Capítulo 75

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Alisson

Era más difícil de lo que creí que seria. Irme. Estaba a pasos de cruzar una línea de la cual no había retorno.

Habían hecho varios llamados para que abordara el avión, y a pesar de eso yo iba a esperar hasta el último, porque había algo que no estaba bien del hecho de que me estuviera yendo, y mi corazón me decía que era el no haberme despedido de Keith, aunque mi mente me decía que había hecho bien. Que despedirme seria terminar de aceptar que no estaríamos juntos, y no estaba segura de poder soportarlo.

Sin embargo, cuando él apareció en el aeropuerto con el uniforme del equipo del instituto, a tan solo unos pasos de mí, con una sonrisa encantadora, ignoré a mi mente y corrí a abrazarlo.

—Te despediste de todos menos de mí —susurró con tristeza acariciando mi cabellera.

—Lo sé, y perdón —me disculpé alejándome—. Creí que no podría hacerlo —expliqué, sintiendo como mi voz se quebraba con aquellas últimas palabras y las lágrimas jugaban una carrera a toda velocidad por mis mejillas—. Y al parecer tenía razón —bromeé. Él sonrió y me acarició, antes de besar cada una de mis mejillas, eliminando todo rastro de lágrimas.

—Quedate —pidió en voz baja, como si tuviera miedo de mi respuesta.

—No puedo quedarme. No quiero tener nada que ver con Edgar, y ese departamento es de él...

—Quedate en mi casa. Conmigo. No te vayas a Londres pasemos el verano juntos. Por favor.

—Me gustaría tanto hacerlo —suspiré, teniendo una batalla interna sobre qué era lo que debía, y lo que quería hacer.

—Entonces hacelo.

— ¿Y tu idea de alejarte de mí? —cuestioné.

—Estaba equivocado, y vos también lo estás. Ambos nos equivocamos creyendo que podríamos dejar de querernos. Estoy enamorado de vos, desde hace años, y no hay forma de que eso cambie. No importa que tan lejos, o que tan cerca estés, siempre te voy a amar —explicó, acelerando mi corazón.

Aquel último llamado que había estado esperando, finalmente se hizo escuchar.

—Voy a perder el avión —anuncié, y pude ver a través de sus ojos como mis palabras habían roto su corazón.

Me acerqué para besarlo, y cuando nuestras bocas estaban a punto de tocarse, él movió su rostro a un lado de forma suave. Cerré mis ojos ya que su acto me había dolido, pero era algo a lo que estábamos acostumbrados; a lastimarnos. Dejé un beso sobre la comisura de sus labios y contradiciendo lo que iba a hacer, me quedé en aquella cercanía.

Él mantenía los ojos cerrados, y apretaba su mandíbula, intentando contenerse.

—Keith, mírame —ordené, y al hacerlo, nada importaba. No había fuerza de voluntad por parte de ninguno de los dos que nos hiciera alejarnos.

Nuestros labios se rozaron, y esa fue nuestra perdición. Con sus manos a ambos lados de mis mejillas, me besó con dulzura, e incluso un beso tan suave y simple como aquel provocaba estragos a lo largo de todo mi cuerpo.

Quería besarlo para siempre. Acercarme y no alejarme nunca más, y a pesar de eso, mi corazón lloraba sabiendo que ese beso era el último. Que todo acababa allí, en aquel aeropuerto. Nada volvería a ser como aquel año, y tenía mis dudas acerca de si algún día estaríamos juntos finalmente.

Un escalofrió recorrió mi cuerpo, sintiendo los últimos contactos entre nuestros cuerpos. Nuestras bocas rozándose, sus manos acariciando mis mejillas, mis manos en su cadera. Todo era perfecto, y sin embargo en cuanto nuestras bocas se dejaron de tocar, me alejé sin siquiera mirarlo, porque no podía soportarlo.

En el camino tomé mi valija y la arrastré junto a mis pasos, hasta que por un segundo, todas las dudas volvieron a mí. Volteé y observé a Keith yéndose con los puños apretados.

Mordí mi labio inferior, comenzando a llorar. Esa acción inevitable era algo que había definido mi año; llorar. Era algo que estaba acostumbrada a hacer, por más que doliera aceptarlo.

Suspiré con pesadez, y continué mi camino hasta abordar el avión, y con cada paso que daba dudaba de lo que hacía. Mi mente y mi corazón dudaban de estar haciendo lo correcto, y a pesar de que todo me indicaba que nada estaba bien, continué caminando.

Rosas para Alisson | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora