Mi cambio de humor fue tan drástico que hasta a mí misma me sorprendía. Sin embargo no lo había podido evitar. Un minuto estaba viendo el entrenamiento del equipo de futbol con una sonrisa, y al siguiente estaba seria e intentando que aquel hombre se fuera: mi padre.
Adam no había querido decírmelo para no dañar mis sentimientos y mintió diciendo que mi padre me había ido a ver cuando estaba inconsciente, pero yo sabía que era una mentira. Él no me quería, y luego de un fuerte golpe y de que mi alma se destruyera, estaba comenzando a aceptarlo. A dejar de negar lo que sucedía y a aprender que no necesitaba su amor ni mucho menos su atención. Me dolía haber llegado tan lejos al punto de intentar suicidarme, pero finalmente lo había entendido.
— ¿Qué hacés acá? —cuestioné de forma fría. No tenía ganas de hablar con él. Sabía que solo necesitaba algo y por eso estaba ahí, lo cual hacía que la sangre en mis venas ardiera.
—Quería hablar con vos. Tengo una noticia importante.
—Bueno, hablá con Adam y él después me va a contar. No tengo ganas de hablar con vos así que lo mejor es que te vayas —respondí sin mirarlo, fingiendo ser indiferente.
—Él tampoco quiere hablar conmigo desde hace meses, y cada vez que lo hace es porque tiene algo que ver con vos —respondió. Sabía que Adam estaba muy enojado, pero no creí que tanto.
—Que pena entonces, porque no me interesa hablar con vos y mucho menos lo que sea que quieras decirme.
— Me voy a casar con Elizabeth. Eso te quería comunicar —anunció tomándome por sorpresa. Por primera vez desde que llegó, lo miré a los ojos y sin saber por qué razón, sentí una punzada de dolor.
— ¡Whitmore! ¡Concéntrese o salga de la cancha! —gritó el entrenador, y eso me hizo notar que Adam estaba tenso por la presencia de Edgar, y preocupado por mí.
Lo que menos necesitábamos ambos era que no solo nos hiciera sentir dolor, sino que también estropeara nuestro presente y nuestras metas, como el sueño de Adam de ganar el torneo en su último año de instituto. Él no me lo había mencionado, pero viendo lo duro que estaba trabajando desde que los partidos comenzaron, y lo comprometido que estaba con los entrenamientos; lo deduje.
Por esa razón, fui mucho más firme al pedirle otra vez que por favor se retirara.
—Alisson, te acabo de decir que me voy a casar y me gustaría que vos y Adam asistan, ¿No me vas a decir nada? ¿No te importa?
—No, y no quiero hablar con vos. Por favor andate.
—Hija, se que cometí muchos errores —comenzó él, sin darse por vencido—, pero estoy tratando de remediar la situación. Podrías ayudarme si tanto querés que tengamos una relación perfecta padre e hija —continuó, y en un comienzo no iba a reaccionar porque lo único que quería era que se fuera, pero sus palabras me molestaron; y también me dolieron. No solo me afectó lo que había dicho, sino más bien aquel tono egocéntrico que había utilizada a la hora de hablar.
—Vos no sos mi papá. Y no seas hipócrita fingiendo que estás acá para arreglar las cosas. ¿Esto te parece intentar solucionar algo? ¿Por qué no fuiste a visitarme todos estos días al hospital? Eso sería intentar arreglar algo. O aunque sea ir al departamento a visitarme, llamarme, enviarme un mensaje, un mail, lo que sea. Preguntar cómo estoy, cómo me siento, por qué hice lo que hice; preocuparte por mí. No se puede tener una relación perfecta padre e hija cuando ni siquiera tenemos una relación, y eso ya lo aprendí. No te necesito. Desde que volví en ningún momento estuviste, y lo único que hiciste fue evitarme. Intenté suicidarme, y ni siquiera en ese momento te preocupaste por mí —dije acentuando mi voz en la última oración para hacer énfasis en el hecho de que yo no le importaba.
—No, porque sabía que solamente querías llamar la atención, que no tenés problemas reales como para suicidarte —explicó como si fuera la cosa más obvia del mundo, y como si tuviera razón alguna.
— ¿Llamar la atención? ¿Vos escuchaste la estupidez que acabas de decir?
—Tenés razón, lo lamento. No quise decir eso —se disculpó, pero en sus ojos podía ver un brillo especial que delataba que estaba mintiendo. Él no lamentaba lo que había dicho porque era lo que genuinamente pensaba, lo que cruzaba su cabeza. Lo que él lamentaba era estar haciéndome enojar y desviarse de su objetivo principal: que asistiera a su boda para fingir que éramos la familia perfecta.
—Perdón por todo lo que hice. Por no estar nunca. Yo solo quería trabajar para darles lo mejor, a vos, a Adam y a tu madre, y ahora veo que quizás me excedí y me cegué en ese pensamiento. Quiero que me perdones, y me des otra oportunidad.
Sabía que cada palabra suya era una mentira tras otra. Sin embargo, mi corazón tenía la necesidad de perdonarlo. La necesidad de tener una familia y de dejar atrás el pasado, donde debería pertenecer. Mi corazón pensaba que quizás era el momento de dejar atrás todo lo malo, e intentar avanzar.
Quizá después de todo sí necesitaba un psicólogo.
— ¿Qué pensás? —interrogó después de largos minutos en que no hablé y me dediqué a pensar.
¿Por qué siempre me sentía de esa forma? ¿Por qué sería capaz de perdonar cualquier cosa que Edgar hiciese con tal de seguir siendo su princesita? Pero no esa vez. Y aunque mi corazón no lo comprendía, mi mente sí lo hacía, y había creado barreras alrededor de mi alma y mi corazón para que no volvieran a ser destrozados nunca más, por nadie.
El silbato del entrenador sonó, indicando que la práctica había terminado. E, indicando que los chicos iban a acercarse, y no quería soportar ninguna discusión entre Edgar y mi hermano, por lo que decidí aceptar. Sin embargo, esa no era la única razón por la que iba a aceptar.
—Tengo una condición para asistir a tu boda —anuncié.
—Si, lo que quieras, pedilo y es tuyo —aceptó al instante sin siquiera dudarlo.
—Vamos a ir, y esa va a ser la última vez que nos veamos. Vas a desaparecer de nuestras vidas para siempre, tal cual lo hacés ahora, pero no quiero sorpresas. No nos vas a pedir nada. No nos vamos a ver en Acción de gracias, ni en Navidad, ni en Año nuevo. Y nos vas a dar todas las cosas de nuestra mamá; todo, y lo que dice en su testamento que es nuestro también.
—Pensé que ibas a pedir todo lo contrario. Que volvamos a ser una familia.
—No, porque Adam y yo somos una familia. Vos sos un desconocido. No soy estúpida, ya lo entendí.
—De acuerdo. Prometo que así será. Todo va a ser suyo, y yo voy a desaparecer —accedió asintiendo con la cabeza para finalmente retirarse, pasando por al lado de Adam, quien lo fulminó con la mirada.
Mi hermano se acercó a mí preguntando cómo estaba y aunque dudó de mí cuando dije que estaba bien, prefirió creerme, porque había prometido no volver a mentir sobre mis sentimientos, y aunque era difícil, lo lograba cada día a pasos pequeños.
Disfruten del capítulo, y no olviden votar y comentar. Poco a poco van aumentando las visualizaciones y de verdad lo agradezco.
Con amor, Sabrina♥
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Rosas para Alisson | COMPLETA
Novela JuvenilAlisson y Keith han sido mejores amigos desde siempre. Y toda su vida sería más sencilla si se limitaran a ser solo eso, pero en su lugar ellos se dejan llevar por sus sentimientos y se confunden mutuamente. "Keith siempre iba a ser mi debilidad. El...