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Sheilak POV:
Aún recuerdo los últimos instantes de vida de mi madre. Yo tenía 6 años y vivía en Ciudad Nube.
Ella estaba tumbada en la cama, rodeada de máquinas que le ayudaban seguir con vida. Yo estaba sentada a su derecha, dándome su mano con la poca fuerza que le quedaba.
-Hija mía...se que no me queda mucho...pero debes saber que somos descendientes de un Jedi, Qui-Gon Jinn...mi abuelo me lo contó justo antes de morir...y quiero que te conviertas en una gran maestra Jedi...en nuestra familia nunca antes ha habido alguien con un poder con la fuerza como el tuyo...nosotros nunca hemos querido que los Jedi os llevaran para convertiros en caballeros ...y quiero que tú te conviertas...-me dijo con la poca voz que tenía.
-Mamá haré lo que quieras, pero por favor no me dejes...-le dije llorando.
-No puedo aguantar mas hija...cuando yo me haya ido...ve al desván y encuentra una caja de madera con el símbolo de la República...allí encontrarás unos objetos que le pertenecieron a Qui-Gon...el té guiará...te quiero Sheilak.
Fue lo último que dijo mi madre antes de morir.

Cuando terminamos de despedir a mi madre, mis dos hermanos mayores, mi padre y yo volvimos a casa. Todos estábamos muy tristes, se había ido la luz que nos guiaba.
Todo el mundo se encerró en sus habitaciones para llorar. Cuando estaba en mi cuarto abrazando a un pequeño peluche que me regaló mi madre, escuché una voz que me llamaba.
-Pequeña Sheilak, recuerda lo que te dijo tu madre...ve al desván....-dijo la voz.

No sabía de dónde provenía esa vozpero recordé lo que me dijo mi madre. Me dirigí al desván sin que me viera mi padre. Él siempre nos había prohibido ir al desván, pero la voz era mucho más fuerte cada vez que me acercaba al desván.                
Una vez en el desván, me puse a buscar la caja de madera. Cuando quería darme por vencida, la voz volvió a sonar desde un rincón.                                                                                                             
Llegue al rincón y por fin encontré la caja con el símbolo de La República. Le sople el polvo y toque el grabado de la caja. La abrí y dentro contenía unas piezas de un sable laser, una capa, un colgante con el símbolo de la República y una carta. Gracias a mi madre, que me enseñó a leer, pude leer la carta, pero no la comprendí hasta muchos años después.

Saludos:

Me llamo Obi-Wan Kenobi y fui aprendiz de Jedi del maestro Qui-Gon Jinn. Lamento deciros que el murió en combate mientras defendía el equilibrio de la galaxia. Él me ayudó mucho cuando me enteré de que iba a tener un hijo, pero al no poder hacerme cargo de él, le ofreció una vida diga sin que le faltara de nada.

Él me dijo que le había pasado lo mismo en un arrebato de autoridad a su maestro, pero a él no le dieron la oportunidad de ayudar a criar a su hijo y quiero que al menos que sus descendientes sepan quien fue y además os dejo una pequeña cantidad de dinero para que podáis vivir.

Siento mucho de verdad de que Qui-Gon no pudiera conocer a su hijo,  él siempre se arrepintió toda su vida por haber dejado a su hijo sin que conociera a su padre. No sé quién llegara a leer esta carta, pero espero que al menos te conviertas en una persona excepcional y digna del camino luminoso de la fuerza.

PD: Te adjunto unas piezas de la última espada láser en la que estaba trabajando, un collar con el símbolo de los Jedi, que llevo consigo hasta sus últimos días. También os dejo una de sus capas, es lo único que puedo hacer por él.

Que la fuerza te acompañe

Obi-Wan Kenobi.

Me lleve la caja a mi habitación y pude sentir en mi como algo crecía cada vez más. No sabía cómo explicaron hasta que el maestro Luke vino a por mí.

Pasaron pocas semanas desde la muerte de mi madre y mi casa era un auténtico desierto. Mi padre bebía cada vez más y mis hermanos estaban a punto de irse. No podían soportar el comportamiento de mi padre. Nos chillaba, nos lanzaba objetos incluso nos pegaba.
Yo estaba llorando en mi habitación, cuando mi padre entro bebiendo y  gritando.                                   –Tú tienes la culpa de que tu madre muriera tus hermanos también vosotros les jodisteis la vida antes era solo mía y ahora ya no está-en ese instante entraron mis hermanos para ayudarme.                       –Padre debes de controlarte, ella solo es una niña, además madre enfermo, no es culpa de nadie –dijo Erik, mi hermano mayor.                                                 –Debes de darte una ducha y dormir un rato –dijo Incor.         
–Vosotros no sois quienes para mandarme, soy vuestro padre y debéis de hacerme de caso, yo soy quien manda y ahora dejarme, tengo que pegar a vuestra hermana –mi padre tiro a mis hermanos al suelo y venía por mí- ahora sabrás quien soy yo –fue a pegarme pero no sé cómo lo hice pero una fuerza lo empujó- pero como lo has echo, ahora te vas a enterar-me lanzo la botella pero conseguí lanzarla al igual que mi padre.

Él se quedó desconcertado y probé a lanzarlo de nuevo y lo envíe fuera de la casa por la ventana. Mis hermanos me levantaron del suelo y me tomaron en brazos.  De repente, apareció del cielo una nave que aterrizó delante de nuestra casa. Mi padre borracho se levantó y empezó a gritar cuando apareció un Jedi bajando.                                                                               

–Iros de mi casa no pintáis nada aquí, quemaré la nave si nos os marcháis de una vez.                              –Tú deberías no deberías de estar aquí, ve y siéntate en el sofá –le dijo el Jedi y se fue.                   
Mis hermanos y yo salimos para ver quién era.           –Buenas tardes, soy el maestro Luke Skywalker y quiero que Sheilak venga conmigo para entrenarla como Jedi. Ella tiene mucho potencial- dijo Luke.    
– ¿Nosotros podemos ir con ella?, podríamos formarnos como soldados de la Resistencia –preguntó Erik.
–Claro, siempre son bienvenidos nuevos soldados.

Entramos en casa y recogimos lo necesario, sabíamos de sobra que no íbamos a volver. Nos daba mucha pena nuestro padre, pero desde que tengo uso de razón siempre nos ha pegado y creo que mi madre enfermo por su culpa.
Teníamos todo preparado, mis hermanos me ayudaron a llevar el equipaje y antes de irnos nos quisimos despedir de nuestro padre. Pero el nos recibió igual de agresivo de costumbre y ahora nos echaba en cara que se iba a quedar solo, que nadie le quería.
Nosotros nos fuimos dejando a nuestro padre solo en nuestra casa. Cuando nos íbamos alejando el salió por la puerta y nos dijo:
-Vais a dejarme solo, así no se trata a un padre, vosotros ya no sois mis hijos, jamás os he tenido, sois unos malcriados -grito mi padre.
-Padre sabe que le digo, ahora mismo renegamos de su apellido y usaremos el de nuestra madre, no queremos nada de ti -grito Erik.
Subimos a la nave y la compuerta se cerró. Mientras se elevaba la nave, se podía ver como mi padre permanecía inmóvil en la puerta.
Había perdido lo poco que le quedaba, ahora estaba solo.
Con el tiempo me enteré de que mi padre se volvió más dependiente del alcohol. Murió tumbado en un callejón a los dos años después de nuestra huida.

Los últimos maestros JediDonde viven las historias. Descúbrelo ahora