Capítulo 36

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Emma

No lo entendía. Adam me confundía tanto que comenzaba a marearme. Primero había sido dulce diciendo que tenía sentimientos por mí, luego frío queriendo ocultar un secreto, luego culposo, luego seductor y por último, evasivo. Eran tantos cambios de humor sin que siquiera moviera un dedo, que me sentía desconcertada.

Y en aquel momento, a las doce de la noche justo en Navidad, él me estaba mirando desde lejos, y yo no podía encontrar mi fortaleza y alejar la mirada de aquellos ojos azules.

La forma en que se había comportado en el club era tan extraña, que por un momento llegué a dudar de que estaba demasiado alcoholizada como para confundir la realidad.

Él me había besado con una pasión embriagante, para después alejarse con una frialdad dolorosa.

Sin embargo, lo peor de toda la situación era que Adam me lastimaba una y otra vez y yo aún así no podía dejar de quererlo tanto como lo hacía.

Sin dejar de observarme, él comenzó a caminar hacia mí. Pero, ¿yo estaba lista para hablar con él sin llorar o sentir angustia? La respuesta era no, y aún si él solo quería hacer una broma, no me importaba. Dejé de estar paralizada y busqué a Shane para abrazarlo como en cada Navidad.

— ¿Estás bien? —preguntó en un susurro acariciando mi cabello al tiempo que sus orbes marrones me observaban. Una lágrima rebelde escapó de mi ojo izquierdo, y con su pulgar él la eliminó.

— ¿Por qué tiene que ser tan complicado? —cuestioné sin esperar respuesta.

—El amor es así —suspiró.

—No, el amor es simple. Las personas lo complican, y eso es justo lo que él hace —contradije, sin permitir que lo refutara, porque esa era la realidad.

—Sé que no lo podrías entender porque él no te lo dijo, ni tampoco lo demuestra... Adam está mal, se siente mal. Lo que te esconde es algo muy grande y difícil. Intenta no ser tan dura, por favor —pidió en un susurro acelerado. Con los ojos señaló detrás de mí, antes de alejarse.

Fueron tan solo segundos para que sintiera sus dedos rozar mi mano buscando mi atención, lo cual no era necesario. Era obvio que él siempre tenía mi atención, y eso era lo que más me preocupaba.

—Perdón, Emma —se disculpó en cuanto volteé, continuando con sus caricias en pequeños círculos sobre mi mano.

— ¿Perdonarte por qué? ¿Por haberte alejado o por haberte acercado en un principio?

—Por ser un tarado. Por eso te pido perdón. Porque me equivoco con todo lo que hago, aunque mi intención nunca fue ni va a ser lastimarte y mucho menos confundirte. No hay un día en que no me arrepienta por todo lo que te hago. No lo mereces. Nunca permitiría que nadie te lastimara. Y no soporto ser yo quien lo hace. Es por eso que me alejé, e intento alejarme. No estoy dispuesto a revelarte todos mis secretos, porque ese es un peso muy grande que no quiero que tengas. Algún día voy a poder, lo prometo. Y vas a ser capaz de entender todo. Pero ese día no es hoy.

—Estás empezando a preocuparme siendo tan misterioso —confesé, porque de verdad me sentía de esa forma. Él rió suavemente, y sin siquiera pensarlo me acerqué y lo abracé, teniendo la sensación de que eso era algo que Adam necesitaba—. Siempre estoy acá para vos.

—Lo sé —susurró besando mi frente— ¿Este abrazo significa que me perdonás?

Asentí con la cabeza, y luego de que me dedicara una sonrisa, otra vez fui envuelta en sus brazos. Como le había dicho cuando discutimos aquella primera vez, todo iba más allá de nuestros sentimientos, porque éramos amigos, y eso nunca iba ni debería cambiar

Rosas para Alisson | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora