Capítulo 83

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Estaba dormido tranquilamente hasta que gire en la cama para acomodarme mejor y note que estaba solo, rápidamente abrí los ojos y no vi a Nina, ¿dónde se había metido? ¿a qué hora se fue? Me puse de pie y comencé a buscarla por toda la habitación, pero no la encontré, fui directo a la habitación de Yam y Jazmín y les pedí que me ayudaran a buscarla. Estuvimos buscándola por toda el ala oeste sin encontrarla, así que tome mi celular y le marque a Matteo para que nos ayudara a buscarla, teníamos que encontrarla. Afuera llovía con intensidad, pero aun así salimos a buscarla por todo el campus

Nos dividimos en tres equipos, Yam y Luna la buscarían en el ala norte del campus, Juli y Matteo la buscarían en el ala este mientras Jazmín, Ramiro y yo la buscaríamos en el sur, quedamos en comunicarnos si alguien la encontraba. La última vez que la dejamos sola termino lastimándose la mano rompiendo un espejo, tenía miedo de que se hiciera daño, Jazmín, Ramiro y yo buscamos en cada uno de los rincones del lugar que nos tocó sin ningún éxito, después de buscar durante media hora nos dimos por vencidos, era obvio que no estaba por aquí. Jazmín volvió a la habitación de Luna para ver sino había vuelto, nosotros nos quedamos esperando al resto de los chicos con la esperanza de que ellos hayan tenido mejor suerte que la nuestra

Cuando los chicos llegaron nos contaron que no la habían visto por ningún lugar, era como si la tierra se la hubiera tragado viva, no estaba en ningún lugar ¿En dónde se había metido?

– ¿Y si salió del campus? – Pregunto Matteo

– No lo creo – Dijo Juli rascándose la nuca – Está lloviendo fuerte

– Si – coincidió Yam – Debe estar en un lugar poco frecuentado y por eso no la hayamos

– Quizá volvió a la habitación – Dijo Luna

– No lo creo – Dijo Ramiro – Jazmín esta allá y no nos ha marcado para decirnos que esta con ella

– ¿En dónde se pudo haber metido? – Dijo Matteo frustrado

No sabíamos en dónde más buscar, no estaba en ningún lado, no estaba en la habitación, no estaba en la cafetería, no estaba en la biblioteca, no estaba en los salones, no estaba en ningún lado. La lluvia se volvió más intensa, las estrellas habían sido tapadas por las nubes, sino estuviera lloviendo quizá ella estaría en...

– Creo que ya sé en dónde puede estar – Dije corriendo hacia afuera

No espere a que ellos me respondieran, lo único que necesitaba era encontrarla, así que corrí en dirección a aquel lugar en donde se podían ver las estrellas, aquel lugar tranquilo en donde podías respirar aire puro, aquel lugar lejos del ruido, el lugar en donde le había declarado mi amor

Corrí bajo la lluvia en dirección al árbol que había sido testigo de nuestros encuentros y desencuentros, y justo ahí sentada sobre el pasto la encontré. Estaba empapada mirando a la nada, sus brazos envolvían sus piernas, se veía tan triste, llena de dolor, tan sola y desamparada que hubiera dado mi vida entera para aliviar el dolor que llevaba dentro. Sabía que quería estar sola, pero yo no estaba dispuesto a alejarme de ella

Me acerqué lentamente y con cuidado tome asiento a su lado, no dije ni una sola palabra, no era necesario. Ella continuo en silencio durante un rato, la lluvia seguía mojándonos, pero ya no me importaba, lo único que me importaba era estar a su lado, la contemplé durante unos segundos hasta que finalmente la envolví en mis brazos, ella no dijo nada, solo oculto su rostro en mi pecho y comenzó a llorar. Se veía tan pequeña y frágil que me hacía sentir que en cualquier momento podría romperse sino es que ya lo había hecho

Continuamos abrazados en silencio durante un buen rato, lentamente se fue tranquilizando y dejo de llorar, yo continúe abrazándola

– Sé que todo esto es difícil – Susurre cerca de su oído – Pero aquí estoy para lo que necesites – Bese su frente – Y siempre lo voy a estar. Si necesitas un hombro para llorar, aquí estoy. Si necesitas a alguien que te escuche, aquí estoy, y mira que mis orejas son grandes así que te podré escuchar mejor – Ella sonrió levemente – No soporto verte así y no poder hacer nada para ayudarte – Dije frustrado – Haría lo que fuera para curarte el alma y verte sonreír de nuevo –Susurre acariciando su mejilla – Sería capaz de volar hasta Argentina y...

Ella alzo la mirada conectándola a la mía, sus ojos estaban rojos e hinchados, pero seguía viéndose hermosa, era tan bella que incluso mirarla dolía, tenerla a mi lado y saber que no era mía dolía. Pero, aunque no fuera mía yo seguiría dándolo todo por ella

– ¿Te gustaría viajar a Argentina y estar cerca de tu familia? – Ella lo dudo un momento, pero después asintió en silencio – Bien – Sonreí comenzando a hacer planes en mi cabeza – Yo mismo te llevaré allá. Pero antes tienes que prometerme algo – Ella me miro atenta – Prométeme que estarás bien y no volverás a huir. Sé que todo esto es muy dolorosa para ti, pero también sé que eres fuerte y podrás salir adelante – Ella agacho la mirada y sus manos comenzaron a jugar con el cuello de mi camisa tratando de evadir mi mirada, sin imaginarse lo que ese pequeño gesto provocaba en mí – Es hora de ir a la cama – Dije poniéndome de pie – Mañana nos espera un largo viaje – Tome su mano y la ayude a ponerse de pie

Ella solo asintió y juntos nos dirigimos a los dormitorios. Estábamos empapados de pies a cabeza así que apenas llegamos Nina se cambió la ropa mientras yo le llamaba a Matteo para que me trajera algo de ropa para cambiarme, no planeaba perder de vista a Nina nuevamente

Después de unos minutos llego Matteo con algo de ropa, me pregunto cómo la había encontrado y le conté todo, le pedí que les contara a los chicos que Nina estaba bien para que dejaran de preocuparse, el asintió, se despidió y se marchó. Era bueno tener amigos como ellos, que sin importar la hora o el clima estaban siempre dispuestos a ayudarme, sonreí y entre a la habitación. Nina ya se había cambiado así que me acerque con todo lo necesario para cambiar la venda mojada de su mano, no quería que la herida se infectara así que la cambie por una seca, una vez terminado el proceso fue mi turno de cambiarme la ropa mojada, entre al baño y me apresure a cambiarme, tenía miedo de que al salir ella ya no estuviera, así que apenas termine salí de ahí rápidamente. Sonreí levemente al verla metida en la cama aún despierta, esperándome, tenía que dejar de ser tan paranoico, ella me había prometido que no volvería a huir y yo debía confiar en ella, me acerque lentamente a la cama bajo su atenta mirada, se veía más tranquila o al menos ya no lloraba y eso me bastaba

Ella se hizo a un lado dejándome espacio para poder dormir juntos, yo solo me metí a la cama en silencio y una vez dentro la envolví entre mis brazos, afuera seguía lloviendo, era una noche oscura, pero junto a ella eso no importaba, ella era todo lo que necesitaba para sentirme completo, aunque sabía que no era mía al menos esta noche podría soñar que sí lo era


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Devuélveme el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora