Se estaba yendo, y yo lo sabía, lo sentía dentro de mí, entonces corrí. Corrí con todas mis fuerzas, tan rápido como mis piernas me lo permitían y quizás un poco más.
Sentía mis pulmones arder y la falta de oxígeno se hacía presente, pero nada era suficiente para detener mis piernas, porque el miedo y la desesperación eran más fuertes, porque nada importaba salvo ella, porque no quería que se fuera y me dejara cuando sabía que existía una pequeña posibilidad de que pudiera salvarla.
Llegué a la casa, una parte de mí me decía que algo había cambiado; estaba abandonada. Entré con cuidado por una ventana ya que la puerta estaba cerrada, y encontré que todo estaba roto, sucio; descuidado. Caminé por los pasillos sintiendo el vacío crecer en mí, hasta que llegué a aquella puerta y la sangre en mis venas se congeló con anticipación. Empecé a escuchar gritos que por un segundo me aturdieron, pero luego me hicieron reaccionar. Abrí la puerta y la encontré.
Su cuerpo yacía en la inmensidad del cuarto. Los gritos no cesaban, y me di cuenta de que no eran de ella de quien provenían. Eran míos, porque la angustia y la ansiedad habían hecho que gritara, además del dolor.
Corrí hasta ella, y sentí que la podía salvar, que mi amor era suficiente, pero todas esas sensaciones se desvanecieron cuando vi la bala en su frente y sus ojos abiertos sin pestañar. Llegué tarde, ella ya se había ido, al igual que en la realidad. Comencé a llorar mientras sostenía su cuerpo contra mi pecho. En verdad creí que podía salvarla.
Levanté la vista y a través de las lágrimas, me encontré con un ser que sostenía un arma como si estuviese congelado. Al principio no se movió, ni siquiera respiraba, solo me observaba. Desearía poder ver su cara pero no podía hacerlo. Sabía que era un hombre, pero a su vez era una mancha oscura de la cual no se podía distinguir ningún rasgo excepto por sus ojos. Se veían peligrosos, como si escondieran un secreto demasiado oscuro para ser revelado.
Su voz fue fría cuando me ordenó que me alejara de mi madre sino quería ser la siguiente, pero me negué a hacerlo. Me limité a continuar abrazándola con todas mis fuerzas cuando sentí una bala impactar en mi nuca, perforando lentamente mi cuello.
Abrí los ojos, jadeando en busca de aire, sintiendo todo mi cuerpo caliente. Me incorporé con rapidez encontrando los ojos de Adam observándome con preocupación.
Sentí mis mejillas mojadas y mi garganta ardía. Instintivamente, llevé una mano hasta mi nuca, verificando el agujero que había producido la bala al impactar en mí, y al no encontrarlo, entendí que todo fue una pesadilla al igual que cada noche. Aunque esa vez había sido distinto porque habían conseguido que mi hermano se alarmase, y se preocupara por mí.
Me encargué de mentirle diciendo que estaba bien, que solo fue una pesadilla. Sin embargo, el problema era que las pesadillas continuaban a pesar de despertar.
Los recuerdos de aquel sueño venían a mí, y sin poder evitarlo comencé a llorar. Lloré tanto que me dolió la cabeza mientras Adam me abrazaba y prometía que todo iba a estar bien. Y me hubiese gustado creerle, pero sabía que no era verdad. Sabía que nada iba a estar bien y que yo tampoco iba a estarlo.
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Rosas para Alisson | COMPLETA
Teen FictionAlisson y Keith han sido mejores amigos desde siempre. Y toda su vida sería más sencilla si se limitaran a ser solo eso, pero en su lugar ellos se dejan llevar por sus sentimientos y se confunden mutuamente. "Keith siempre iba a ser mi debilidad. El...