Capítulo 63

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Alisson

Había estado toda la tarde en la casa de Emma. Le había contado lo sucedido con Keith, y ella me contó sobre su primera vez con Adam, sin muchos detalles porque después de todo era mi hermano y lo que menos quería era conocer sobre su vida sexual.

Estaba feliz, a pesar de todo lo sucedido con Keith y de la distancia que ahora había entre nosotros. Las risas habían reinado en toda mi conversación con mi mejor amiga, y creí que nada me arrebataría aquella alegría y positividad que hacía mucho tiempo que no sentía, pero estaba equivocada. Al igual que siempre.

Escuché los gritos desde que abrí la puerta. La voz de mi hermano y de mi padre en un elevado tono de voz, mientras discutían. No era algo agradable de escuchar, y sentí la punzada en mi pecho.

Llegué hasta la cocina, en donde se encontraban ambos. Al verme el silencio hizo acto de presencia. Observé los ojos de mi padre, los cuales demostraban superioridad y arrogancia.

— ¿Qué hacés acá? Te dije que no te quería ver nunca más —dije con un tono frío y despectivo.

—Si, e iba a cumplir con mi promesa. Sin embargo, necesitaba hablar urgentemente con tu hermano para recordarle un par de cosas —respondió dirigiendo sus ojos a los de Adam—. ¿Querés que le cuente un poco a Alisson sobre nuestro conflicto?

—No —negó mi hermano, luciendo derrotado. Edgar sonrió, victorioso.

—Entonces recordalo siempre. Quizás no estoy involucrado afectuosamente a ustedes, pero mantengo cada uno de sus gastos. Es muy fácil rebelarse y continuar viviendo gracias a mí y a mi dinero.

—Yo no te necesito para vivir. Ni a vos, ni a tu dinero manchado con sangre.

—Demostralo —desafío.

Sin siquiera dudar, Adam comenzó a dejar toda su ropa sobre el sillón, su celular, las llaves del auto; todo. Al principio no lo había entendido, pero luego me di cuenta de que estaba dejando todo lo que Edgar mantenía, hasta que quedo con un simple bóxer.

—Le llegas a tocar un pelo a Alisson, y te vas a arrepentir. No me importa que seas un empresario millonario y tengas al poder judicial comprado. No me importa pudrirme en la cárcel. Vos le tocás un pelo a ella, y yo te mato —amenazó sin titubear, y sabía que cada una de sus palabras era cierta, al igual que mi padre.

Tomé la mano de Adam, interceptándolo en el camino, sintiendo mis dedos temblar y mi voz también al rogarle que no se fuera. Que no me dejara sola como todos lo hacían.

—No te estoy dejando sola Alisson. Voy a estar en la casa de Keith.

—No te vayas —pedí de nuevo y mi voz se quebró con aquellas palabras dando comienzo al llanto. Sus brazos me rodearon con suavidad y ternura, proteccionistas.

—Tengo que hacerlo. De verdad lamento que tengamos que pasar por esto —susurró alejándose y secando mis lágrimas con sus dedos pulgares—. No llores. Algún día vamos a vivir juntos de nuevo, lo prometo —dijo reconfortándome, pero sabía que no había posibilidades de que eso ocurriera. Esa sería la última vez que conviviríamos, y luego la vida y el hecho de crecer nos distanciarían.

Depositó un beso en mi frente y se fue. Me dejé caer al suelo, sintiéndome devastada, y Edgar se fue sin importarle nada, como siempre. Me sentía vacía. Cuando comenzaba a estar bien y a sentir que había superado la depresión, me pasaba todo aquello que me excedía y me devolvía a aquel profundo estado de tristeza y angustia, del cual sentía que nunca iba a poder liberarme.

Había estado muchas veces sola en el departamento, pero nunca en ese contexto. No sabiendo que Adam se había ido, y conociendo lo orgulloso y terco que era, sabía que no volvería a pisar nunca más ese lugar.

Rosas para Alisson | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora