuerpo ante el miedo que me generó. Él seguiría atormentándome.
Finalmente decidió irse; alguno que otro curioso se asomó para verificar que todo estuviese bien, pero Steve se acercó a ellos y les aseguró que todo había terminado. Cerró la puerta y me quedó mirando, apenado.
—Y-yo...lo siento tanto. —Murmuré. —N-no quería despertar a nadie. —Mi voz se quebró al decir las últimas palabras. Tapé mi rostro con mis manos y comencé a llorar, avergonzada y un tanto desconcertada por lo que acababa de suceder.
—No es tu culpa, __________. —Dijo el rubio. —Nada de esto es tu culpa.
—Claro que sí. —Gemí. —Nunca debí volver con él. —Steve me miraba atento. —Gracias por venir, Rogers. Sé que tu trabajo es cansador y, lo único que quieres es llegar a casa y dormir tranquilo. Lo siento, nuevamente. —Suspiré. —No volverá a suceder.
—¿Te ha dañado? —Preguntó cauto. Negué. —Pue-puedo quedarme aquí, si quieres... —Rascó su nuca con nervios. —Por si insiste en volver otra vez.
Sonreí y asentí ante su propuesta.
—Creo que tener al capitán américa en mi hogar me hará sentir más protegida. —Steve soltó una risita divertida. —Mi héroe... —Musité cohibida.
Le arreglé un lugar en el diván antes de volver a dormir nuevamente. Nos despedimos y prometimos tomar desayuno juntos durante la mañana, sin siquiera imaginar que, desde aquel día, se comenzaría a desarrollar los primeros indicios de un romance.
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S. Rogers - C.Evans || One Shots
FanfictionSteve Rogers || Chris Evans here One Shots.