Capítulo 52

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Después de tantos días, finalmente estaba cruzando la puerta de mi departamento, decidida a que debía estar bien, porque se lo había prometido a mi hermano, y a mí misma.

Adam me dijo que se iba a dar una ducha para eliminar un poco la tensión que tenía, y me pareció una gran idea que podía imitar. Extrañaba mis relajantes baños de agua caliente.

Era tan raro estar sola después de tantos días en los que todos estaban alrededor mío, pendientes de cada movimiento que hacía, pero me sentía bien. La sensación de creer que todo iba a estar mejor era gratificante, y me alegraba que mis amigos pudieran estar un poco más relajados. Shane me había contado que todos los días que estuve internada, ellos estuvieron del otro lado de la puerta, esperando las buenas noticias, y sabía que eso podía ser muy estresante.

Caminé hasta mi dormitorio para darme un baño, pero lo que encontré me sorprendió arrebatándome el aliento en tan solo un segundo.

Mi corazón se aceleró y mis ojos se nublaron con lágrimas de emoción que no podía apartar. Un maravilloso aroma invadió mi nariz, estimulándome a cerrar los ojos e inhalar con intensidad.

Había muchísimos ramos de rosas, cada uno con una nota pequeña y vi un pequeño sobre por encima de mi cama. Caminé hasta alcanzarlo y pestañeé varias veces releyendo una y otra vez sus palabras sin que dejaran de perder la magia, mientras una enorme sonrisa se expandía por mi rostro.

"Dieciocho ramos de rosas no son ni siquiera suficientes para demostrarte lo mucho que te amo, pero son un comienzo. Feliz cumpleaños Alisson. Siempre voy a estar a tu lado."

¿Cómo hacía para hacerme sentir de esa forma con tan solo palabras? Quería correr a su encuentro y besarlo hasta el cansancio, el cual nunca llegaría. ¿Cómo había logrado enamorar a un chico tan perfecto? Sí tan solo lo supiera escribiría un libro para que todo el mundo lograra tener un Keith en su vida, porque él hacía de mí una mejor persona; y me hacía feliz.

Acomodé las rosas de forma que decoraran mi cuarto. Descubrí que cada ramo tenía una nota y sin poder resistirme comencé a leerlas. Eran tan hermosas que pronto me convertí en un mar de lágrimas que no podía detenerse. Eran palabras tiernas, confesiones, secretos, su punto de vista sobre las cosas que vivimos, su punto de vista sobre mí, recuerdos del pasado, y deseos del futuro. Cada palabra aceleraba mi corazón y me hacía suspirar.

Adam me encontró minutos después y en un primer momento se preocupó de verme llorando, pero cuando vio todas las notas a mí alrededor, se tranquilizó.

— ¿Entonces te gustó el regalo de Keith? —preguntó. Asentí con la cabeza sin encontrar ni las palabras ni mi voz para expresarme— Lleva planeándolo desde Halloween prácticamente, y no te das una idea de todas las complicaciones que tuvo para lograr obtener tantas rosas, y ¡dios! La cantidad de veces que nos obligó a todos a leer las notas para estar seguro de que usaba las palabras correctas. Creo que las sé de memoria —se quejó haciéndome reír—. No es broma —continuó con seriedad—. Además había cosas que no quería enterarme. Es obvio que ustedes estuvieron juntos, es imposible que hayan estado tantas noches juntos y no haber hecho nada, pero una cosa es darlo por sentado y otra es saberlo específicamente. Ugh —relató con una mueca de disgusto, haciéndome reír a carcajadas. Sospechaba que él continuaba hablando porque extrañaba verme reír, porque después de todo se quedó en silencio y me dedicó una media sonrisa con los ojos iluminados.

Lo abracé, acción que llevaba haciendo una y otra vez desde que desperté en el hospital. Él rodeó mi escuálido cuerpo con sus brazos, y susurró cuánto me quería, a lo que correspondí, antes de ponerme de pie y anunciar que saldría.

Adam tenía intenciones de ir a comprar así que tan solo minutos después estaba descendiendo del auto frente a la casa de Keith.

Toqué timbre y esperé largos minutos antes de que él apareciera con unos simples pantalones, su cabello mojado, y en su rostro se podía ver claramente que había estado durmiendo, y me sentí apenada de ser la razón por la que se despertara, pero eliminando ese pensamiento salté a sus brazos rodeando su cintura con mis piernas y hundiendo mi rostro en su cuello. Él no tardó en envolver sus brazos a mí alrededor y buscó el equilibrio para evitar que cayéramos.

—Lindo saludo —mencionó con su suave risa. Me alejé de su cuello para mirarlo a los ojos, recordando cada una de sus palabras.

— ¿Dieciocho ramos de rosas? —pregunté y él mordió su labio inferior. Parecía como si estuviera nervioso de que no me gustara su regalo. Sí tan solo supiera que él podría regalarme una rama de un árbol y yo sería feliz, porque sería de su parte. Sin embargo, su regalo realmente había sido hermoso y perfecto.

— ¿Te gustó? —cuestionó acariciando mi mejilla con una mano, y con la otra sosteniéndome.

—No... lo amé —susurré antes de besarlo como llevaba queriendo hacer desde hacía tiempo. Lo besé con dulzura y ternura; con amor, y él me devolvió el beso de la misma forma.

Rosas para Alisson | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora